De usted a usted (2-4)
Copa del rey
Noche antológica de fútbol: el Málaga obligó al Barcelona a exigirse el máximo para revertir la eliminatoria. Por dos veces empataron los blanquiazules, que se quedaron sin gasolina.
El Málaga obligó al Barcelona a jugar por encima del cien por cien. Hacerle eso al mejor equipo del mundo lo eleva automáticamente a mejor equipo de la galaxia. Y hasta ese Barcelona sufrió con los de Pellegrini, que hicieron sentir orgullosos a sus aficionados como pocas veces antes. Se esfuma el título, el físico. El honorífico se puede guardar en las vitrinas. Si algún día los catalanes quieren un sparring que sirva para hacer crecer su nivel, pedirán al equipo de Pellegrini. Ambos jugaron con frac. El de unos acabó ajado, el de otros, encharcado. Gloria a los blanquiazules, que participaron con honores en uno de los mejores partidos de la historia de Martiricos.
Iniesta, campeón del fútbol sobre baldosas, celebró el 2-3 casi con más rabia que su gol en el Mundial. Cada tanto azulgrana les hacía soltar aire. Messi necesitó 80 minutos para marcar. Y Cesc dio otro recital de socio perfecto. Aun con esos cañones, el Málaga, sin Isco, sin Toulalan, sin Baptista, les apretó hasta la extenuación y sólo cedió ante el bajón físico a su tremendo esfuerzo.
Fue un partido de la Copa antigua, tú me amenazas, yo te replico. Cuánta valentía tiene este Málaga, que redobló los esfuerzos para partirse la camisa en ataque y defenderse como en un callejón atrás. Apretó el Barça, le empujó siempre hacia la cornisa porque Roura, el escriba de Vilanova, no se dejó un cartucho de dinamita. Y el equipo deambuló en la intersección del reglamento, los cortocircuitos de Mateu Lahoz y las genialidades de Iniesta. Messi, naúfrago en punta, se retrasó entre líneas para pedir en la barra libre. Marcó Pedro, en la primera fractura, pero no hubo eclipse. Lo del Camp Nou no fue casualidad, el Málaga levantó la rodilla del suelo más encorajinado, sin irse de la elevada dimensión culé. Y tejió una contra, la primera, letal, como hacen los grandes. En un visto y no visto, de Iturra a Joaquín medió una asistencia del Duda de antes. Pinto no la vio salir; es difícil pillarle el truco a Joaquín, prestidigitador del área. Empate, ambos con fallos arbitrales. Tú me pegas, yo te contesto, Mateu chirría.
Con la grada en fuego y el campo en hielo, ambos equipos decidieron marcarse un partidazo. Se perdió el Barcelona en protestas y aspavientos, claro síntoma del daño que le hacía el Málaga, fino en el ataque y guerrero en cada bola, aunque con alguna fuga. Cada ataque era un paro cardíaco. Iniesta, tras danzar con Messi, al larguero; Kameni haciendo lo que ningún portero puede con Messi, reducirle el radar a un orificio; Pinto sufriendo en dos tiempos con el tiro de Camacho. Y al tercer parpadeo, minuto 45, 41 de ellos con el Málaga clasificado. Un clínic mundial de cómo tutear al Barcelona, de cómo exigirle su máximo para, ni aun así, cantar victoria. Y puede que la mejor primera parte del curso. Cuántos pueden presumir de eso; es una pregunta retórica.
Otra vez, la tercera en el triplete de enfrentamientos, una desatención deshizo la partitura. Piqué se quedó descolgado por una acción anterior y Weligton no se percató. Iniesta trazó el enésimo dibujo perfecto y allí acolchó el padre de Milan para dejar clavado a Kameni. Otro muro que escalar. Se abrió un boquete en el surtidor blanquiazul y apretó el acelerador el Barcelona, que convirtió sus contragolpes en películas de miedo. Un Weligton providencial sostuvo la bandera. Programados para machacar a los catalanes, el Málaga demostró que tiene más agallas que pulmones. Porque cuando flaqueaba, con Messi e Iniesta montados en su auriga del fútbol, se levantó del suelo asestando un sopapo en plena mandíbula. Con Cesc revolcado por el suelo, los blanquiazules no la echaron fuera, como tampoco ellos en la primera parte. Salió un contragolpe de dulce. Santa Cruz, un respirador artificial bajando balones del cielo y tirando del equipo hacia Pinto, controló y se transformó en el matón del Bayern. Chut seco, poste y gol. Prórroga temporal, sueño que no acaba. Otra sinfonía de Pellegrini.
Quedaban 15 minutos de héroes, pero las fuerzas apenas le permitirían sostenerse en pie al Málaga. Llegó el vendaval del trío de ataque y se esfumó el sueño. Pero de pie cayeron los blanquiazules en la que será una de las derrotas más victoriosas de su historia. Una noche de fútbol total.
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