Violencia en el fútbol: un problema de base
Árbitros y entrenadores reclaman medidas urgentes para paliar la agresividad en las categorías formativas Abogan por prohibir la entrada a padres en los entrenamientos para evitar tensiones
El episodio violento protagonizado por el entrenador del CD Lauro, Jesús Calzado, que todavía se recupera de los múltiples golpes que el pasado día 24 recibió durante un partido en el campo del Tiro Pichón, correspondiente a la Segunda Andaluza Alevín, ha reabierto el debate sobre la permisividad en el fútbol base. El incidente es el segundo grave que ha trascendido desde diciembre, cuando una pelea multitudinaria en el campo de La Mosca entre los juveniles del equipo paleño y del Churriana se saldó con más de 30 implicados -entre futbolistas, técnicos y aficionados- y la intervención de la Policía Nacional. Pero no han sido los únicos. En palabras de uno de los portavoces de un grupo de árbitros, que aspira a constituirse como sindicato de este colectivo en España, son "dos y tres" las agresiones físicas que, "como mínimo", se producen en el terreno de juego cada fin de semana en la provincia, pese a que no todas salen a la luz. La cifra que manejan sobre vejaciones y amenazas a jugadores y colegiados es aún más relevante, ya que, según sus cálculos, están presentes en el 80 ó 90% de los partidos de fútbol base y regional.
Para erradicar esa violencia que vive periódicamente repuntes furibundos, la asociación consultada, que actúa desde el anonimato "por miedo a represalias", aboga por campañas educativas para lograr el desarrollo de futuras generaciones alejadas de esta lacra. "Hablamos de niños en edad de formación que conviven con el insulto. Sería imposible intentar cambiar su forma de proceder en un campo de fútbol cuando tengan 20 años si desde hace 15 se les está educando en la agresividad", manifestó. Y es que, a su juicio, tanto los árbitros de fútbol infantil, menores de edad, como los jugadores de este tipo de categoría, "son auténticas víctimas", puesto que enfrentarse a conflictos físicos o verbales "continuados" pueden resultar especialmente dañinos psicológicamente.
El sistema de sanciones es, en su opinión, otra de las cuestiones que precisaría someterse a debate. "Nos indigna que, en casos de extrema gravedad, se imponga el pago de 50 euros. No queremos que se endurezcan porque no creemos en ellas, pero sí se necesitan proyectos de lucha que reeduquen", señaló este portavoz no oficial de los árbitros, quien denunció el "dinero sin control que se mueve en el mundo del fútbol" y los "millones de euros que están en juego en base y en regional". Asimismo, destacó la "desprotección" que sufre el colectivo, el cual también critica "que se haga la vista gorda con el alcohol en los recintos deportivos", lo que da lugar a que haya "padres completamente ebrios" insultando a los jueces. "Todo aquel árbitro que se sale de lo habitual de su comité es automáticamente sancionado. Nos gobiernan con la política del miedo. Está muy mal visto que se hagan constar en el acta insultos y amenazas, pero seguimos animando a hacerlo", señaló.
La percepción sobre este fenómeno, que deteriora la imagen de los clubes y convulsiona el mundo del deporte, es similar entre los entrenadores de juveniles, alevines y cadetes consultados, que consideran perentorio impulsar acciones para erradicarlo. "Cada vez hay menos medios. No sé qué es lo que tiene que ocurrir para que se tomen medidas urgentes. Deberían ponerse de acuerdo los organismos oficiales, las entidades deportivas, la Junta de Andalucía, la Diputación y el Ayuntamiento para darle valor al fútbol, que entre unos y otros lo van a echar por tierra", reivindicó José Jaime, técnico preferente del Tiro Pichón.
La agresividad de la grada, con padres que a veces ejercen una presión exacerbada sobre deportistas de tan corta edad, se erige, recalcó, en el principal foco de conflicto. Y es que algunos viven cada partido "como si se acabara el mundo". "Están muy tensos y los clubes tienen que llamarles al orden. Es como una fruta podrida; al final caen las demás. Todos tenemos que dar un paso al frente y poner nuestro granito de arena. En un campo de 200 personas, hay 40 que están insultando. Los enfrentamientos provocan trifulcas entre los niños del equipo contrario. Ya no solo se pelean los familiares del otro club; sino también del mismo. No hace falta rival", aseveró el técnico, convencido de que el fútbol tiene que concebirse como "una fiesta deportiva" para evitar que se convierta en "una batalla campal cada vez que se juega un partido".
Sobre la agresión a Jesús Calzado en el campo del Tiro Pichón, el técnico rehusó pronunciarse "al existir dos versiones y no saber quién ha dicho la verdad", pero, en cualquier caso, condenó los hechos acaecidos y lamentó que "quede manchado el nombre del club". "Lo más penoso es la imagen tan bochornosa que se le da a los jugadores. Otras veces he visto salir a niños de peleas diciendo: 'Papá, no quiero jugar más al fútbol. Es muy triste', destacó.
Para otro míster de Cadete Preferente, la solución pasa por prohibir la entrada a los padres a los entrenamientos, aunque, puntualizó, no todos son conflictivos. "El progenitor tendría menos presión y el niño entrenaría más tranquilo. Se hace desde hace tiempo en clubes como el Sevilla C. F. Sería una buena opción, al igual que en el colegio. Uno deja al niño en clase y se va. Esto es como una escuela. Algunos ven al jugador que no corre y quiere que aprenda en un día todo lo de un año", argumentó.
También el técnico que sufrió el ataque mostró su preocupación por que estas desgracias empañen el fútbol, que, detalló, "no se lo merece" y fue "inventado para disfrutar". Aunque en su caso, matizó, los autores de la paliza "no fueron padres ni futbolistas sino personal del otro equipo, entre ellos entrenadores, uno de los cuales estaba expulsado", manifestó que "muchos familiares se equivocan con las palabras que utilizan y se exaltan más de la cuenta". "Han ocurrido rifirrafes por padres que provocan a otros. Por desgracia es muy difícil evitarlos cuando existe competencia como una liga en que se premia al campeón, pero incluso en otros deportes también se alteran", señaló Calzado. Ha transcurrido algo más de una semana desde que tuvo lugar el suceso, provocado, según su testimonio después de que protestara por la agresividad de los rivales, y continúa recibiendo numerosas muestras de apoyo, aunque nadie aún le ha "pedido disculpas", sino todo lo contrario. "Siguen diciendo que eché agua y que insulté. Mi currículo está intacto. Aunque lo hubiera hecho, no está justificado que estuviera a punto de perder la vida. El médico me dijo: 'Tienes un Dios solo para ti. Necesité tres transfusiones de sangre", subrayó. Su propósito, ahora, estriba en que "juzguen a los responsables" y, sobre todo, que nunca se repita un incidente similar. Le costará, eso sí, volver a tomar las riendas y seguir transmitiendo valores de un deporte después de que "varios compañeros" le hayan dejado "al filo de la muerte".
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