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El recluta Kuzmic pasa de puntillas

  • El bosnio alternó detalles y bisoñez en el test del Carpena, que se rindió a Jiménez

Desde el morrillo a los brazos cruzados, en sus charlas vehementes y hasta en la mirada recta que no pueden suavizar sus gafas, Jasmin Repesa te hace erguir la posición con solo cruzar el campo visual. Aires de sargento en un tipo que no obstante dialoga y ofrece la oportunidad de la cercanía, aunque sea solo para someterte a examen. Aires de esa suerte de sargento que o te hunde o te enmienda. Cabe imaginarse ante él a Ognjen Kuzmic, con ambas hipótesis como factibles. Ayer era un examen casi con el rabillo del ojo. Conociendo el listón del técnico cajista, se llevaría muchos aspectos que pulir de un tipo con marchamo de recluta aún muy novato. Del gigante bosnio se espera que rellene de baloncesto ese tremendo 2.14. Ayer pasó de puntillas por el Carpena. Apenas dejó algún detalle, continuamente recordó que tiene que aprender muchos conceptos del juego. Un día muy verde: su rendimiento, el futuro que espera en Unicaja, su temporada de rodaje en la Penya.

Completó más de 18 minutos, lo firmarían los técnicos de Unicaja cada domingo. Cuatro puntos (2/4), tres rebotes, cuatro faltas, una asistencia. Un 3 de valoración que hace justicia a su rol discreto. Casi desapercibido en ataque, blando en la defensa ante los altos de Unicaja, Perovic, Zoric, Fran Vázquez. Mirada asustadiza, a veces dando la sensación de verse superado por la escena, y demasiada preocupación en leer los movimientos del choque, el test técnico-táctico. Cayendo así en ese mal endémico del jugador grande incorporado a edad tardía al baloncesto: olvidar lo intimidatorio que puede llegar a ser su físico. La disciplina en este baloncestista de formación militar queda clara: en casi dos años ganó más de 15 kilos, tal y como le habían recomendado en la cantera; ahora intenta dar sus pasos asimilando el juego.

Talento hay. Fluyó en un magnífico pase picado para Gaffney a falta de casi seis minutos para el fin del tercer cuarto. O en la buena lectura del pick and roll de Oliver para hundir el aro y poner al Joventut tres arriba en los momentos más calientes del último cuarto. Pero se le achaca más intensidad en el cuerpo a cuerpo. Lo vio con veteranía Fran Vázquez, que resucitó ante las concesiones del bosnio. Seis, más de la mitad de los puntos del gallego, llegaron pasando por encima de Kuzmic. Menos partido le sacaron Perovic y Zoric, aun siendo superiores. El ex del Barcelona le ayudó con una lección. A casi dos del final para el primer cuarto, Kuzmic hace un buen movimiento ante el serbio, pero le falta fe para ir a colgarse de la canasta. Falla el gancho y la jugada posterior cambia los roles. Perovic le enseña cómo hacer el reverso para procurarse un tiro fácil y anotar.

Las cuatro faltas con las que acaba Kuzma son delatoras. Una cuerpeando con Perovic, manotazo tardío a Lima, mala salida en los bloqueos a Urtasun y Calloway. Pero el hijo de Kosta Jankov sabe que está en fase de aprendizaje y que si lleva el dorsal 52 es por el puesto en el que le draftearon los Warriors. También que sus 22 años son ficticios, que sobre la cancha son menos por haber llegado a la canasta más tarde que los otros niños. Confía en su disciplina, que le lleva a trabajar más horas al día que otros compañeros, para recuperar el tiempo. Esa disciplina que lleva en las venas, cuando Jankov se lo llevó a Finlandia a jugar entre tipos que alternaba el fusil y la bola. Ayer solo era un examen más.

La bisoñez de Kuzmic apenas le reportó aplausos cuando entró a falta de 3:56 del primer cuarto. Sonaron a poco porque el Carpena había sido un estruendo en la presentación del duelo. Con Fran Vázquez, el hijo pródigo que vuelve para ser capitán. Pero más significativamente con Carlos Jiménez. Reventó el Carpena porque quería que el madrileño no se retirara nunca. Insistió mucho en su vuelta Repesa, que creyó ciegamente en su aportación, mucho más de lo que Jiménez parecía creer en sus músculos. Y se llevó para casa otra de esas tarjetas tan suyas llenas de intangibles. 14 de valoración en un minuto menos, solo un tiro de campo. El chantaje emocional salió de fábula. Con él coincidieron los mejores momentos de defensa para salir corriendo al contragolpe, el rebote decisivo en la crisis de tiro libre final del capitán, el efecto contagio para el grupo de su infatigable bravura.

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