Cascos y corazas: 'touchdown' del fútbol americano en Málaga
Los Corsarios nacieron hace casi una década y desde entonces compiten cada temporada, llegando incluso a participar en liga nacional
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Cuando uno piensa en fútbol americano, la imagen le viene a la mente es la Super Bowl: fuegos artificiales, touchdowns (la jugada que da la máxima puntuación), artistas de renombre como Rihanna o Coldplay sobre el escenario, y un espectáculo televisado que paraliza al mundo. Sin embargo, este evento es solo la punta del iceberg. Detrás de ese espectáculo se esconde una temporada llena de partidos, golpes y pasión que convierte a este deporte en una experiencia tan espectacular como extravagante.
Pese a la cantidad de tecnicismos y reglas diferentes a las de deportes mayoritarios, la esencia del deporte es más simple. Se enfrentan dos equipos. El que ataca debe avanzar con el balón 10 yardas; poco más de nueve metros, en 4 intentos o menos hasta llegar a la zona de anotación, y si no lo consigue, la posesión pasa a ser del equipo rival. Los equipos pueden mover el balón de dos formas, por "aire" mediante un pase del quarterback a un receptor, o por "tierra" a través de una carrera del corredor o running back. El equipo que defiende tiene que evitar que el ataque rival avance. Si el ataque llega a la zona de anotación anotando un touchdown, consigue seis puntos y la posibilidad de anotar uno o dos adicionales, en función de si decide darle una patada al balón para que entre en la portería o realizar otra jugada más.
Sin embargo, pese a que pudiera parecer que todo esto queda muy lejos, la realidad no es así. España cuenta con su propia federación, que tiene dos ligas; la Serie A, que es la primera división, y la Serie B; la segunda, e incluso hay ligas regionales. Sin ir más lejos, la Costa del Sol cuenta con un equipo en la ciudad, los Málaga Corsairs, que iniciaron su andadura en 2016.
“Los primeros entrenamientos fueron en unas canchas de baloncesto en Huelin. Éramos doce personas pasándonos el balón. Hicimos también unos ejercicios básicos de movilidad y algo de físico”, recuerda Alberto Cabello, quarterback y uno de los capitanes. “Por aquella época yo tenía 17 años. Un día mi hermano vino a recogerme después del entrenamiento y al montarme en el coche me dijo que parecíamos una panda de frikis”, comenta entre risas.
Los entrenamientos fueron así las primeras semanas, hasta que las pistas comenzaron a llenarse y el equipo tuvo que buscar un campo más grande. Su destino acabó siendo el campo de fútbol de Portada Alta. “La primera temporada no llegamos a competir, fueron todo entrenamientos. Ese año lo dedicamos a aprender conceptos, reglamento y mejorar técnicamente. Al año siguiente, participamos por primera vez en Liga Andaluza de Fútbol Americano. Fue bastante dura porque teníamos poca experiencia y perdimos todos los partidos”, añade.
Al año siguiente, se comenzó a jugar fútbol 11 en Andalucía. “Las normativas exigían un campo de mayores dimensiones. Detrás de la zona de anotación tenía que haber más espacio por seguridad y nuestro campo no lo tenía. Por eso tuvimos que cambiarnos al Juval”, añade Alejandro Agüera, que empezó su relación con el deporte acompañando a su hermano a los entrenamientos y observando desde la grada. Con el tiempo fue aprendiendo, hasta ser entrenador del equipo femenino que había en el club, y convirtiéndose a día de hoy en coordinador ofensivo del equipo masculino.
El equipo nació hace nueve años, y desde entonces se mantiene en pie. Algo digno de admirar, ya que las subvenciones a este deporte son escasas; lo que sumado a su elevado coste, hace que para los clubes sea difícil salir adelante. El precio de las cuotas mensuales, la ficha y el seguro federativo, dan lugar a que sea frecuente ver jugadores que vienen y van de un año a otro. Esta situación da lugar a que haya equipos que se queden sin competir durante una o más temporadas por falta de medios o por escasez de plantilla.
