Derrota con champán (4-1)

Barcelona-málaga

El Barcelona despacha al Málaga en 15 minutos, pero con el empate del Betis conserva la sexta plaza. La salida de Pedro Morales reactivó el ataque y llevó a Pinto a paradas de categoría.

Barcelona/El último párrafo del libro de oro del malaguismo resultó extraño, no glosó la historia real que narrarán los nietos de esta generación de malaguistas. Una goleada en un día de mucho sesteo y algún rato de musas, nadie lo abrirá por esa página. Sucede que los guerreros ya habían matado al dragón y el pueblo ya había despedido a su héroe, así que las perdices se habían adelantado al párrafo de despedida. Por suerte, después de ese borrón quedaba el epílogo, aunque se leyera desde Valencia. Y en él se hacía justicia a la mejor temporada de la historia: se pudo brindar por la sexta plaza. Aunque el gol clave lo marcara Pedro Ríos, aunque el TAS amenace con requisar la botella de champán.

La segunda mejor clasificación de la historia fue una historia de terror en el Camp Nou y de suspense en el Ciutat de Valencia. Once azulgranas se lo arrebataron por méritos propios, once azulgranas se lo devolvieron como aliados oportunos. La sexta plaza no tuvo brillo ayer, sí a lo largo del resto de la temporada. Fue oro en el sensacional arranque, plata durante la mayor parte de la temporada y este bronce que queda tras el estacazo de Dortmund y la falta de gasolina y de alma en el tramo final.

No había muchas esperanzas ante el Barcelona de los 100 puntos y su sed de hacer historia y facturar un millón de euros más. En cuatro minutos se acabó la historia. Se engrasó Iniesta, vio a Pedro y Eliseu se olvidó de que el lateral tiene que jugar como si estuviera atado con una cuerda a su central. El puyazo fue sangría al cuarto de hora, hasta Montoya se había sumado a la fiesta. Se temió lo peor. Sin embargo, el 3-0 madrugador fue la mejor noticia para el Málaga: el Barcelona ya se hacía en el centenar y bajó el pistón.

Salió Pedro Morales al descanso y lo hizo como si llevara agua bendita en las botas. Se asoció con Joaquín, Isco y Baptista y los tres renacieron. Eso sí, los laureles de marcar fueron para el chileno. Jesús Gámez le dio una asistencia de lujo y él convirtió la volea en oro puro. Mirando al marcador, no valió para nada, 4-1. Extrañamente, en una tarde plácida, en menos de 15 minutos Pinto se convirtió en el mejor de los suyos, el maestro Iniesta aparte. A Baptista hasta en tres ocasiones y a Isco les quitó oportunidades que sumadas a la de Camacho en gran posición, dejaron la extraña conclusión de que el Málaga podría haber marcado hasta cinco goles ante un rival que le dominó de pé a pa salvo cuando permitió que se jugara al tú a tú. Puestos a elegir la mejor foto en tal extraño encuentro, que sea la ovación del Camp Nou a Joaquín. No es dado a homenajes así a los rivales. Pero Joaquín es el embrujo, el factor diferencial. Se va también Pellegrini, el maestro, se irá Isco, el lacre de la casa. Se va el año más bonito que vivió Málaga.

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