Sólo cabía un final así (3-1)
Liga bbva
Mágico y emocionante fin de ciclo de Manuel Pellegrini en La Rosaleda, de donde se despide con el equipo clasificado para la Europa League a expensas de la decisión del TAS.
Era la última función en La Rosaleda. La compañía de teatro de Manuel Pellegrini cierra para siempre. Con él se irán algunos de los mejores actores que por aquí pasaron y el espectáculo más grandioso jamás visto por estos lares. No fue lacrimógeno, ya se sabía hacía tiempo que hoy caería el último telón. Así que el público fue predispuesto a volver a disfrutar, no a llorar desde un andén. La obra se sintió como se sienten las últimas veces. Con ratos de desaliento y reediciones de las actuaciones más portentosas. El público acabó en pie, no podía ser de otra manera. Porque el ciclo de Pellegrini se cierra, pero el barco ha vuelto a atracar en Europa. Un mérito que se estrena y que permite inferir un futuro no tan espectacular como el de este, pero sí de nuevo en un hábitat al que quieren seguir acudiendo los aficionados: Europa.
Se fue Pellegrini en un pasillo como el de los campeones, no merecía menos. Casi lo tuvo que correr para que no lo vieran llorar. Pareció que en 90 minutos la afición le quisiera devolver las incontables noches de fruición que él dejó en este inolvidable álbum de fotos. Miles de veces se habrá coreado su nombres en el estadio, pero ayer no había forma de cansar al seguidor. El chileno, agradecido, se fue como pretendía, certificando el pase a la Europa League, a la que sólo le falta saber si será como sexto o como séptimo y que necesita del permiso de papá TAS. La tarde-noche no pudo ser más emotiva.
Hubo cánticos para todos, olas, una despedida al nivel de la excelsa temporada. Sobre el campo, aunque empezó como un partido de verano lleno de distensión, los jugadores fueron absorbiendo la emoción y transformándola en ganas de agradar. La última foto del álbum de Pellegrini es Isco provocando un terremoto en la cintura de Aythami, Joaquín llevándose una ovación que vale más de 2,2 millones, Toulalan volviendo a jugar al comecocos por todo el campo. La falta de gasolina y la erosión de los despachos no permitió uno de esos homenajes espectaculares y continuos, y eso que incluso Pellegrini puso un once de gala para que así fuera.
Los ratitos de musas merecieron la pena. Isco, al que la grada le pidió inocentemente que se quedara, decidió que la mejor manera de despedirse era disfrutar, volver a ser él mismo. Tras casi toda la tarde llegando sólo hasta el casi, el tanto de la sentencia fue una delicia más. No ha metido ningún feo o insulso, hacer una recopilación de ellos sería un orgasmo futbolístico. También el último en Martiricos. Quizá Aythami lo había estudiado, porque el de Arroyo de la Miel tiene querencia a salir con el regate hacia la derecha y armar rápido su pierna buena. Lo hizo como siempre, aunque añadiéndole a última hora un recorte inversamente proporcional hacia el perfil del zurdo. El central acabó por los suelos. El zigzag de Isco fue veloz hasta en la repetición. Estalló La Rosaleda y se frotaron las manos en el palco. Fue uno de esos tantos que disparan sus acciones en el mercado de compraventa.
El doble regate mandó a Aythami al banquillo. Baptista ya lo había mandado antes a la UVI. Chocó contra él como la Bestia que es y lo dejó desnortado en el área. El gol no siempre es el destino de los héroes. Porque la ovación que se llevó el gaditano antes de que emprenda rumbo a Italia parecía propia de un canterano. Su última corrida no será memorable, pero ahí quedan su falta milimétrica para el 1-0 de Saviola y el tiempo detenido en la contra para liberar a Isco. Siempre habrá una orfandad en esa banda derecha sin él. Habrá que buscar nuevos héroes. Se acabó Pellegrini, muchas gracias, pero el público volverá a Martiricos toque la función que toque.
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