Nadie en el vestuario lo quiere expresar abiertamente, pero lo cierto es que todos comienzan a desempolvar las calculadoras para determinar cuántos puntos le hacen falta al equipo para subir a Primera. Cuando todavía faltan nueve partidos por disputarse, lo cierto es que al equipo de Muñiz le basta ahora con ganar todos sus partidos de casa (Real Sociedad, Nàstic, Hércules, Cádiz y Tenerife) y arañar un solo empate a domicilio (Racing de Ferrol, Celta, Sevilla o Granada 74) para consumar el regreso a la élite del fútbol español, siempre y cuando sus rivales sumaran todos sus puntos (27) a excepción de los que el conjunto donostiarra se juegue en La Rosaleda ante el Málaga.

Con esos 16 puntos, el Málaga terminaría la temporada con 76, una cifra inalcanzable para los dos equipos que actualmente le preceden en la tabla. Sólo los asturianos, si ganan los nueve partidos, serían capaces de adelantarle en la tabla, pero no la Real Sociedad, que si cae derrotada en La Rosaleda es presumible, además, que también pierda el averaje -el resultado de la primera vuelta fue 2-1-.

Tanto Muñiz como sus jugadores siempre han confesado en público que el ascenso pasaba por La Rosaleda. Sus números como local refrendan la teoría. El Málaga, con su victoria ante el Sporting de Gijón, ya es el equipo que más puntos ha sumado en casa (37) por los 35 del Tenerife o los 34 del Castellón. Es más, ningún equipo en Primera ha perdido menos partidos que el Málaga (sólo el Numancia venció en La Rosaleda): Real Madrid, Barcelona y Villarreal ya han caído en dos ocasiones.

Ése es el arma al que se asen los jugadores y el cuerpo técnico blanquiazul. Su fortaleza como local y el ambiente que se vivió este domingo en La Rosaleda son dos de sus principales avales. Ayer, los jugadores confesaban que así todo es más fácil: "Con un ambientazo así lo das todo en el campo y sólo puedes hacer un buen partido", aseguraba Baha, autor del gol del empate.