EL guión se cumplió, tal y como estaba previsto, sin una sola sorpresa. Mañana, con la segunda votación, nos colocaremos en la vía que nos llevará inevitablemente a las terceras elecciones a no ser que en los próximos dos meses ocurran acontecimientos que cambien sustancialmente la situación y que en estos momentos no están en las previsiones de ninguno de los partidos representados en el Parlamento. En la sesión celebrada ayer en el Congreso de los Diputados, y en la posterior votación que certificó el fracaso de la investidura de Mariano Rajoy, nadie se movió de sus posiciones y el bloqueo institucional se consagra como la realidad política que tendrán que seguir soportando los españoles no sabemos durante cuánto tiempo. Pedro Sánchez, el dirigente socialista que peores resultados ha cosechado para su partido a lo largo de la historia de la democracia, hizo gala de la cerrazón en la que parece definitivamente instalado y no dio la menor opción para sacar al país de la parálisis política provocada por la falta de cintura negociadora de los partidos políticos. En estos momentos la pelota está en su tejado. Rajoy, el vencedor de las dos consultas que se han celebrado en el último año, tampoco es que hiciera en la tribuna de oradores un esfuerzo desmesurado por atraerse la voluntad del primer partido de la oposición, sabedor de la inutilidad de cualquier esfuerzo en ese sentido. Pero en estos momentos, el bucle del que los dirigentes políticos parecen dispuestos a no salir tiene un destacado responsable y ese es Pedro Sánchez. Tras el debate de ayer en el Congreso, el dirigente socialista debería aclarar de una vez por todas qué es lo que piensa hacer a partir de ahora y si se propone intentar una mayoría alternativa sumado a la extrema izquierda y a los separatistas, un disparate que España terminaría pagando muy caro. Así las cosas, ¿qué cabe esperar a partir de ahora y durante los dos meses que restan para evitar las terceras elecciones? ¿Alguien en el Partido Socialista va a hacer algo para reconducir la situación? ¿Va a esperar Rajoy a que las elecciones vascas pongan al PNV en la posición de poder llegar a un acuerdo a la desesperada con el PP que será muy difícil de explicar a la opinión pública? Desgraciadamente, nadie tiene respuestas ahora mismo y todo apunta a que no hay ninguna solución fácil o previsible, lo que nos abocaría a una nueva convocatoria electoral y un ridículo nacional e internacional que no tiene precedentes desde la muerte de Franco. Mientras, la política y los políticos siguen degradándose a los ojos de la ciudadanía.

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