Entre la agenda inabarcable de este Festival se ha celebrado un simposio sobre el estado del documental, que se ha visto acompañado con la edición de un libro voluminoso, que asombra en estos tiempos en los que todo se aloja en la nube digital. Alejandro Alvarado y Concha Barquero son algunos de los responsables directos de esta edición, en una sección la de documentales, que mima Mirito Torreiro, en compañía de Moisés Salama y Miguel Ángel Oeste desde hace años.

A las jornadas académicas celebradas en el Rectorado de la UMA acudieron figuras muy relevantes. Sin desmerecer a nadie, quiero destacar a Manuel Palacio, en mi humilde opinión, paradigma del sabio contemporáneo. Un humanista de los pocos que van quedando en este mundo raro que legamos a las generaciones que vienen.

El mundo audiovisual es amplísimo, pero si lo acotamos a la historia de la televisión pública, y a una historia filtrada por un tamiz crítico, me sobran dedos de una mano para citar a estudiosos que dominen la materia con el rigor con que lo ha hecho Manuel Palacio. Por eso le deseo una vida longeva. Como mínimo, tan larga como la de Emilio Lledó, y con idéntica actividad intelectual. La ventaja Palacio sobre el filósofo es que divaga menos que aquel. Ambos poseen el rigor de la palabra y la facultad de embelesar al auditorio, que después de cualquiera de sus intervenciones siempre sale mejor persona que entró.

Pero Manuel Palacio es más asertivo, aporta más datos, no se anda con rodeos, y es un hombre de su tiempo, de aquí y ahora. Los 20 minutos de intervención supieron a preámbulo. Cuando se sienta a un sabio a la mesa hay que saber escucharlo.