Maribel Verdú. Actriz

"Me apena que Ricardo Franco no haya visto todo lo que me ha pasado después"

  • La intérprete recibió ayer el Premio Málaga del Festival de Cine Español en reconocimiento a su trayectoria y, a su vez, rindió homenaje en esta entrevista a algunos de sus compañeros de viaje

En la distribución de los tiempos y el control de las situaciones a la hora de afrontar sus entrevistas, Maribel Verdú (Madrid, 1970) se resuelve con tanta disciplina como proximidad. Resultaría ridículo presentar a estas alturas a alguien reconocido como emblema vivo del cine español, presente en la memoria visual de todo un país (y, como dirían los viejos, de parte del extranjero). Ayer recibió el Premio Málaga del Festival de Cine, motivo de sobra para volver a conversar con la actriz.

-¿En qué momento de su carrera se convenció de que todo el esfuerzo había valido la pena?

-No, no conservo nada de eso. Creo que no hay guardar demasiados recuerdos en la mochila. Al final terminan pesando.

-Y al contrario, ¿alguna vez le entraron ganas de mandarlo todo a hacer puñetas?

-No, tampoco. Lo que te he dicho antes se podría aplicar a lo bueno y a lo malo. No sé hacer otra cosa. Me gusta esto. Lo mejor de mi vida, en lo laboral y en lo personal, me lo ha dado esta profesión.

-Si pusiéramos en un peso de la balanza a Vicente Aranda y en el otro a Ricardo Franco, ¿hacia qué lado se inclinaría?

-Hombre, con Vicente empecé, él me dio la primera oportunidad de mi vida, trabajé varias veces con él. Y fue importantísimo en una época determinada. Pero Ricardo fue importante toda mi vida. No sólo en una época, en toda mi vida. Es curioso que hayas citado a esos dos. Con Vicente hice el primer trabajo de mi carrera para La huella del crimen, y con Ricardo rodé la primera película de mi vida. Después hicimos algunos otros trabajos hasta que volvimos a coincidir con La buena estrella. Es cierto que una película como Amantes me lo dio todo. Pero es que, aparte, Ricardo era mi mejor amigo. Era esa persona que estaba pendiente de mí, disponible siempre que lo necesitaba para todo, para lo bueno y para lo malo. Me entristezco al pensar en dos personas que no han podido vivir ni compartir conmigo todo lo que me ha pasado: mi abuela materna y Ricardo Franco. Él era muy importante para mí, y no ha podido ver todo lo que me sucedió después.

-¿Identificaría la huella de Ricardo Franco en el cine español actual? ¿En una película como La herida, por ejemplo?

-Absolutamente. Ricardo tenía una personalidad única. Era muy cariñoso, tan padre, tan hermano, tan amigo, tan todo. No había nadie que no le quisiera. Podías pasarte horas escuchándole. Era un ser excepcional. Lo que yo viví con él en aquella primera película, El sueño de Tánger, es irrepetible. Incluso en los periodos en los que no trabajábamos juntos manteníamos el contacto. Recuerdo que la noticia de su muerte me sorprendió en Argentina, rodando con José Coronado, que también había trabajado ya con él. Cuando nos enteramos nos quedamos sin palabras. Fue demasiado triste.

-Si yo le pregunto por un rasgo distintivo del cine español, usted me responde...

-El talento. Y el entusiasmo, a pesar de los palos en las ruedas que nos ponen. Pero sí, hay talento, entre los guionistas, los actores, los directores y los técnicos. Mira, yo me paso la vida en festivales de medio mundo y la gente adora el cine español ahí fuera. Lo ama.

-¿Y por qué cree que gusta tan poco a los españoles?

-Es algo inherente a nuestra sociedad. En España siempre se considera mejor lo que viene de fuera. Siempre ha sido así. Pero también es cierto que se podrían tomar algunas decisiones. El cine no puede sobrevivir únicamente a base de talento. Necesitamos más apoyo, más confianza. Más querencia por lo nuestro, como ocurre en Francia. Si miras la taquilla francesa, te encuentras con que cinco de las diez películas más vistas son francesas. Eso es impensable aquí.

-Francia ha puesto en marcha medidas tanto de protección, con cuotas de pantalla, como de educación, con programas escolares. ¿Cuáles consideraría prioritarias a la hora de importarlas?

-La educación es algo esencial. El problema es que en España el sistema educativo no sólo niega espacios para el cine en las aulas, también lo está haciendo con la educación artística en general. Me parece descabellado que cada vez se den menos horas de música en las escuelas, por ejemplo. La música es un factor de desarrollo único, decisivo, está demostrado. Lo mismo ocurre con el teatro. Hay mucha gente que ni siquiera se plantea ir al teatro, pero seguramente sí lo harían si lo hubiesen visto en el colegio. La música, el cine y el teatro tendrían que estar presentes en los horarios.

-¿Alguna vez pensó en sus proyectos producidos fuera de España como un trampolín? Y de ser así, ¿respondió lo que encontró a sus expectativas?

-No, nunca he pensado en trabajar fuera de España como un trampolín, ni nada parecido. Para que hubiera sido así me habría tenido que ir a vivir a fuera, y nunca he contemplado esa posibilidad. Bastante tengo con volver a mi casa cada vez que termino de trabajar. Pero, además, me han llamado muchos directores para hacer películas fuera de España y he dicho que no porque no me ofrecían la posibilidad de hacer el cine que me interesa. Es una cuestión de principios, de decisiones. No sé si he hecho bien o mal, pero es lo que he decidido hacer. Y, de momento, no me arrepiento. Después de trabajar con directores como Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro se me ofreció la oportunidad de tener agentes allí, y no quise.

-¿Y a quién dijo no?

-No, prefiero no decir nombres. Si citara tres o cuatro proyectos que he rechazado mucha gente se llevaría las manos a la cabeza. Pero prefiero no decirlos. No me gusta.

-¿Qué puede contar de Felices 140, su próximo proyecto con Gracia Querejeta?

-El 23 de junio empezamos el rodaje. Y hasta entonces sigo con la gira de Los hijos de Kennedy. Lo paso muy bien haciendo esta obra, sobre todo gracias a la familia en que nos hemos convertido los que vamos en la gira. Y, ¿sabes?, esto es lo que más me gusta de mi trabajo. No tanto hacer tal o cual película, sino la gente que conoces, las relaciones que estableces, los amigos que te acompañan.

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