España

Editorial: Cataluña dice no a la independencia

EL independentismo catalán fracasó ayer en su intento de usar las elecciones al Parlamento de Cataluña como un referéndum previo a una declaración unilateral de independencia. Con sólo el 48% de los votos, las dos formaciones que han apostado por separarse definitivamente de España, Junts pel Sí y la CUP, se han quedado lejos de lograr una mayoría que justifique un proceso de la trascendencia histórica como es la secesión de esta comunidad autónoma. Además, estas dos formaciones han logrado sólo 72 escaños, dos menos que los 74 que alcanzaron CiU, Esquerra y la CUP en las elecciones a la Generalitat de 2012.

Lo que sí ha conseguido el todavía presidente en funciones de la Generalitat, Artur Mas, es llevar a Cataluña a una situación de dificilísima gestión política. Junts pel Sí -una amalgama de conservadores, izquierdistas e ilusos sentimentales- no ha sacado mayoría absoluta en escaños y necesitará de los votos de la CUP -un partido de extrema izquierda cuyo lenguaje político recuerda épocas muy pasadas- si quiere sacar adelante a un candidato a la Presidencia de la Generalitat. Si tenemos en cuenta que la formación liderada por Antonio Baños ha dejado muy claro que nunca apoyará a una candidatura de Artur Mas, podríamos concluir que su final político está muy cerca, aunque eso es siempre difícil de afirmar cuando hablamos de un político tan resbaladizo y camaleónico como es Mas.

Ahora bien, sería un auténtico error ningunear los resultados que obtuvieron ayer las fuerzas independentistas, que han sido apoyadas en las urnas por 1,8 millones de personas. Es verdad que han perdido el plebiscito que ellos mismos se empeñaron en crear, pero han ganado las elecciones y eso no hay que olvidarlo. En los próximos días habrá que estar muy atentos a los movimientos y señales que emitan, y el Gobierno de España debería emplear toda su capacidad de persuasión para atraer y moderar a los menos exaltados del independentismo.

Las elecciones catalanas también han supuesto la consagración definitiva de Ciudadanos como formación con serias posibilidades de influir en la política nacional en su conjunto. Frente a un PP que ha quedado como quinta fuerza política, C's se erige como segundo partido más votado (25 escaños y más de 700.000 sufragios) y, lo que es más importante, como fuerza que aglutina a la mayoría de personas que sienten su españolidad con especial intensidad.

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