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Demasiados fantasmas (1-2)

  • El Málaga se desquicia ante otro error arbitral y se ve remontado por un Valencia que marcó dos goles chutando una vez a puerta Cop marcó el 1-0 y poco después se lesionó

El Málaga de Javi Gracia tiene un sello muy reconocible. Gusta a otros entrenadores y crea respeto a los rivales porque es bastante ordenado, serio y compacto. Un equipo muy difícil. Los jugadores necesitan sus cinco sentidos muy afinados para hacer funcionar ese engranaje, que tanto sudor ha costado montar. En ausencia de personalidades creativas, todos reman, todos suman. Por eso, a poco que falte un ápice de concentración se resquebraja. Con o sin razón ante las quejas arbitrales, el Málaga abandonó sus principios futbolísticos para soltar toda su rabia acumulada contra los árbitros. Así que desde el empate a uno se desconectó del duelo, se dedicó a perseguir fantasmas y se olvidó de que el rival real era el Valencia. A los chés apenas les bastó para sacar tremenda tajada: con un tiro a puerta hicieron dos goles. 

Por más que los errores de los colegiados, que en las últimas tres semanas han dejado una merma tremenda, damnifiquen al Málaga, no se puede tirar por la borda toda la segunda mitad, como hizo el equipo blanquiazul. Ya había firmado la derrota poco antes del descanso, cuando la tercera acción polémica consecutiva bajó la cabeza y los brazos blanquiazules. Centró Alcácer y la jugada tendría que haber acabado en un córner más. Sin embargo, Cheryshev, que pasaba por allí, pisó involuntariamente a Kameni, quien acto seguido mandó hacia su red el despeje. La televisión muestra el lance pero no puede medir cuánto afectó al camerunés para perpetrar semejante fallo técnico. En cualquier caso, el reglamento inhibe a los jugadores tocar al cancerbero contrario dentro de su área pequeña, por lo que el tanto no debió subir al marcador.

Todo un caballero, por cierto, el hispano-ruso, que pidió perdón a Kameni en cuanto se levantó del suelo y reconoció el pisotón antes de que se le preguntara por ello. 

El Málaga tuvo el tiempo de descanso para serenarse y madurar la remontada. Pero salió echando espuma por la boca. Ello benefició al Valencia, que a los 50 minutos chutó por primera vez y encontró el premio de la victoria. De nuevo con Cheryshev como protagonista. No levantó cabeza el equipo, incapaz de hilvanar jugada. La frustración acabó derivando en una interrupción continua ante el silbato de González González. El colegiado dio razón a esa teoría de que los peores árbitros no son los que cometen errores, sino los que van minando la moral con pequeñas faltas que no son o manteniendo dispar criterio con los equipos. El Málaga se equivocó entrando en ese juego de protestas y enfados, porque el terreno de juego se convirtió en un campo de minas y el fútbol se acabó. La expulsión de Javi Gracia, también desquiciado, dejó claro el excesivo nivel de bilis acumulado. El navarro es el metrónomo de este proyecto y también sucumbió al fútbol negro. 

 

Realmente, el Málaga se había esfumado a los 22 minutos, cuando un chasquido muscular llevó a Cop al banquillo. Se fue el guerrero croata, el delantero defensa, el tipo que permite elevar la línea de presión. También el jugador que ayer había encontrado, al fin, su flow. Dio continuidad al tanto de Anoeta con un soberbio disparo al palo largo que entró por la escuadra. Se fue Cop y entró Horta, que tiene las venas congeladas y un historial de decepciones que La Rosaleda ya no le perdona. A 15 minutos del final enfiló la puerta de atrás y se fue suplido por Atsu; pocas humillaciones como esa puede sufrir un futbolista. 

 

Ese Málaga de 20 minutos había sido el habitual, el que gusta. Intenso, que presionaba muy arriba y no paraba de llegar. Con Juanpi pidiendo galones y la defensa muy atenta ante posibles desconexiones. Pero se fue de un plumazo y ya no volvió. Debe regresar para el sábado porque el fantasma del descenso tampoco está evaporado del todo. La parte baja de la tabla se ha convertido en una escabechina que ha espabilado a todos y que deja varias victorias semanales para ganar resuello. Nueve puntos son un buen colchón, pero de los últimos 12 solo se han logrado dos y un puñado de buenas sensaciones. Estas no dan de comer ni la salvación. Además, ayer muchas de ellas se fueron por el sumidero.  A falta de una estructura de club seria que permita elevar una queja ante el estamento arbitral, los jugadores no pueden abanderar esa guerra, por más que les asista la razón. Su único camino es el de sumar un triunfo cuanto antes para olvidar estos sinsabores.  

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