"Estar al frente de un equipo como presidente, supone quitarte parte de tu tiempo personal, y meterte en dinámicas que bueno, a lo mejor de primeras no conoces, mucha burocracia, mucha gestión, tanto a nivel administrativo, como con las distintas federaciones y sitios", explica Alberto Gea, presidente de Málaga Corsairs. "Te empiezas a relacionar con gente que suele ser difícil de llevar, y depende de la persona que seas, y cómo te lo tomes, pues te duele más o te puede dar más igual. Yo soy una persona que suele ser bastante obligada en ese sentido, y lo paso mal con las cosas malas que le pasan al equipo, y bien con las cosas buenas que le ocurren", añade.
"Las subvenciones que recibe el equipo son ínfimas. Somos un deporte minoritario, y tienes que ir a las subvenciones en concurrencia general con otros deportes minoritarios, no hay una ayuda en particular para este deporte", detalla Gea. "En los cuatro años que yo llevo de presidente del club, más el tiempo que he estado en la junta como secretario y tesorero, he tenido la oportunidad de entrevistarme con varias autoridades, y siempre he escuchado una cosa. Vosotros tenéis que tener vuestro sitio, y tenéis que tener vuestro espacio, porque es importante para la ciudad y el reconocimiento de vuestro deporte. Eso lo he escuchado siempre. Son diez años y no tenemos ni nuestro sitio ni nuestro espacio, así que es complicado porque es un deporte minoritario, y las promesas se las lleva el viento en la mayoría de las ocasiones", afirma.
Pero la cosa no queda ahí, los equipos, ante la falta de infraestructura, tienen que aportar árbitros a la competición, por lo que algunos jugadores deben de sacarse el curso de arbitraje, como es el caso de Jorge Sánchez, quien además de ser jugador es árbitro de flag football, modalidad sin contacto. “Es muy raro estar en la banda arbitrando y no jugando el partido. Al final la figura del árbitro es una con la que tú estás acostumbrado a interactuar, pero desde el otro lado, entonces es raro asumir el rol del árbitro”, añade Sánchez.
Sin embargo, es un deporte lleno de historias, como la de Carlos Salcedo, o 'Raider', como le conocen sus compañeros de equipo, que en apenas un año pasó de tener las piernas rotas a jugar fútbol americano. "A mí me atropelló una moto en febrero de 2020 y me rompió las dos piernas. A los pocos días tuvieron que operarme para ponerme unas varas de titanio en las rodillas", comenta el jugador. "Me pusieron una férula que me hacía mucho daño y estuve meses sin poder moverme nada. En septiembre comencé a correr gracias a la rehabilitación. Yo al equipo lo conocía de antes, era abonado y no me perdí ningún partido, salvo uno en Sevilla un día de tormenta", explica Salcedo.
"Unos meses más tarde, un amigo mío me preguntó que si iba a probar el fútbol americano. Fui con este amigo mío a una jornada de puertas abiertas, y él al final vino solo ese día. En esas pruebas, algunos miembros del cuerpo técnico empezaron a comentar entre sí que era un chaval bastante atlético. Entonces Alberto, que en aquella época ya era presidente, le comentó a Néstor, uno de los entrenadores que había por aquel entonces, que hacía un año me había visto con las dos piernas rotas y que apenas las podía mover. No se lo creían, y me dijeron que volviera y me pasara por los entrenamientos. Al final me acabé quedando", concluye el jugador.
Un aspecto fundamental de este deporte son los valores. “El fútbol americano es uno de los deportes donde más valores se enseñan. Al ser un deporte de equipo es necesario estar conectados como un reloj para jugar bien en el campo”, indica Alejandro Agüera, segundo entrenador del equipo. “Eso requiere disciplina; en el entrenamiento, al seguir la jugada que se ha marcado, estudiarse las jugadas en casa, y requiere compromiso tanto por parte de los jugadores como de los entrenadores”.
Otro de los valores que rigen este deporte es el respeto. "Al terminar la jugada, jugadores de equipos contrarios se dan la mano y se levantan unos a otros", añade Agüera. “También hay que tener respeto a los árbitros. A veces se puede no estar de acuerdo con él, pero nunca llega a más”, añade. “Es un deporte que requiere mucha responsabilidad y superación personal, los jugadores se exigen más y más hasta que consiguen cosas que pensaban que no iban a lograr, a base de entrenamiento y disciplina”, concluye.
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