El show del 9

Cualquier espectáculo futbolístico es menos sin el estruendo del gol, que es el fin último. Hay estadios y propuestas que garantizan casi en plenitud que al menos uno podrá verse y fiestas a priori sosas sazonadas por esa súbita aparición. La Rosaleda, teatro de ilusión y aplausos esta temporada, propone hoy una función muy optimista. Baha, Negredo, Salva y Hugo Sánchez invitan a la presencia, a pensar en un domingo de fruición deportiva.

Son demasiados egos potentes como para que fallen todos. Los máximos anotadores de cada equipo, un entrenador cuya metodología emana de su exitoso pasado como goleador y uno ansioso por demostrar en su retorno a las convocatorias que aún le quedan presente y futuro.

De inicio, Baha y Negredo, físicamente dos bestias. 18 goles entre ambos (diez del almeriense), la punta de lanza que permite vivir a Málaga y Almería con menos sobresaltos de los que dicta su historia. Saltarán al césped con rabia. En clave blanquiazul, el franco marroquí intenta quitarse el complejo de angustia que le viene de haber marcado sólo un gol en las últimas cinco jornadas; por su parte, Negredo vivió de forma agridulce su regreso al gol en Valencia ocho jornadas después. Su doblete no valió para puntuar, un dogma que se repetía a principios de la temporada, cuando sus tantos suponían el 80% del oxígeno almeriense en la tabla.

Será un bonito duelo a lo largo de los 90 minutos y una garantía casi absoluta de que el marcador de Martiricos tendrá trabajo. Si eso falla, habrá que mirar al banquillo. Allí estará por fin Salva, que ve la luz al final de su enésimo túnel. Hace tres días se cumplió un año de la primera lesión de su carrera, el origen de un calvario infinito que intenta enterrar de nuevo. El maño quiere olvidar su presencia fugaz en el encuentro ante el Valencia y Tapia lo ha vuelto a citar confiando en que despierte su biotipo de delantero único: un rematador que sabe buscarse la vida por sí mismo y capaz de sacar petróleo de los escenarios más cerrados.

En el banquillo estará otro goleador, pero con traje de chaqueta. Se trata de Hugo Sánchez, de profesión entrenador pero aún con alma futbolista. Su mensaje ha calado desde el primer día en su plantilla, que se ha agarrado a sus preceptos a pies juntillas y ha dejado clara su lejanía con las ideas de Gonzalo Arconada. Los resultados todavía no son los más óptimos, si bien parece que el Almería vuelve a nadar en el ambiente más propicio para que la calidad de los Negredo, Kalu Uche, Crusat o Corona salga a relucir de nuevo. De hecho, el técnico mexicano anda como loco por lograr una victoria a domicilio que dé ese impulso de fe definitivo para volver a mirar hacia arriba. El dato es demoledor: desde que conquistaron los tres puntos de San Mamés en la primera jornada, nada de nada.

En toda esa fiesta no hay que olvidar a otros protagonistas de segunda línea, como los últimamente renacidos Kalu Uche o Albert Luque, ni las fobias de ambos técnicos. Que a Antonio Tapia le quita el sueño el juego aéreo de Negredo -más aún viendo los boquetes que produjo la semana pasada Fernando Llorente, tanto en el remate directo como en la generación de segundas jugadas-, Hugo Sánchez intenta aleccionar a los suyos para que no cometan muchas faltas al borde del área que puedan seducir al portugués Duda.

Todo en pleno ambiente festivo gracias al pulmón en el que se ha convertido La Rosaleda y el desplazamiento de aproximadamente un millar de seguidores del Almería. Eso sí, el premio continúa siendo mucho más sugerente para el Málaga, que una semana más tiene a tiro una más que factible opción de colarse entre los puestos de UEFA. Resulta curioso, ya que los blanquiazules viven cerca de Europa pero hablan de permanencia; Hugo, que anda más próximo a Osasuna que al Deportivo, ni menta la palabra salvación.