La esencia del 'angel rubio'

Un centrocampista de época, polémico y con carácter, convertido en un técnico solvente

1. Schuster levanta uno de sus títulos con el Barcelona acompañado de Quini. 2. Una imagen del alemán con su selección nacional, con la que dejó de jugar con 23 años. 3. Su pareja con Diego Armando Maradona en el Barcelona fue una absoluta sensación en la época. 4. Como entrenador del Real Madrid, con el que ganó una Liga y fue destituido al año siguiente.
1. Schuster levanta uno de sus títulos con el Barcelona acompañado de Quini. 2. Una imagen del alemán con su selección nacional, con la que dejó de jugar con 23 años. 3. Su pareja con Diego Armando Maradona en el Barcelona fue una absoluta sensación en la época. 4. Como entrenador del Real Madrid, con el que ganó una Liga y fue destituido al año siguiente.
J. M. Olías Málaga

15 de junio 2013 - 05:02

La presentación en sociedad al mundo de fútbol de Bernhard Schuster (Augsburg, 1959) fue en la Eurocopa de Italia en 1980. Con apenas 20 años irrumpió como un ciclón en la Alemania campeona. Porte imperial, melena rubia al viento, una conducción de balón elegante y poderosa al tiempo, fuerza y técnica a la vez, asociación en corto y pases de todas las distancias. Golpeo a puerta, gol... Una salvajada. De él se escribió en aquella Eurocopa que dejaba un surco en el césped allá por donde pasaba. Allí se le bautizó como el "ángel rubio", apodo para la posteridad. Schuster jugó su último partido con la selección alemana con 23 años. Diferencias con el seleccionador se encallaron y ya no volvería a jugar en Die Mannschaft. Eso quizá le quitó trascendencia a una carrera fabulosa como jugador. Comenzó en el Colonia, los gigantes alemanes de la época (Bayern y Moenchengladbach) no se decidieron a contratarle y la explosión de la Eurocopa le llevó a Barcelona (1980-88), donde ganó una Liga, tres Copas y una Recopa.

El impacto de Schuster en el fútbol español se mide en un detalle cotidiano. Cuántos niños o adolescentes rubios fueron rebautizados como schuster con un balón en los pies. El culpable fue el nuevo entrenador del Málaga. La traducción literal de su nombre desde el alemán, por cierto, es Bernardo Zapatero. Bernardo le llamó el periodista José María García y, de alguna manera, él lo asumió como suyo, se hizo medio español. Confesaba en una entrevista que le gustaba tocar el piano. Y que esperaba muchas noches a que, antes de la carta de ajuste, sonara la Marcha Real y así la aprendió.

Schuster, siempre el 8 a la espalda, tenía una personalidad algo díscola, tuvo enfrentamientos con entrenadores y con el presidente del Barcelona, José Luis Núñez. Una salvaje entrada de Goicoechea casi le retira del fútbol. Pero dejó una huella imborrable en el fútbol español. Ya en el crepúsculo jugó dos temporadas en el Madrid (ganó dos Ligas) y tres en el Atlético (dos Copas), con roces con Mendoza y Gil. De él decía Luis Aragonés que era el único futbolista que entrenó que hacía con el balón en los pies exactamente todo lo que él visualizaba desde el banquillo.

Su carrera como entrenador ya se ha glosado estos días. De sus dos años en Jerez se le pegó algo de acento andaluz. Quizá su minibiografía en twitter le defina perfectamente. "Entrenador por profesión y futbolista por devoción. Alemán de nacimiento y español de adopción". Los jugadores hablan, mayoritariamente, de trato cercano. Juega al golf, como Pellegrini. Apareció en Sálvame y últimamente ejercía de comentarista en Onda Cero. Bernardo, todo un carácter.

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