Feria de Málaga

La primera y encima doble

  • Enrique Ponce y José María Manzanares abrieron la puerta grande de Manolo Segura. Conde pasó inadvertido. Toros de juego desigual de Juan Pedro Domecq que lucieron divisa negra en señal de duelo.

GANADERÍA: Se lidiaron un toro de Luis ALgarra y cinco de Juan Pedro Domecq. Los animales de esta última lucieron divisas negras en señal de luto por la muerte el pasado mes de abril de Juan Pedro Domecq Solís. Ambas ganaderías con buena presentación. Primero, manseaba. El segundo, escaso de clase. El tercero, noble y con juego complicado. El cuarto, dio buen juego. El quinto y sexto, ambos con poca fuerza. TOREROS: Enrique Ponce, de tabaco y oro. Media estocada(ovación). Estocada (dos orejas). Javier Conde, de verde esmeralda y oro. Estocada trasera, un descabello y una viso(silencio). Pinchazo, estocada trasera (pitos). José María Manzanares, de gris pizarra y oro. Estocada (dos orejas). Estocada (ovación) Incidencias: Séptima de abono. Casi lleno. Calor durante toda la corrida.  Luis Blazquez se desmonteró al parear al tercero de la tarde. Parte facultativo: Alejandro Escobar , banderillero de Ponce fue atendido en la enfermería, donde se firmó el siguiente parte: "Contusión erosionada cara externa tercio superior muslo derecho. Contusión erosionada región facial. Politraumatismos. Dolor articulación costofemoral derecha sin signos de lesión osteoarticular. Pronostico leve.".

Aquel que dijo aquello de que el cielo de las segundas oportunidades está lleno de los que nunca perdieron la esperanza, tendría que haber estado ayer en la plaza de toros de La Malagueta. Sobre el ruedo reinaba una sombra. Una sombra muy larga. La de la negación de la segunda oreja a Manzanares en su primer toro del pasado lunes. Y ayer se repetían parte de los protagonistas de la historia. En el palco, Ildefonso Dell'Olmo. Haciendo el paseíllo, de nuevo José María Manzanares. Es más, a este último se le entregaba el Capote de Paseo como triunfador de la pasada feria al comienzo del festejo.

Pero abría cartel Enrique Ponce y los viejos rockeros nunca mueren. Veinte años de alternativa le avalan. Ha sido triunfador en cuatro ocasiones de la Feria de Málaga. Él sabía perfectamente dónde estaba, dónde se metía, lo que se cocía y cómo lo tenía que solventar. En su primero, de Luis Algarra, que manseaba pero estaba bien presentado, estuvo correcto con el capote. Lo templó en el recibo y lo lidió con verónicas de gran ejecución. El toro perdía las manos si se le sometía mucho. Haciendo gala de su dominio ligó varias tandas. Media estocada y ovación. Lo mejor estaba por llegar.

Tras la actuación de Conde, del que luego hablaremos, salió Manzanares a demostrar que él no se iba a ir de Málaga con las manos vacías. O con las puertas cerradas, mejor dicho. Lidió por verónicas de grandísima factura a su primero, un juampedro. Juan José Trujillo, recibió una gran ovación nada más agarrar el primer par de la tarde. Luis Blazquez, otros de sus auxiliares tuvo que desmonterar. Antes de que acabaran de parear al animal Manzanares ya tenía sus armas bien cogidas. Muleta y espada en la mano salió al ruedo a no dejar escapar la oportunidad. Con el toro en los medios ligó dos tandas de temple. De maestría y buen gusto. A menos que estuviera bien y matara adecuadamente, se vaticinaba que desde el palco se iban a resarcir del archicomentado episodio del lunes. Y así fue. A la gran faena se unió una gran estocada y el toro cayó redondo. Petición mayoritaria, tendidos blancos y dos pañuelos que cayeron a la vez. La puertas ya estaban abiertas, y por primera vez en la feria. Y las conciencias también quedaron tranquilas.

De nuevo le tocaba el turno a Ponce que sabía que las faenas se cotizaban alto. Lanzó su despliegue de técnica para llevar a cabo una faena, que aunque no fuera de calado extremo sabía que podía alargar la euforia y entrar también entre los elegidos. Como decía antes, el sabía a dónde venía.

Aún por supuesto destacar que la verónicas en su recibo fueron espléndidas y que hubo pases desmayados con la muleta que sólo unos pocos pueden firmar. Ni que decir tiene, que fueron otras dos orejas las que vinieron tras una gran estocada. La nota gris de la tarde la puso la cogida de su banderillero Alejandro Escobar. Manzanares en su segundo toro también dejó detalles de calidad, pero esta vez el toro no daba tantas facilidades. Era torpón, con poca fuerza y muchas veces perdía las manos. Aunque le ponía voluntad y realizó pases de gran ejecución el toro las deslucía. Ahora eso sí, la estocada fue imposible de mejorar.

En medio del cartel estaba Javier Conde. Era su primera prueba para demostrar que verdaderamente se merecía estar en dos de los carteles de más renombre de la feria. Pero no dejó credenciales. Le queda otra tarde, y encima televisada por cuatro autonómicas. Será su otra bala de la recámara.

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