La URSS renace en Málaga
El Museo Ruso acoge la conferencia "Gigantes del este" donde se repasan los grandes éxitos de la selección soviética durante las décadas de los setenta y ochenta
Se apagan las luces en el auditorio del Museo Ruso. Desde la mesa de mezclas, un técnico hace que el proyector ilumine la gran pantalla blanca que presidente el recinto con un partido de baloncesto. Las imágenes tienen poca calidad y el color parece gastado. El partido es de comienzos de los setenta. Podría ser uno más, como tantos que se juegan cada semana, pero este bien vale verlo una vez más. En él pierden los Estados Unidos por primera vez en unos Juegos Olímpicos con polémica, mucha polémica, y encima caen frente a la URSS.
Así comenzó la charla titulada "Gigantes del este", donde se llevó a cabo un cuidado repaso de la selección soviética de la década de lo setenta y de los ochenta. En la mesa dos periodistas: Guillermo Ortiz, especialista deportivo, y Víctor de la Serna, recordado por las transmisiones nocturnas junto a Ramón Trecet en "Cerca de las estrellas". Ambos toman asiento en un sillón de color marrón. En la derecha, sentado completamente solo en una silla, se sitúa Chechu Biriukov, eterno escolta del Real Madrid de lanzamiento inclasificable.
Precisamente, uno de los primeros en tomar la palabra es el hispano-ruso: "Madre mía. Qué bueno eran aquellos", dice Biriukov haciendo escorzos para tener mejor visión de la pantalla. El partido que no desea perderse aun siendo reproducido a su espalda es el Estados Unidos-URSS de 1972. "Todos los soviéticos conocen ese partido. Fue un acontecimiento deportivo para el país", comentó el ex jugador dejando escapar una media sonrisa al mirar a sus compañeros. Recita la plantilla de carrerilla. Los conoce a todos y es que ese partido lo repitieron por la televisión pública soviética "al menos diez veces".
No es para menos. Ese encuentro representa la primera vez que la selección estadounidense de baloncesto caía derrotada en unos Juegos Olímpicos. Hubo lío arbitral porque se mandó repetir un saque de fondo a falta de tres segundos para la conclusión. "Ese partido está lleno de polémica. Pero, a mi juicio, la URSS vence justamente", argumentó De la Serna.
Y cabe la pregunta: ¿qué hubiese sido el baloncesto europeo y soviético sin ese nuevo saque debajo del tablero? Sin esa canasta ganadora tras finta de Aleksandr Belov. Para Biriukov es meridiano: "Ese fue el germen de todo lo que conocemos ahora sobre el baloncesto".
En ese momento se produce un salto temporal. Diez años pasan del golpe en el auditorio. Guillermo Ortiz habla de la gira de la URSS por Estados Unidos. Fueron 12 partidos en un periodo de tiempo de 26 y donde Biriukov se vistió de corto junto a Sabonis o Marciulionis.
En tierras estadounidenses se vieron las caras con Bobby Knight, el auténtico mito de los Indiana Hoosiers, o con la Universidad de Virginia de Ralph Sampson, cuyos dos metros y veinte centímetros se enfundaron la camiseta del Caja de Ronda. "A Indiana los vencimos fácil de más de 15 puntos. Contra Virginia fue diferente. Perdimos en tres prórrogas. Fue la única vez en mi carrera deportiva que me pasó" apuntó Chechu.
La charla deriva en varias preguntas sobre cómo eran Sabonis o Petrovic. Sobre su forma de jugar. Sobre su forma de ser. De Sabas, que estaba en Málaga para ver a su Lituania, Biriukov narra que estaba tocado en la cabeza por los dioses. Debía ser jugador de baloncesto. De Petrovic dice que era un extraordinario anotador pero demasiado individualista y que defendía poco.
Tampoco recordó muchas anécdotas más. La pantalla se iluminó de nuevo. Esta vez con el URSS-Yugoslavia en las semifinales del Mundobasket de España 1986. El partido calificado para los conferenciantes como cénit de la selección soviética. "Yo estaba ahí, pero detrás del banquillo", suelta con una carcajada Biriukov. En el antiguo Palacio de los Deportes la URSS remontó en menos de un minuto nueve puntos, con tres triples consecutivos, para acceder a la gran final contra Estados Unidos. Unos días después cederían el oro por un par de puntos. Pero daba igual. La hazaña ya la habían conseguido.
Si este género de conferencias, en las que se recuerda el pasado exitoso, triunfa, es precisamente porque ese éxito en la figura protagonista ha desaparecido. Y ese es el caso de la URSS o mejor dicho de Rusia.
Desde la caída de la Unión Soviética, las escuelas deportivas desaparecieron y los jugadores dejaron de ser estrellas. "Rusia ha perdido la base del baloncesto. Antes había muchos donde elegir y ahora no hay jugadores. Se olvidaron completamente del deporte", dijo Biriukov.
No habrá jugadores grandes en la fría Rusia. Ni tampoco se podrá volver a ver el rojo de la URSS, pero esta selección de leyenda renació en Málaga, aunque solo fuera por un momento.
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