Feria de Málaga

Una Feria hecha a mano

En días de Feria es mala costumbre madrugar. La fiesta se alarga hasta altas horas de la madrugada y después de trasnochar la actividad diaria comienza algo más tarde. Por eso, ya a media mañana, los puestos de los aledaños del centro se preparan para una nueva jornada y abren sus puertas, los bares sacan las sillas y las mesas a las terrazas y los distribuidores recargan todo el alcohol que se gasta casi sin control en estos días; también lo hacen las carpas blancas que se han instalado este año por primera vez en un lugar simbólico de Málaga, la Plaza de la Merced. Pero sus responsables no ponen al público cerveza, ni tan siquiera el vino dulce típico de estos días, sino todo lo contrario: fruta, productos ecológicos y artículos fabricados artesanalmente son el reclamo para los que prefieran una Feria relajada y sana.

A partir de las 12 este espacio con aire alternativo, casi un oasis de tranquilidad en comparación con el bullicio de las calles colindantes, arranca con una actividad hasta ahora desconocida en Feria. Y parece que este resquicio de paz gana adeptos cada día. Familias enteras paseando al sol de la mañana, grupo de turistas tomando fotos de los puestos, personas mayores disfrutando de un aperitivo en los bancos a la sombra es el público que lo frecuenta. El ambiente también tiene su propio carácter; nada de Juan Magan para amenizar el ambiente; la banda sonora que Picasso y Torrijos escuchan cada día son las suaves melodías de una coral, acordes elegantes de música clásica o sonidos venidos de otras partes del mundo, mucho ritmo étnico que le imprime un toque personal a este escenario de Feria.

Y es que muchos eran los que reclamaban que un lugar con tanta historia como La Merced no se convirtiera durante estos días en un simple botellódromo. "Al menos, hasta las 7 de la tarde, no entra todo la masa aquí, logramos preservar este ambiente tan agradable", comenta Ana mientras fabrica un colgante de cuero. Junto a ella Pepa, con un puesto de camisetas decoradas a mano, que ya piensa en futuras ediciones: "Como es el primer año que estamos en Feria tengo en promoción las camisetas con las flamencas, la montera y el capote. El año que viene haremos otras, con motivos de verdiales".

Bajo el lema Vitamínate para la mejor Feria del mundo ofrecen zumo de naranja recién exprimido Claudia, Alberto y Sebas, una familia de Coín que ven muy positiva la experiencia. "No he parado desde las 7 de la mañana que he ido a recoger las naranjas. Las personas ven el zumito y les encanta. Es lo suyo, que no solo sea refrescos y alcohol, que la gente también pruebe sabores naturales y frescos", aporta Sebas. Para otros, el beneficio pasa por hacerse un hueco en el mercado: "Ha sido una buena idea, está muy bien para los comerciantes para darnos a conocer y ofrecer otra perspectiva de Feria", apunta Nuria, de Gourmet Cash, un puesto que ofrece quesos artesanos y mermeladas fabricadas en Montejaque. En la misma línea se postula María, de Marvy Creaciones: "Hay que aprovechar esta semana que nos visita tanta gente, siempre algún recuerdito se llevan"; su compañera Virginia apuesta más por conservar el ambiente: "Me ha gustado que se rescate el concepto de Feria tradicional, yo recuerdo de pequeñita pasear por aquí con la familia, y eso ha vuelto; el ambiente es distinto".

Este nuevo espacio es todo un acierto, según los comerciantes y los visitantes, que esperan que la iniciativa no se quede en anécdota y se repita en las ferias venideras. "Esto ofrece un aire más alternativo a la Feria, le venía bien a Málaga que no sólo se diera una imagen de alcohol y borrachera", asevera Manuel al tiempo que mira los artículos de un puesto. "La plaza así está muy bien, tranquila y fresquita, puedes venir a pasear un poco, antes con el botellón era imposible", añade Isabel, que descansa a la sombra comiendo algo de fruta. Todo son halagos para un rincón que va camino de convertirse en el único remanso de paz de la Feria.

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