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Muchos actos y pocos invitados

  • La Rosaleda registró poca presencia (unos 2.500 espectadores) pese al regreso de la presentación oficial tras siete años · Duda fue recibido entre pitos y aplausos · Peragón rescindió ayer su contrato con el club

Aún destella la fastuosa ceremonia inaugural de los Juegos de Pekín. En Málaga el espíritu no es olímpico, sino concursal, así que nada de pirotecnia ni dispendios. Fue un acto ajustadito, como le gusta a Tapia. Y en familia, que en unos días empieza la Feria. Pero La Rosaleda vio echar a rodar a su equipo siete años después. Se agradece el romanticismo en esta época de carestía blanquiazul. La pena es que no hubo mucho retorno en la grada, sólo un poco menos vacía que el pasado Costa del Sol invernal. Unos 2.500 asistentes hubo.

Por eso pocos, pero bien avenidos, fueron recreándose con los detalles que antes se disfrutaban tanto en estos eventos. La clásica presentación de los futbolistas uno a uno no dejó grandes sorpresas, pero sí cosas en las que pensar. Duda fue recibido entre división de opiniones, pese a que la primera reacción se vistió de aplausos; también hubo música de viento para Luque. La ovación se quedó huérfana, seguramente un fiel reflejo de que la afición todavía aguarda algún crack que haga de referencia. Anecdóticamente, los jugadores del Betis que andaban en su banquillo por entonces se deshicieron en reverencias a su ex compañero Fernando, que saltó a duras penas al terreno de juego por culpa de su hombro luxado.

Para quien no hubo nada fue para Roberto Peragón. El madrileño no saltó al césped porque ayer llegó a un acuerdo para rescindir su contrato con el club malaguista. El Alicante es el equipo mejor colocado para hacerse con sus servicios. En cualquier caso, en breve se decidirá su futuro. Mañana a las 11:00 comparecerá junto a Fernando Sanz ante los medios para despedirse.

Fue lo más agrio de una noche que comenzó entre los sones de Cosa Mala, malagueños y malaguistas que deleitaron con un par de temas, Tienes estrella (dedicado a Luis Yáñez y su lucha contra el cáncer) y, cómo no, el Málaga shula. El fin de la presentación estuvo cargado de emotividad. Sandro y Valcarce, con algunos de sus familiares presentes, recibieron una placa de homenaje y observaron un vídeo que repasó de modo sintético su carrera en el Málaga. Pero el verdadero protagonista, como reseñó Fernando Sanz en su lacónico discurso, apenas había acudido a la grada.

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