Festival Cine Málaga

Rafatal, director del documental 'TransUniversal': "Las mujeres trans son las peor tratadas y representadas"

Rafatal, en el Teatro Cervantes.

Rafatal, en el Teatro Cervantes. / JAVIER ALBIÑANA

De pequeño lo llamaban Rafalito; en la adolescencia, prefería que sus amigo se refirieran a él por Rafa, y con 16 años se denominó así mismo Rafatal. Hasta hoy. Sin embargo, nunca ha renegado de su nombre completo: Rafael, el mismo que el de su padrino y el que le devuelve a sus orígenes. De familia paterna cordobesa y familia materna malagueña, este cineasta se ha hecho así mismo incorporando y adoptando todo aquello que le gusta y le apasiona en todos los ámbitos de su vida. Este año, llega al Festival de Cine de Málaga con su cuatro largometraje, TransUniversal, un documental en el que reivindica los derechos de las personas transexuales.

-¿Se considera una persona transgresora?

-Creo que no es una consciencia. Si yo me hubiera levantado con 12 o 13 años, que es cuando empiezas a saber que es lo que te gusta y te interesa, y me intención hubiera sido transgredir, con 45 años que tengo ahora creo que no hubiera sido la misma persona que soy. Me imagino que esto pasa igual que con la transexualidad, no es algo que tu te levantas un día y quieras ser transexual. Eso está en ti, en la libertad con la que te han educado en casa y en la libertad con la que eliges a tus amigos. Yo recuerdo ser un niño muy tímido, muy retraído. Creo que esto no se lo he contado nunca a nadie. Tenía mis amigos de siempre, mis vecinos de la calle. Porque eso sí, siempre he sido un quinqui de la calle. Pero luego, me costaba. Quizás era transgresor sin darme cuenta porque hasta para elegir mis estudios de Artes Plásticas en Bachillerato, porque por entonces solo había dos en toda Andalucía y muy poca gente lo escogía.

-Quizás eso es los que denomina Ángelo Néstore en el documental como microtransgresión. 

-Sí. Todos migramos y transitamos hacia lo que queremos. Todos tenemos derecho a ser eso que hemos soñado de nosotros mismos. De verdad que yo no me he planteado mi manera de vestir para que la gente me mire. Ahora es muy normal que las mujeres lleven pantalón, pero hace 40 años las que se le ponían eran bichos rarísimos. Hoy yo llevo un vestido muy cómodo. ¿Por qué no me lo voy a poner si me apetece? Pero no es que me lo haya autoimpuesto, sino es que soy de esta manera. De hecho, este documental me ha servido mucho para conocerme a mí mismo a mis 45 años porque nos creemos que nos conocemos y nunca dejas de conocerte. Siempre he sido un fan fatal y he ido incorporando lo que me ha ido gustado. 

-En el documental aparecen 21 personas trans. La mayoría son mujeres y casi todas tienen puestos de trabajo cualificados y cierta relevancia en la sociedad. Cantantes, modelos, empresarias y hasta una parlamentaria. Pero la realidad es que tradicionalmente a las mujeres trans se las ha ligado al mundo del cabaret y de la prostitución.

-Esto lo explica muy bien Elizabeth Duval y Valeria Vegas. Históricamente, siempre se ha relacionada a las mujeres trans con estas profesiones porque los medios de comunicaciones y el cine, del que yo me hago responsable, lo han hecho. Como dice Valeria, las mujeres trans son las peor tratadas y representadas.

Rafatal junto a un cartel de 'TransUniversal', el documental que dirige Rafatal junto a un cartel de 'TransUniversal', el documental que dirige

Rafatal junto a un cartel de 'TransUniversal', el documental que dirige / JAVIER ALBIÑANA

-Pero, en el largometraje también hay referencias a las primeras películas que exponen a personas trans y muestran su realidad. ¿El cine también ha jugado un papel positivo?

-En el cine hay tres excepciones: Cambio de Sexo, de Vicente Aranda, que sería como el ejemplo a seguir; Vestidas de Azul, que pone delante de la cámara la realidad trans sin manipularla, y la Ley del Deseo, en la que Carmen Maura representando un personaje trans. Esto también ha ido cambiando y ahora tenemos a hombres y mujeres trans que interpretan personajes trans o personajes cis indistintamente. Pero, que un actor o actriz trans pueda trabajar en el cine o en la televisión me parece hace que se paren ya los estereotipos. Se puede ser inmigrante y no ser delincuente, y se puede ser delincuente y español. Con ese mismo esquema, se puede ser una mujer trans y no ejercer la prostitución.

-¿Etiquetas sí o etiquetas no?

-Etiquetas sí mientras sean útiles porque lo son para la gente que no está en este tren y todavía no lo comprende todo. Como dice Rodrigo Cuevas, mi abuela no va a entender la diferencia entre un gay, un transexual y un transformista porque no lo conoce. Si yo tengo que etiquetar para que mi abuela lo comprenda, está fantástico. Si lo tengo que explicar tres veces, lo hago sin problema. No pasa nada. Ahora bien, una vez hayamos conseguido equiparar todos los derechos y con el ánimo de no ofender, la etiqueta quien quiera que se la quite y quien quiera que se la deje. Da igual, a libre elección. En el documental son 21 personas, alguna de ellas son hombres y mujeres trans; mientras que otras son hombres y mujeres cis. Eso es algo que conscientemente lo hemos planteado así. No son todos trans. Hay personas cis, es decir, que se han identificado con el sexo que se les asignó al nacer, que también coincide con su sexo biológico, pero nosotros no lo marcamos, no lo etiquetamos. Tú ves el documental y solo se dice el nombre y su puesto de trabajo. 

