Se mueve la noria de la discordia

Ayer se estrenó este viaje panorámico de 12 minutos de duración y ocho vueltas a la circunferencia, que cuesta 6 euros e intenta ser lo más cómodo en cabinas con aire acondicionado

Leandro Pavón

12 de agosto 2012 - 12:41

Hasta 70 metros de altura. Esa es la distancia que separará a cualquier persona que se monte en la noria Mirador Princess del suelo. Toda la polémica suscitada por su apertura se ha convertido en expectación por ver si su magnitud era para tanto. Y los malagueños que ayer paseaban por el Real de la Feria pudieron comprobarlo. Todo el que pasaba por delante de la atracción no podía aguantar la tentación de levantar la cabeza para admirar desde abajo el armatoste. Algunos no podían aguantar signos de admiración. Y es que cuando se compara esta atracción con las colindantes, las demás parecen miniaturas.

La cola es corta pero intensa. Hasta cinco cabinas se abren para que entren pasajeros. Poder ver toda la ciudad iluminada desde lo más alto de la noria es uno de los alicientes que buscan los clientes de la atracción. Otros buscan la aventura de tocar el cielo de Málaga y otros, una vista perfecta para un momento romántico con su pareja. E incluso hay padres que buscan un momento que recordar con sus hijos, que en pocos años entrarán en la adolescencia y buscarán otros atrayentes de la Feria.

El viaje de 12 minutos de duración y ocho vueltas a la circunferencia de la noria cuesta 6 euros e intenta ser lo más cómodo posible. Las cabinas tienen aire acondicionado que alivia el calor que aún por la noche azota a la capital. La atracción pasa más casi por ser turística que de feria. Las cabinas se asemejan al de un teleférico, y su velocidad también. Más lento que las norias de otros años, el Mirador Princess hace las veces de, como bien dice su nombre, mirador. Los pasajeros se pueden recrear en la visión de Málaga. A un lado, se puede apreciar el Martín Carpena, a otro se ve toda la extensión de la feria y el Palacio de Justicia, en uno de los bancos se puede ver Los Prados y de frente, el centro histórico y la playa.

La gente salía ayer muy contenta de la atracción, sobre todos los niños. Los más pequeños llegan al recinto ferial gritando por ir a montarse. Son los que más disfrutan. Iker es uno de ellos, que con 9 años es la primera vez que se montaba en una noria y salía entusiasmado. “Se ve todo Málaga, es precioso. Le decía a mi padre desde arriba en todas las atracciones que me iba a montar después”, decía Iker mientras su padre asentía apesadumbrado por pensar en el dinero que le tocaba gastarse esa noche.

Julián Díaz fue un pasajero de mayor edad. Las vistas desde lo más alto de la atracción le parecían espectaculares, pero “no tiene emoción, va muy lento. Fíjate que mi mujer se marea en estas cosas y ha salido tan normal”, bromeaba Julián. En cambio, Félix Rodríguez, de edad similar, salió encantando, con su móvil lleno de fotografías. “No me suelo montar nunca en las norias, pero tanta fama que tenía, tenía que probarla”, admitía Rodríguez.

Finalmente, el Mirador Princess pudo abrir tras superar los problemas administrativos que a punto estuvieron de dejarlo sin funcionamiento. Ese estudio aeronáutico de Aena que recomendaba su desinstalación por poner en peligro el tráfico aéreo quedó en el olvido y los malagueños han podido disfrutar de las vistas de la ciudad igual que los pamploneses lo hicieron en su ciudad, único sitio en el que la noria ha estado por ahora. Sus 600 toneladas reposan ahora en el suelo malagueño, sumándoles el peso de los 336 pasajeros que caben en sus 42 cabinas. Incluso pueden disfrutarla pasajeros que vayan en sillas de ruedas. Y lo más importante, ni un avión a la vista.

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