Málaga-sevilla

La zurda vitalicia (3-2)

  • Duda, doblete y asistencia, tira del Málaga para remontar un partido previamente revertido por el Sevilla Amrabat encantó en su estreno y Samu encendió la chispa con un golazo.

Esa zurda está muy viva. Quizá a alguno no le baste un partido de homenaje al portugués cuando se retire. Habrá quien no se quede satisfecho con retirar el 17. Algún inconsciente pedirá que se le invite a donar su pierna izquierda al museo. Puede que hasta alguno sueñe con colocársela en sustitución de la suya y probar a lanzar un falta o colocar un centro, a ver cómo es esa sensación de tener un robótico cañón. Esa zurda, como las colas de las lagartijas, tiene vida propia. Y la tendrá el tiempo que quiera. Porque ha vuelto a refulgir cuando a principios de temporada se veía el fútbol de Duda con la lengua fuera, cuando pocos apostaban por él. Con la ración de nuevas incorporaciones invernales le mostraba el camino al banquillo. Esa zurda desparramó anoche por La Rosaleda adrenalina y endorfinas a partes iguales. Para firmar una victoria leonina.

Duda, que ayer marcó su primer gol de penalti 266 partidos después, ya hasta se asoma al tope goleador que siguen marcando Dely Valdés y Darío Silva. Bárbaro. Se echó el equipo encima en el arranque, para enchufar a los compañeros y la grada en el partido, puso la ventaja con un penalti que él mismo se fabricó y, cuando parecía desaparecido, construyó la remontada con un buen centro para Duda y una gran definición que selló una remontada impensable como respuesta a la previa del Sevilla.

Cuesta ordenar la locura de un partido nada bello pero altamente emocionante. Parabienes sobran: el primer triunfo del año al fin, un bocado importante para alejar las fauces del descenso, otro entrada torera de Samu al terreno de juego, las formas para reforzar la moral del equipo. Y, cómo no, el excelente debut de Amrabat. No venía sobrado físicamente, pero dos entrenamientos le bastaron a Schuster para darse cuenta de que es un futbolista diferencial. Si Duda fue la brújula, el holandés no le fue a la zaga. Batman y Robin, el veterano y el nuevo, un equipo bien compenetrado. Personalidad, explosividad, buen regate hacia dentro y hacia fuera el augurio de una acertada incorporación. La Rosaleda acabó entregada a él; no fue el héroe porque Duda eclipsó a todos, aunque tiene pinta de que otro día sí lo será.

Lo mejor de Schuster también apareció. Si el once demostró tremenda competitividad en la primera mitad, en la que la pasión del Málaga apagó a un Sevilla que venía con buenos biorritmos, luego anduvo fino con los cambios. Samu y Pablo Pérez también ayudaron a poner patas arriba a los de Emery. El malagueño tiene estrella y clase, la mezcla de ambas cosas depara goles como el que rescató ante el Betis y rescató ante el Sevilla; puso el 2-2 cuando el equipo estaba noqueado ante la remontada hispalense. El argentino ofreció sus primeras gotas de calidad, las que se le piden: una magnífica asistencia con el exterior del pie (con la colaboración de la inoperancia de Alberto Moreno) habilitó el tercero, la locura de un estadio que se merecía una noche así.

Acabó el partido en el callejón, con Schuster forzando una expulsión para matar el descuento tirando de experiencia. Y con un guión impredecible. Porque si causó una extrañeza tremenda que el Sevilla le diera la vuelta a un partido justamente encarado por el Málaga en la primera mitad, cuando Rakitic al fin gobernaba el duelo llegó ese coraje para revertir un escenario que se había puesto bastante complicado. La derrota temporal anunciaba una de esas peligrosas dinámicas que se llevan por delante a los equipos; del mismo modo que la remontada insufla un brío que, junto a las nuevas incorporaciones, debe ser la chispa que permita al Málaga relanzarse en la clasificación.

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