Pólvora mojada en Anoeta

Montanier apuesta por un estilo ofensivo pero la falta de goles del equipo le pone cerca del despido · Griezmann, su mayor peligro, no estará en Málaga por lesión

J. M. R. / Málaga

10 de noviembre 2012 - 05:02

Montanier quema sus últimos cartuchos, y aunque su llegada estuvo precedida por un buen nombre en Francia (donde le llamaban el Guardiola galo) su propuesta de juego ofensivo no estuvo a la altura del descubrimiento de la pólvora que se suponía, y si el técnico está en la cuerda floja, es precisamente por la falta de puntería de sus jugadores.

Dos goles anotados en un mes, y en el mismo partido, ante el Valladolid, para empatar. El único punto que han logrado en ese periodo de tiempo y cuyo ejecutor fue Griezmann. El francés, noticia ayer al ser sancionado durante un año sin ir con la selección francesa, no se vestirá de corto en La Rosaleda por una lesión. No es el único en una plantilla mermada por las bajas en todas sus líneas. Especialmente perceptible en la punta, con un Aguirretxe muy dependiente del Chori Castro y de Carlos Vela.

En el centro del campo es donde los donostiarras dan más bandazos. Las bajas de Bergara y Zurutuza obligarán al técnico francés a confiar en la cantera. Rubén Pardo, compañero de Juanmi e Isco en las categorías inferiores, se postula como titular después de tener muy pocas oportunidad a pesar de ofrecer un gran rendimiento cuando salta al verde de Anoeta o en sus actuaciones con el equipo filial. Pardo parece tomar así el relevo de Xabi Prieto, el jugador de la casa con más calidad que sin embargo no parece salir de una curva baja de rendimiento que le mantiene muy alejado de su mejor versión y obligado a ver retrasada su posición hasta el centro del campo.

En defensa también parece haberse apagado la estrella de uno de los talentos más prometedores del equipo. Íñigo Martínez está muy lejos de aquel jugador que sorprendió la pasada temporada y la llegada de José Ángel, antaño pretendido por el Málaga, ha tornado en fracaso momentáneo.

Así se presenta un equipo con potencial pero en proceso de descomposición, que sobrevive gracias a sus irregulares resultados en casa mientras fuera de tierras vascas ha sido incapaz de lograr una sola victoria en el transcurso de la liga. Montanier tiene una última bala y deberá secar la pólvora si no quiere perder su trabajo.

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