Con moral y con Morales (1-3)

Rayo-malaga

El chileno, con dos pases de gol y un bello tanto final, rubrica un notable triunfo en Vallecas Pellegrini jugó sin punta puro y la jugada salió bien.

J. M. Olías

Madrid, 30 de marzo 2013 - 17:59

El Málaga juega de manera paralela tres Champions. Una en los despachos, con dependencia de esa sanción de la UEFA y el arbitrio del TAS. Otra con rivales continentales, con esa ilusionante eliminatoria de cuartos en el horizonte ante el tremendo Borussia Dortmund. Y la última, quizá la más importante para la pervivencia deportiva de este proyecto jamás visto por esta ciudad, en la Liga, con una jauría de equipos frotándose las manos ante la supuesta caída malaguista para asaltar esa cuarta plaza, el maná para los clubes terrenales. No aún, no pueden cantar victoria. Tras mes y medio sin vencer en Liga (el último triunfo databa del 16 de febrero ante el Athletic), desde justo antes de visitar Do Dragao, un golpe de pecho y en la mesa para decir que el Málaga no renuncia a la próxima Champions, al contrario. Tras dos puntos de 12 posibles, un triunfo en Vallecas.

El Málaga, pues, también está vivo en la Champions de la Liga. Lo demostró en el barrio madrileño, territorio comanche donde no se había ganado jamás en Primera. 1-3, average particular incluido en la buchaca tras el 1-2 en La Rosaleda, con la revelación de Pedro Morales, que en su primera titularidad fue absolutamente determinante. Dos asistencias a balón parado, falta lateral y córner, para que Weligton y Baptista cabecearan a la red. Y un postrero latigazo desde más de 25 metros que sentenció. La falta de ritmo, quizá una lentitud que dificulta la optimización de sus cualidades para este nivel de fútbol, hace que aún no se tenga un concepto claro de su dimensión real como jugador integral. Pero su golpeo regala puntos, como en su día hacía, ahora menos por su escasa participación, Duda. Es diestro, pero sus balones llevan el mismo veneno y ofrecen los mismos réditos.

Morales rubricó un resultado magnífico, pero se observó el Málaga pétreo, difícilmente penetrable, de los mejores días. El mismo que, en el zarandeo de Oporto, salió vivo por sus mecanismos defensivos y su fortaleza. Lucen más las genialidades de Isco y Joaquín, que ayer vistieron más mono que frac. Pero la labor defensiva y de los mediocentros fue notable, como suelen. En un campo complicado, con un rival que aprieta y sube las líneas, Caballero no tuvo más de tres invervenciones serias. En su línea de sobriedad tras el fallo del Espanyol.

El Rayo fue, en La Rosaleda, uno de los equipos ante los que el Málaga más inferior se sintió. Pellegrini, lo reconoció tras el partido, optó por renunciar a un nueve puro, sin Saviola y sin Roque, para ganar el centro del campo, para que la superioridad del Rayo de la ida no fuera tal en su cubil vallecano. Con la alineación en la mano se presuponía que Baptista sería el falso nueve, el Messi del Barcelona o el Fábregas de la selección. Pero, ciertamente, se observó más a Joaquín más adelantado durante más tiempo. Los dos se colocaban en paralelo a la hora de presionar a la defensa, ocupando más metros. En cualquier caso, con el clásico baile de posiciones en los esquemas de Pellegrini, con Morales a la derecha e Isco a la izquierda. Y la pareja Toulalan-Iturra de filtro.

Con el sugerente partido del miércoles en La Rosaleda era tentador pensar en un Málaga taciturno, pero la respuesta de los de Pellegrini despejó dudas. Su columna vertebral (Demichelis-Toulalan-Isco-Joaquín) estaba en el campo, síntoma de la importancia que el chileno otorgaba al encuentro. Tras un eslalon de Piti y una cantada de Demichelis al sacar el balón jugado, solventada en el alambre pero de manera legal, el Málaga le tomó el pulso al partido. Morales, al estilo de un pateador de rugby, sacaba todo balón parado con peligro. Córners y faltas laterales eran suyas, es su toque distintivo. En la segunda, Weligton se las apañó para cabecear, fenomenal, solo en el segundo palo el caramelo del chileno. Poco después, penalti muy dudoso de Caballero a Tito. Pareció piscinazo del lateral rayista. Afortunadamente, Iglesias sólo sancionó con tarjeta amarilla. El balón no iba en dirección a portería, cierto es. Transformó Piti. Poco después, mano de Gálvez en su área y muy posible derribo a Morales en la continuación de la jugada no señalados.

Con ese regusto amargo el partido se fue al descanso. El Rayo arriesga y deja espacios. El Málaga hurgaba, pero no tenía la precisión necesaria en el último o el penúltimo pase para ser dañino. Pero manejaba el equipo de Pellegrini. Y si no es en jugada, pues a balón parado. Otra vez Morales la coge en el córner y la pone en el punto de penalti con la fuerza precisa. Cabezazo poderoso de Baptista, picado e inalcanzable para Cobeño. Año y medio después de aquella mágica chilena ante el Getafe, el grito liberador de La Bestia se oyó hasta en Málaga. Con 1-2, Pellegrini dio descanso a Baptista, Isco y Joaquín. Y su equipo gobernó. El Rayo, con Piti menos revoltoso y Baptistao anulado, llegaba por la propia idiosincrasia de Vallecas, pero el Málaga tenía una marcha más. No mataron Baptista, Santa Cruz y Piazon. Pero sí lo hizo Morales, en la última muestra de su catálogo, con un trallazo seco y a media altura desde casi 30 metros. Fue su partido. Morales trajo un cargamento de moral.

stats