Toros en Málaga | Sexta de abono

Manzanares, composición y estética por segunda vez

  • José María Manzanares cortó una oreja de su primer toro que pudieron ser más de no fallar a espadas en el quinto

  • David de Miranda justificó su elección como sustituto de Pablo Aguado

  • El Juli vuelve a pasar desapercibido en su actuación en Málaga

Manzanares corta una oreja en una personal e inspirada tarde

Manzanares corta una oreja en una personal e inspirada tarde / Daniel Pérez / EFE

Se paseó la musa del figurismo. El público quedó embelesado por el cartel llamado a colgar el lleno que quedó en tres cuartos tras la baja de Pablo Aguado. Un año más, la Picassiana de Loren. El artista francés recreó en su obra al minotauro acogido por una treintena de colores. En la barrera, palmas de la libertad que hay que reclamar para la fiesta, pero si quieren más detalles, lean a Álvaro López. No fue la única excepción de la corrida. Fortes recogió el Capote de Paseo a la mejor faena de la feria de Málaga de 2018. El paisano pisando de nuevo su ruedo. Esta vez de calle. No caigamos en la frialdad de la equidistancia: algunos, desde el palco de prensa, no pudieron contener la ovación. Valga la referencia para uno que suscribe esto. A todo esto de los detalles, las cuadrillas podrían haber correspondido referidos ternos con el espectáculo. Por aquello de.

En cuanto al festejo, tres reses de Garcigrande y una de Domingo Hernández perecieron en la parte baja del acta de reconocimiento. Los primeros, por falta de características; el último, por no tener culata (vulg.). Entre los que sí aprobaron, lo de Domingo Hernández salió desigual. Flojo, faltos de casta y algunos de trapío. Hubo un sobrero de La Palmosilla.

El Juli lidió en primer lugar un gordo colorado al que Barroso picó bajo de primeras. Que el toro se llamara Fiera fue una broma del destino. Sin fuerza, gazapón, irregular. En línea recta y despegado lo llevó el torero cuando sonó la música –tampoco era para tanto-. Por el izquierdo sacó un par de tandas con las que conectó con el público. Tras ejecutar con desacierto la suerte suprema, el respetable sacó a saludar al de Madrid.

El cuarto causó un tremendo revuelo en el tercio de banderillas. Montes y Núñez pasaron en falso reiteradas veces. Soler estuvo sensacional con la lidia y David de Miranda salvó al tercero de la desgracia en un prodigioso quite de peligro. Ejemplo vivo de una palabra que toma sentido en sí misma. Algunos pensaron que aquel encuentro con el Vellosino el año pasado resurgiría pero, a poco, que le exigió por bajo, El Juli le pudo a Almirante y se desinfló. Ya van tres o cuatro años que la afición de Málaga ve al de Madrid golpear la muleta con la ayuda, un gesto con el que pretende decir “yo tenía ganas pero el toro…”. Algunos hasta aplaudieron, sin acordarse de que la elección ganadera fue motu proprio. En fin. Lo de siempre. Va siendo hora de que renazcan las reflexiones sobre ciertas cuestiones. En mano de la empresa queda.

David de Miranda justificó su presencia por segunda tarde consecutiva en Málaga David de Miranda justificó su presencia por segunda tarde consecutiva en Málaga

David de Miranda justificó su presencia por segunda tarde consecutiva en Málaga / Daniel Pérez / EFE

Manzanares lidió en segundo lugar a un negro mulato de justísima presencia. Tras un leve puyazo, unos aplaudieron; los otros pitaban. Las dos Españas. Compuso pronto la figura Manzanares, con tandas cortas y efigies erguidas. Un cambio de mano, dos tempos y la musicalidad del toreo. Las notas fueron blancas de silencio con la izquierda y pronto vio el alicantino que el crescendo sería derechista o no sería. Fueron varias por ese pitón con un buen calado, de elegante corte y recepción en los tendidos. Lo intentó recibiendo pero aseguró la oreja al volapié. Algunos pidieron las dos.

El quinto fue lidiado con enorme acierto por Daniel Duarte. Antes, Manzanares había hecho un personal recibimiento capotero por delantales. Pronto volvió el torero de figura esbelta y muletazo de sentido estético. Como siempre. La ralentización del tiempo en los remates. De los cambios de mano anteriores al pase de pecho a la hombrera contraria. A la tanda le faltó quizá esa calma en su conjunto pero el de DH iba muy en largo, con clase y sin permitir tirones. Le avisó dos veces. El último cambio de mano fue un olé al unísono. ¡Cómo se arrancó el toro en la suerte a recibir! La casta. Pinchó y dejó media. Ovación al quinto toro y a Manzanares que saludó.

El tercero, para David de Miranda, tampoco iba sobrado de trapío. Para más inri, el de DH metió los pitones en el albero y se partió ambas puntas. Protestaron algunos, que fueron menos de los esperados. Volvió a perder las manos y resonaron con más intensidad las palmas de tres en tres. Pañuelo verde. Salió un cinqueño de La Palmosilla. Prevaleció la voluntad del de Trigueros, que no se mermó ante la presión del cartel. Voluntarioso con el capote y activo en quites. Brindó al público y resucitó la figura estática. Una tanda por el derecho duró, se rajó y en tablas se sucedieron los muletazos hasta que tomó la espalda. Dos pinchazos y un bajonazo acabaron con David de Miranda saludando desde el tercio.

El sexto era fino de culata. Con muy poca fuerza que llegó a la muleta ahogado. Le empezó dando espacio y tiempo De Miranda. Perdió las manos, levantando los primeros amagos del fin de la tarde. Una tanda por el derecho sirvió para hacer sonar la música. Trasteó con suavidad por el derecho, sacando pases con la personalidad que, como decíamos ayer, oscilaban entre el pluralismo del frío valor y la calidez de la estética. Los naturales quedaron plasmados en el colorido ruedo malagueño. Aguantó varios ‘ay’ cuando el de DH se paraba en los remates. La personalidad está ahí, en bruto todavía. El invierno dirá. Volvió a pinchar y fue ovacionado.

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