Paula Ortiz. Directora de cine, guionista y profesora universitaria.

"La cultura ha sido considerada un ornamento, no un eje estructural, que lo es"

  • Expresa que "'La Novia' no tenía recursos como para la propuesta que se quería hacer". Apunta que es la docencia la que la retroalimenta, "me obliga a estudiar, a leer, a ver por dónde van los tiempos", explica.

Paula Ortiz (Zaragoza, 1979), con sólo dos largometrajes en su haber, forma parte del grupo de directores emergentes del cine español. Con De tu ventana a la mía (2011) fue nominada al Goya al mejor director novel y con La Novia (2015), una adaptación libre de Bodas de sangre de Lorca, recibió hasta 12 nominaciones a los últimos Goya, aunque finalmente sólo obtuvo dos. Profesora universitaria, el trabajo del que vive, considera de momento el cine como un trabajo eventual.

-En Bodas de Sangre, además del amor, que es atemporal, ¿qué más cuenta esta historia que interese ahora?

-Bodas de Sangre es un precipicio al que te asomas y nunca ves el final. Porque habla del amor, de la muerte, de la enfermedad, del odio, de la culpa. Es una tragedia, lo que no sólo quiere decir que acaba mal; las tragedias son experiencias catárticas muy extremas emocionalmente para llevarte a un final donde se abren las grandes grietas, las grandes preguntas éticas. Al final todas las tragedias hablan de si podemos vivir sin dolor y de cómo podemos vivir.  Suelen ser relatos nacidos en tiempos de crisis, como los tiempos que vivió Lorca, momentos de destrucción que alumbraban reconstrucciones. Éste es un momento parecido.

-Durante el rodaje y el tiempo que pasó hasta los Goya ¿cuál ha sido su mayor aprendizaje? ¿Con qué se queda y qué ha aprendido que va a rechazar?

-Muchas cosas, de ambas. Lo positivo ha sido el proceso de adaptación, pues inicialmente nos metimos de una manera muy pasional, muy inconsciente. He aprendido mucho del universo de los personajes femeninos, a trabajar con esas potencias tan maravillosas y tan terribles, tan luminosas y oscuras. Antes de empezar no veía lo fuertes que eran. También he aprendido a decir que no antes. Ha sido una película extremadamente difícil porque no contaba con los recursos para la propuesta que se quería hacer y eso ha hecho que lo pasáramos muy mal; en muchos momentos tenía esa sensación de "ahora mismo no hay película", y eso es tremendamente frustrante, genera mucha ansiedad.

-Ese momento en el que se sienta por primera vez a ver su película entera ¿qué siente?

-Del tirón no la llegas a ver nunca, porque tú has construido las piezas. Es difícil que tú tengas la experiencia que tiene el espectador, por eso siempre estás tan inseguro. Muchas veces no me puedo emocionar como se emociona quien no la ha visto nunca. Sí que hay momentos especiales, como cuando le colocas la música. Quizás con el tiempo, pero tiene que pasar mucho, y la verdad es que luego me da mucha pereza volver a ver mis cosas.

-Cuando está en plena vorágine de rodaje, montaje, estrenos..., compaginarlo con la vida académica no debe ser fácil. El cine ¿la aleja o la acerca a la universidad?

-A mí me acerca, y mucho. Cuando llevo mucho tiempo de rodaje pienso: "Lo único que quiero es volver a clase" (risas), pero me pasa al revés también, cuando llevas mucho tiempo en la rutina lo único que pienso es en hacer otro proyecto. En mi caso me retroalimenta la docencia porque me obliga a leer, a estudiar, a ver por dónde va la sensibilidad de los tiempos. Además, creo que a los profesores siempre se nos debería obligar a hacer cosas.

-Como educadora y cineasta ¿cree que hace falta hacer un hueco al cine en la educación?

-Sí, porque en la educación básica, en la obligatoria, en asignaturas como Lengua y Literatura se enseña a escuchar, a leer, a analizar..., pero yo creo que ahora cualquier persona consume más textos audiovisuales y no son conscientes de en qué piezas se construyen, de cómo te van haciendo una sintaxis, un discurso... Esto forma parte de la alfabetización actual, dar el código de la televisión actual a través del cine, de la televisión...

-¿Es verdad que no cobra por dirigir?

-No, no, no. Eso se ha repetido varias veces, pero no es así. Yo dije que a día de hoy no vivo del cine, que no es lo mismo que no cobrar. Al principio tuve que invertir, con mi trabajo, pero ahora he cobrado por él. Vivo de dar clases y he hecho un trabajo eventual.

-De todos modos el cine español no goza de muy buenos presupuestos, ¿qué cree que hay que hacer para mejorarlo y de quién cree que depende?

-El cine es arte e industria, e implica un montón de áreas y dinámicas muy complejas. Creo que a nivel creativo está en un buen momento de imaginación y que hay gente muy preparada, lo que pasa es que hemos vivido un momento en el que no sólo el cine, sino en general la cultura, ha sido considerada un ornamento, y no un eje estructural de la sociedad, que lo es.

-¿Tienen las mujeres que demostrar que pueden manejar películas con altos presupuestos?

-En España y en Estados Unidos las grandes productoras de los grandes grupos no consideran a las mujeres, a pesar de que las grandes productoras, las grandes directoras y las grandes guionistas tienen muy buenos resultados en taquilla y en festivales. Hay películas de grandes presupuestos dirigidas a públicos femeninos que ni siquiera se plantea que las dirija una mujer.

-Un hombre, delante del cartel de su película, ve una historia de amor, una chica de protagonista y una directora, y decide que no es para él. ¿Hay un problema?

-Sí, no es capaz de identificarse. Esto es una cuestión totalmente educacional. ¿por qué creen que el patrimonio del amor es de las mujeres? ¿Es que no lo viven? Si luego son muchas veces los primeros que se enganchan... A los hombres a veces no se les deja desarrollar una sensibilidad femenina y mostrarla, algo estamos haciendo mal.

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