Crónica personal

Difícil salida

SI no ocurre algo imposible de predecir en estos momentos, Pedro Sánchez habrá cumplido hoy su segundo objetivo: no pasar a la historia como el único candidato que perdió una investidura. Pírrico objetivo, eso sí, pero le consuela de no haber conseguido el primero: convertirse en presidente de gobierno.

Todavía no se ha escrito el capítulo final de esta historia, Rajoy aún puede ser elegido después de las vascas y gallegas, e incluso podría serlo el propio Sánchez, aunque no lo merece.

No lo merece porque ha perdido las elecciones en dos ocasiones, con la heroicidad de protagonizar los dos peores resultados del PSOE, y además porque en las últimas semanas ha mantenido una actitud absolutamente rechazable: no aceptar su resultado de las elecciones. La verdad pura y dura es que se niega a admitir que el PP ha ganado sobradamente y, para más inri, ha llegado a la investidura con un pacto que suponían 170 votos. Que Pedro Sánchez acusara de traidores a quienes no le facilitaron la investidura con solo 131 votos detrás es como para hacérselo mirar.

Su actitud cerril hace pensar que hay muy difícil salida a la situación actual. Sánchez se niega a todo: no a Rajoy ni a cualquier candidato del PP; no a que un nuevo Comité Federal se pronuncie a favor de que la abstención de once diputados socialistas permitan el gobierno de Rajoy; y no a que Sánchez intente formar Gobierno. Bloqueo sin paliativos, que aboca a unas terceras elecciones … que Sánchez tampoco quiere. A ver cómo se come eso.

A un socialista de los que cuentan con trayectoria importante detrás, le preguntaba esta periodista si no cabía la posibilidad de que esos barones que tanto se duelen de lo que ocurre se pusieran de acuerdo para pedir a once de sus diputados que se abstuvieran, y respondió que eso no estaba en la cultura del PSOE. ¿Está en su cultura respaldar a un secretario general que no acepta el resultado de las urnas? ¿Está en su cultura no mover un dedo para cortar las alas a quien suma fracasos sonados, a quien mira con ojos golosos a un partido chavista, a quien marca distancias con los dirigentes regionales que no practican el seguidismo incondicional? Pobre PSOE.

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