Mañana surrealista (68-61)

Pasaron cosas raras en la matinal del domingo en el Carpena. Lo más lógico fue que el Unicaja derrotó (68-61) al Blancos de Rueda Valladolid. Cada cual le dará el valor que considere, pero el triunfo resultó muy importante en términos resultadistas. Porque estuvo en el alambre durante un trecho grande del partido y porque da mucha tranquilidad. Equipo serio y compacto el pucelano. Justo de calidad, hecho con poquísimo dinero, pero digno y honrado. Hasta ayer estaba empatado en la tabla con el Unicaja, que ahora consolida su posición entre los ocho primeros, zona de Copa y play off. Hasta nueva orden, hasta una progresión importante en el juego que aún no se ha producido, no se puede mirar más arriba aunque sea el deseo colectivo.

Encuentro por momentos surrealista. El balón cobraba vida propia, pases al tendido, rebotes inexplicables, técnicas por doquier. Una para Archibald, que es reincidente en este lance, debe cuidarlo. Y descalificación de Porfirico Fisac, entrenador visitante, tras protestar una falta en ataque a Robinson cuando Jiménez estaba en el semicírculo. Se excedió en la gesticulación y le cayó la segunda. El equipo visitante, el perdedor, domina el rebote de manera salvaje (8-23 al descanso, 30-40 al final), el ganador recupera más balones (15) que pierde (13). Difícil de interpretar por la estadística si no se vio el encuentro.

La sensación fue confusa. Pareció casi siempre, desde el segundo cuarto, el Unicaja con el partido bajo control, pero no hubo seguridad total hasta los instantes finales, tras un parcial de arranque en el último cuarto de 9-0 culminado con un triple de Berni (60-49). Antes, se había sufrido bastante. El Unicaja vivió en ataque del acierto en el triple (hasta ocho jugadores distintos anotaron desde detrás de la línea de tres), con especial mención para Uros Tripkovic. Y de Joel Freeland, martillo pilón atacante, casi siempre ahí dispuesto, ayer más entonado defensivamente. Se lo premió Aíto con más de 31 minutos en pista. Estuvo más activo en el rebote (11, tope reboteador suyo en Málaga). Uno de cada tres que cogió el Unicaja fue suyo.

Bien también Blakney, que ayer tiró más que nunca desde que llegó. Tal vez alguna vez a destiempo. Pero confiere al equipo una seguridad que no tiene con Barrera, al que los murmullos no abandonan cuando juega en casa, o Freire. Se nota su experiencia. Ve el juego muy bien, prueba de ello son sus nueve asistencias. En enero habrá que tomar una determinación. Mientras tanto, se celebra su contratación si no hay un bajón físico posterior. Le ha dado al equipo un poso de tranquilidad del que adolecía sin McIntyre.

Dominaba al descanso (36-30) el Unicaja con cierta comodidad para cómo transcurrió el encuentro. Escaso el acierto, prevalencia de las defensas. Tras triple de Blakney, el hueco parecía abrirse (45-34), pero nada más lejos de la realidad. 0-10 de parcial, técnica de Archibald por medio. Otra vez a ganar el partido. Momentos de zozobra, descalificante para Porfirio Fisac al comienzo del último cuarto y, ahí sí, un parcial definitivo para el Unicaja, con un triple de Berni para adquirir una renta ya definitiva (60-49). Apretó el Blancos de Rueda, pero Freeland se encargó de dar la puntilla, primero tras un poderoso rebote ofensivo seguido de canasta y, después, con un triple forzado cuando la posesión se acababa (68-57). Partido controlado aunque por momentos amenazó con enloquecer. No ayudó la labor del trío arbitral, a su vez no favorecido por jugadores y técnicos. En fin, un día aburrido en la oficina en el que lo mejor es que se acabó con una sonrisa propiciada por la victoria. A veces hay que conformarse con poco.