Con Chus Mateo vuelve la ilusión

"No podemos fallar a los aficionados ahora que están ilusionados". La frase, cargada de responsabilidad, es de Chus Mateo en la previa del partido del pasado sábado ante el Caja Laboral, el entrenador que está llevando a que un Unicaja más mundano recupere lo que él bien denomina ilusión.

Muchas voces críticas se alzaron el pasado 18 de enero, cuando se hizo oficial su nombramiento como primer entrenador del equipo cajista en sustitución del despedido Aíto. Alguna interesada tampoco profería buenas palabras sobre cómo quedaba la composición definitiva del cuerpo técnico. Sin embargo, tanto el madrileño, como Paco Aurioles, Ángel Sánchez Cañete y el resto de sus colaboradores optaron por el silencio y el trabajo. Cogieron al equipo con un balance de 8 victorias y nueve derrotas en Liga, y fuera de la Copa. Tuvieron que lidiar con un grupo alicaído. Aun así, llegaron al play off en la ACB ganando 11 de los 16 encuentros disputados. No fueron tan bien las cosas en los cuartos de final ante el Barcelona (0-2), ni en el Top 16 de la Euroliga (1-5). Pruebas para las que el bloque todavía no estaba preparado.

En este periodo de clara austeridad económica, en vez de nombres como Sammy Mejía, que prefirió ser un secundario de lujo en el CSKA, o Tiago Splitter, que acabó en Valencia, por poner dos ejemplos, vinieron hombres como Darden, Rowland, Zoric y Valters, éste último clara apuesta del técnico, que le conocía de Fuenlabrada. Todos con menos nombre. Con Perovic, el madrileño ha dado una lección de dirección. Nada de egos como alguno de sus predecesores que no eran capaces de amoldarse a las necesidades del club.

El pasado sábado, con la victoria ante el Caja Laboral, curiosamente el equipo frente al que debutó, ha cumplido 40 partidos dirigiendo al Unicaja. Su balance de victorias, pese a los duros inicios, es positivo (22-18) y el equipo sobresale en facetas como la anotación o los rebotes. El compromiso es su estandarte. Los jugadores creen en él.

Aún no han logrado nada. Mateo y los suyos son los primeros conscientes. Pero lo que se había convertido en un graderío desierto, ahora vuelve a ser ese Carpena que tanto aprieta y deja pocos azul a la vista. Pero sobre todo ruge con los suyos.