Festival Cine Málaga

Competición abierta

Vista de calle Larios con la alfombra roja del Festival de Málaga. Vista de calle Larios con la alfombra roja del Festival de Málaga.

Vista de calle Larios con la alfombra roja del Festival de Málaga. / Javier Albiñana

Escrito por

· Antonio Sempere

Después de varios años con películas españolas recién llegadas del Festival de Berlín, en esta edición la competición del Festival de Málaga parte mucho más abierta. Incluso en la edición que Alcarrás se eliminó a última hora del concurso por razones obvias, los asiduos al certamen ya sabíamos de antemano cuál era la ración de cine de más quilates (entendiendo como tal la película que más reconocimientos tendría a lo largo del año).

Esta vez no. La 27 edición llega sin las cartas marcadas. Los directores con trayectoria reconocida más destacables que acuden a la sección oficial son David Trueba, Isaki Lakuesta y Emilio Martínez Lázaro. Trueba lo hace con una película low cost que ni siquiera se estrenará en las salas, uno de esos proyectos seguramente muy entrañables realizados entre amigos. La historia que codirige Isaki Lacuesta en torno al grupo Los Planetas, en origen, estaba destinada precisamente a Jonás Trueba, pero las piruetas del destino han querido que finalmente el proyecto haya terminado en sus manos.

En cuanto a Martínez Lázaro, la adaptación de la novela sobre un personaje urbanita en la España vacía puede ser simpática. Salvo que se interponga el siempre incómodo de ver trabajo de Antonio Chavarrías en el camino, La abadesa, yo apostaría por el de Celia Rico Clavellino Los pequeños amores. ¿Por qué? Es mujer, andaluza, y ha retomado los personajes de su opera prima veinte años después, con ese portento de actrices que son Adriana Ozores y María Vázquez (ay, esa Matria del año pasado). La película se estrena el 8 de marzo y el premio coincidiría con su exhibición en las carteleras. Digo todo esto con mirada virginal, sin haber visto todavía ningún trabajo ni haber hecho los deberes en casa como otros compañeros forzados por la apretada agenda.

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