El Olimpo está en Málaga
Unos 300 aficionados recibieron a los jugadores tras lograr el pase a la fase de grupos de la Liga de Campeones · Joaquín, Toulalan, Isco y Eliseu, los más aclamados por la numerosa hinchada
Según la mitología griega, el Olimpo es el lugar donde habitan los dioses del panteón heleno. Tras su hazaña en Atenas, los jugadores y la plantilla del Málaga regresaron a casa y el recibimiento que la afición le ofreció estuvo a la altura del nivel mostrado por el equipo en Champions. Unos 300 hinchas recibieron a los jugadores como si de dioses se tratasen, dándoles la bienvenida tras la victoria en la batalla a su Olimpo, que no es otro que Málaga.
Ya de camino a la estación, se apreciaba que el tráfico de vehículos era bastante inusual para tratarse de la madrugada de un día laborable, pero para los malaguistas que allí se dieron cita, merecía la pena. Una hora antes de que aterrizara el chárter con la expedición, ya había un centenar de personas guardando cola para ver y recibir a sus ídolos. El Frente Bokerón desplegó una pancarta y los aficionados allí presentes comenzaron a animar la noche con cánticos y bromas para alejar al fantasma del sueño, aunque la expresión en el rostro de todos ellos era más de alegría y orgullo que de cansancio.
Con varios minutos de retraso, el vuelo del Málaga aterrizó a las 5:10 y el número de expectantes aficionados se triplicó hasta transformar la terminal de llegadas del Aeropuerto de Málaga en una pequeña Rosaleda. Los jugadores aguardaban al otro lado de las puertas para salir juntos hasta que Duda y Demichelis decidieron ir abriendo paso. Al ver todos los cánticos y el calor de la afición, muchos jugadores no pudieron evitar esbozar una sonrisa.
En el trayecto que separa la terminal del autobús blanquiazul hay un trecho desprovisto de protección que los aficionados no dudaron en aprovechar para abrazar y agradecer a los jugadores lo logrado. El lateral fuengiroleño Jesús Gámez apenas alcanzó a decir que el recibimiento fue "espectacular", mientras para Joaquín era "increíble". Precisamente el gaditano fue uno de los más aclamados, pero la aglomeración de gente no le dejaba avanzar y tuvo que actuar la Policía Nacional para que el extremo llegara al autobús.
Los más rezagados fueron los más atosigados. El joven Isco se paró y fotografió con varios hinchas sin problemas, pero la locura se desató cuando hizo acto de presencia el hombre del partido: el francés Jeremy Toulalan. Como si de una estrella del rock se tratara, el jugador avanzó a paso lento pero seguro, igual que sobre el terreno de juego, obligado por el abrumador cariño que el malaguismo le mostró. Eliseu, que cerró la cuenta anotadora del Málaga en el partido de ida frente al Panathinaikos, fue el último en salir, con el cántico de una afición que no quiere que les abandone.
Camino de La Rosaleda, el malaguismo siguió a sus ídolos hasta el templo de Martiricos de la forma que buenamente podían. Después de la hazaña, los héroes de la afición ya están en su Olimpo, pero lo que viene ahora no es un camino de rosas. Los jugadores no son dioses, pero la afición del Málaga se empeña en que se sientan como tales para que esta siga siendo su casa durante muchos años.
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