-Yo no me había dado ni cuenta.

-Nadie se ha dado cuenta hasta ahora. El objetivo era hacer hincapié en que hay empresarias, artistas, ganadoras de premios MAX, cantantes, fotógrafos, poetas, filósofos, Drag Queen, activistas, diseñadores, galeristas, dramaturgos, modelos, profesores, gestores culturales, periodistas e iconos de la generación zeta dentro del colectivo trans.

-¿Por qué la lucha y resolución de las personas trans ha llegado la última?

-El colectivo trans ha estado muy marginado porque dentro del colectivo LGTBIQ+ es el más reducido. Representan uno de cada 1.000. Es el 10% de la población mundial, es una minoría tan pequeña que nos hemos olvidado de ellos. Primero fue la revolución del hombre gay blanco; luego, entró la lucha de las mujeres feministas y de las lesbianas; a continuación, de las mujeres y hombres bisexuales. Ha habido muchas revoluciones y en el último vagón se encontraban los hombres y mujeres trans pese a que la primera piedra la tiró Marsha P. Johnson. 

-En el documental se hace una cronología desde el comienzo de la lucha LGTBIQ+. En el año 1969 se retiró del Código Penal la persecución por travestismo y fue en 1989 cuando la homosexualidad dejó de ser considerada un trastorno mental. Esto parece ahora una cosa muy lejana e impensable, pero forma parte de la historia reciente del país. ¿Se siguen viendo esos tintes discriminatorios en la sociedad actual?

-Tenemos que seguir luchando y trabajando porque hay muchos derechos conseguidos; otros no. Hace escasos días se ha publicado la Ley para la Igualdad Real y Efectiva de las Personas Trans y de los derechos LGTBI. Una norma a la que hay que hacerle algunos arreglos y alguna reforma, y a la que se le irán agregando reformas que amparen muchos más derechos a muchas más personas.

-El gran logro ha sido la autodeterminación de sexo en el DNI. Pero, ¿qué ha quedado por hacer?

-Han quedado por hacer fundamentalmente tres cosas. La primera, el reconocimiento de las personas trans no binarias que no se identifican con el género femenino ni masculino. La segunda cuestión que ha de recogerse son los menores y las infancias. Si ocurre que un menor no se siente conforme o a gusto con el pantalón, con la falda, ni con los juegos, ni con el nombre porque insisto en que ser trans no es una moda, un deseo o un capricho, que pueda tener el amparo de la legalidad jurídica y administrativa. Que llegue al colegio y pueda explicar al personal educativo su situación, que te comprendan, que te escuche y te animen. Y la tercera reforma, que esperamos que llegue con el tiempo, es la que ampare a las personas trans migrantes. Una persona trans migrantes que llega a España ya transitada y no tiene todavía un DNI que la identifique con su nombre real, que pueda hacer ese cambio registral con otro documento porque una persona inmigrante tiene tres meses para poder legalizar su situación, seis para encontrar un puesto de trabajo y a raíz de ahí si no consigue no solo se convierte en una persona ilegal sino en una persona que no es, que no existe.

-Uno de los testimonios más duros es el de Manolita Chen. Ella cuenta que la encarcelaban los días de fiesta para que la gente no la viese. Esto es tremendo.

-Arcos de la Frontera, su pueblo, ha reparado todo esto, pero esta historia la tiene que conocer todo el mundo. La gente tiene que saber que Manolita Chen ha pagado con su cuerpo a través de golpes, de sufrimiento y de mucha tristeza para que la gente que ha ido después pudiera seguir adelante y tuviera un terreno más firme en el que pisar.

-¿Cómo es trabajar con ella?

-Trabajar con Manolita Chen ha sido una maravilla. Ha sido de estas cosas que me regala mi oficio. Yo me acerqué humildemente para ofrecerle que contara su historia en este documental. Además, le expliqué que la entrevista no se la iba a hacer yo, que se la iba a hacer Cris Calvente, una marioneta trans, y ella aceptó sin conocerme de nada. Desde el minuto uno me dijo que sí y la hicimos en el teatro Gutiérrez Alba, en Alcalá de Guadaira. Ella me dijo si la podía recoger y el viaje en el coche es uno de los regalos que me ha hecho el documental. Con una geolocalización y dos llamadas de teléfono, fui a Alcalá de Guadaira a por ella y me salió de su casa despampanante, vestida de verde agua, preciosa, con su ochenta y pico años que ella dice. Yo temblando como un flan intentando meter las marchas bien. Hicimos un trayecto de 60 kilómetros entre Arcos de la Frontera y Alcalá de Guadaira por carreteras comarcales que no olvidaré jamás.

-¿Cómo fue?

Ella empezó a hacerme preguntas y yo a ella. Una delicia. Llegamos al teatro, se sentó y la entrevista fue mágica. Cristina Jiménez, la actriz que interpreta a Cris Calvente, tenía que parar y tragar saliva, se puso a llorar. Todo el equipo estaba con el corazón en un puño. El teatro en un silencio absolutamente magestuoso y respetuoso, y esa mujer nos regaló todos esos retazos de su vida.  Apenas 30 minutos después de la entrevista, se presentaba la obra. Nos quedamos a verla y tuve la suerte de tener sentada a Manolita Chen a mi izquierda. Yo miraba la obra y la miraba a ella y eso fue increíble. Ver a esa mujer verse representada de niña en un escenario y encontrarse así misma encontrando esa dureza y ese rechazo, fue un momento super bonito. Ella no conocía nada de la obra y verla de pie gritando: ¡Bravo! ¡Eso me pasó a mí! ¡Eres una valiente! Fue mágico.

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