El viernes despertaba con esa sensación de aprovechar las últimas bocanadas de las fiestas más esperadas. Desde el autobús podían verse las filas de mujeres vestidas con trajes de gitana hacia el Cortijo de Torres en lo que es la penúltima Feria de día.

En la entrada trasera del Real, turistas y malagueños posaban para tener los últimos recuerdos. Los carros de caballo esperaban a ambos lados de la calzada a la sombra de los toldos que cubren las calles del Cortijo. Carretillas con cajas de refrescos, agua y hielo van y vienen de los camiones a las casetas, que se aprovisionan para el gran viernes de Feria.

El ambiente al mediodía es muy distinto al que se vive por la noche. El sonido de las castañuelas se confunde con las sevillanas que se oyen de fondo. La sombra se agradece y se nota que el calor ha disminuido en Málaga. Quizá para dar un pequeño respiro en la recta final de la Feria de Málaga, aunque aún se podía ver algún abanico tímido.

Calle principal del Cortijo de Torres.

El día comienza de nuevo para las peñas del Real. Queda poco para finalizar esas fiestas que tanto habían esperado que llegaran. Algunos camareros animan a los transeúntes a entrar para disfrutar de una buena experiencia gastronómica malagueña.

A mediodía en la Peña A mi manera sonaba María del Monte mientras unos bailes sutiles precedían a la comida. Cántame por el camino y agarrao a tu cintura te canté a la sombra de los pinos. O de los toldos.

La Peña Palestina enciende sus planchas a la par que sus cocineras dan los cortes finales a un barreño lleno de patatas. “Las mañanas aquí tienen mucho trabajo porque nos gusta preparar las cosas naturales en el día”, comentaba Lucía, presidenta de la peña.

Agustina y Pepi preparando la comida en Peña Palestina.

En la Peña Los Corazones encaraban los últimos preparativos antes de la hora del almuerzo: última puesta a punto a las mesas y sillas para que todo esté listo a la llegada de los comensales.

En las calles del Real, el gentío comenta dónde comer: “En la caseta de más arriba hoy hay paella", "En la de más abajo hay callos", “Yo quiero pescaíto frito”, “En la peña de allí hay tapitas”. Peña parriba, peña pabajo, al ritmo de las más puras sevillanas, las peñas iban recibiendo a sus invitados.

En la Peña La Paz, los cantos de un coro rociero amenizaban la comida tanto de los que ya se encontraban allí como de aquellos que iban llegando. 

Coro rociero en la Peña La Paz.

La Peña Tiro al Pichón realiza los últimos cambios a los barriles para que no falte una sola cañita a los primeros comensales que quieran disfrutar la comida con ellos.

Un baile de Tiktok al ritmo de Despechá de Rosalía, iniciaba la jornada que abría la comida en la Peña Santa Cristina ante la mirada de los que pasaban por la puerta de entrada.

La hora del almuerzo se acercaba y en la Peña Los 30 amigos estaban casi todas las mesas llenas. Allí no cabía ni un alma.

Una gran mesa con una paella y distintos embutidos daba la bienvenida a los invitados en la Peña El Parral.

Peña El Parral.

“El público está participando mucho, estamos muy contentos”, concluía Manuel Curtido, presidente de la Federación Malagueña de Peñas.

La Feria de Málaga atraviesa su recta final y en las Peñas del Real el ambiente y las ganas no se acaban. Estas fiestas no solo están consiguiendo conquistar a esa gitana bailando por sevillanas sino a todo aquel que ha pisado sus calles.