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Regresa el optimismo al vestuario del Málaga

  • La mejora en el juego devuelve la alegría al equipo, que confía en salir del pozo · El fútbol desplegado en Sevilla hace pensar en el ansiado punto de inflexión, aunque saben que habrá que demostrarlo ante Osasuna

La medicina que necesita el Málaga es la del triunfo. Esta no llegó en Sevilla, pero sí algo parecido que hace brotar las esperanzas de repunte en el seno del vestuario. El juego desplegado ante uno de los considerados alternativa a Barcelona y Real Madrid no sólo reforzó al entrenador, Juan Ramón Muñiz, sino también a la plantilla, que estima que el 2-2 cosechado en el Pizjuán puede derivar en el ansiado punto de inflexión para enderezar el rumbo en la clasificación.

"El punto nos da un poquito más de moral en nuestro trabajo", dijo públicamente ayer Nabil Baha para resumir el sentir del plantel, que en el autobús de vuelta al Málaga tras el partido vivió momentos de satisfacción y alivio entre los presentes. De hecho, el propio técnico pulsó ese ambiente alegre y se mostró convencido de que si persiste ese gen y durante la semana el trabajo es bueno y no hay lesionados, será muy difícil que se escapen los tres puntos ante el Osasuna del próximo domingo.

No obstante, en el vestuario también saben que no hay ningún motivo para la euforia, todo lo contrario. La presión sigue estando encima de sus cabezas, puesto que de nada habrá valido el buen juego desplegado ante el Sevilla si no se logra el triunfo contra el conjunto de José Antonio Camacho.

Ante un micrófono nadie reconoce que la tensión en torno a la figura del entrenador reforzó el compromiso de los futbolistas sobre el terreno de juego, pero sí que estiman que la línea futbolística a seguir es la desplegada ante el Sevilla: seguridad atrás, firmeza en el centro del campo y descaro en las posiciones más avanzadas.

Con respecto a la afición no hay dudas en el plantel de que responderán bien antes y durante el encuentro (no se niega que si el resultado es negativo se puedan repetir hechos como los dos últimos encuentros en La Rosaleda) y que volverá a ser un factor decisivo para que el equipo dé lo mejor de sí mismo. De hecho, los futbolistas de la plantilla consideran que tienen una deuda muy grande con ellos después de acumular tres meses sin conseguir un triunfo.

Más reservas existen con respecto al césped de Martiricos. Después de jugar sobre la alfombra del Sánchez Pizjuán y comprobar que una vez más sobre un terreno de juego decente el equipo puede jugar bien al fútbol (la sensación fue parecida a la de jugar en La Romareda), existe el miedo a pasar otro partido más pendientes de poder controlar bien el esférico y estar atento a no sufrir una lesión.

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