Manuel Menchón. Director

"Todavía es difícil llevar aquí la cultura al cine, reina el prejuicio del aburrimiento"

  • El realizador malagueño presentó en Málaga Premiere 'La isla del viento', la primera mirada que el cine español dedica a la figura de Miguel de Unamuno, a quien interpreta José Luis Gómez.

Hay un empeño ciertamente quijotesco en llevar al cine la vida de Miguel de Unamuno. De hecho, pasados 80 años de la muerte del pensador, nadie se había atrevido a hacerlo. Quien ha roto el maleficio es un realizador malagueño, Manuel Menchón, que en 2009 logró el reconocimiento internacional con su documental Malta Radio y que en La isla del viento, su debut en el largometraje de ficción, presentado hace unos días en la sección Málaga Premiere del Festival de Cine, narra el destierro al que fue condenado el escritor por Primo de Rivera en 1924 y que le condujo a Fuerteventura. El actor y académico José Luis Gómez interpreta a Unamuno en este hermoso filme que tuvo una buena acogida en el Festival argentino de Mar del Plata y que conquistó al público del Teatro Cervantes.

-¿Le resultó muy difícil convencer a los productores de que era una buena idea hacer esta película sobre Unamuno?

-La verdad es que no. Curiosamente, me está costando bastante más convencer a la gente de que vaya a verla, levantar expectativas entre los espectadores potenciales. Y eso que en Mar del Plata estuvimos a punto de ganar el Premio del Público. Con los productores fue en realidad bastante fácil porque el guión es muy bueno y eso abre siempre muchas puertas. Y eso que el título que teníamos entonces para la película, Unamuno, Fuerteventura, no podía ser menos atractivo. Lo primero que hicieron fue pedirnos que lo cambiáramos, claro. Con José Luis Gómez pasó algo parecido. Al principio no fue fácil llegar a él porque, ya sabes, con un director novato es más complicado despejar el camino. Pero cuando leyó el guión quedó encantado y al día siguiente me llamó diciendo que quería subir a bordo. Cuando tienes un buen guión, tienes una buena película. Pero con el público todo es más complicado. Me alegró mucho la reacción de los espectadores cuando la vieron en Málaga, fue todo muy emocionante y honesto. La película está gustando mucho a la gente que se anima a verla, pero hasta que se anima, la verdad, hay que empujar mucho.

-¿Considera que está pagando el pato por haber sido el primero en llevar a Unamuno al cine?

-A mucha gente, todavía, le echa para atrás cualquier cosa que aspire a tener un determinado poso cultural en España. Y esto tiene consecuencias en muchos sentidos: por ejemplo, en que los actos institucionales por el cuarto centenario de la muerte de Cervantes sean un desastre comparados con los que en Inglaterra están organizando en torno a Shakespare. En el cine sucede lo mismo, todavía es complicado llevar los grandes referentes de la cultura a la pantalla porque mucha gente considera, de entrada, que se va a aburrir. Hay un prejuicio importante en este sentido que resiste el paso del tiempo. Esto explica que la figura de Unamuno, a la que casi siempre se supone muy seria y muy grave, haya pasado inadvertida en el cine español durante ochenta años. En Inglaterra, una película como Shakespeare in love fue todo un éxito. Y también El cartero (y Pablo Neruda), por citar otra película dedicada a un escritor, llenó las salas en su momento. Pero aquí todo resulta bastante más difícil.

-En gran medida, La isla del viento trata sobre esto mismo, la delicada relación de la cultura española con el poder político pero también con su sociedad civil. ¿Estuvo esta intención presente en la película desde el principio del proyecto?

-Sí, exactamente, ésa es la clave de la película. Y no hay muchos personajes que nos permitan abordar la cuestión en toda su amplitud con la solvencia de Miguel de Unamuno. El problema es que, tradicionalmente, la suya ha sido una figura muy politizada, tanto a izquierda como a derecha. La sola idea de abordarla en el cine podía tener resonancias a uno y otro lado que los cineastas, comprensiblemente, han preferido evitar. Pero creo que ya ha transcurrido tiempo suficiente y nuestra generación puede mirar a Unamuno como a alguien liberado de esa carga, un pensador que lanzó críticas muy duras a cualquier forma de abuso de poder, ya fuera político o militar, de un signo o de otro; y que se vio abocado, en consecuencia, a una enorme soledad. Ése ha sido nuestro empeño.

-¿Cómo fue el rodaje con José Luis Gómez?

-En cuanto leyó el guión, como te contaba, me llamó para decirme que aceptaba hacer la película. Sin embargo, un par de días después aquel entusiasmo se enfrió. Me volvió a llamar para decirme que se había visto en el espejo y que no era el mejor actor para hacer de Unamuno: "Él era un vasco grande y yo soy un andaluz bajito", me apuntó, un tanto contrariado. Yo le insistí en que encontraríamos la manera de ensamblar a Unamuno en su presencia, que todo terminaría por encajar. Finalmente, comprendimos que, a la hora de recrear a Unamuno, lo más importante era hacer un ensamblaje moral, no tanto físico. Y ahí sí que se sintió Gómez plenamente identificado. Lo más curioso es que, cuando actúa, es capaz de transmutarse, de transformarse a un nivel alucinante. Logra concentrarse de tal manera que llega a ser absolutamente otro, como en una historia de ciencia-ficción. Su gesto, su mirada, su posición, su voz, su cuerpo, son los de otra persona. Recuerdo el día en que rodamos la muerte de Unamuno: al siguiente, cuando nos vimos, parecía que se había zafado del Unamuno que había sido hasta entonces y volvía a ser José Luis Gómez. Es increíble, un actor de los que ya no quedan.

-La luz y la fotografía son también elementos muy importantes del filme, ¿ha sido técnicamente lo más complejo?

-No sé si está bien que yo lo diga, pero Alberto Centeno, el director de fotografía, ha hecho un trabajo impresionante. La mayor parte del rodaje se hizo con la luz natural de Fuerteventura, en septiembre, que es cuando la luz contiene más matices, y en lo que llamamos la hora bruja, al atardecer. No te ocultaré que tenía el modo en que usa la luz Terrence Malick como referente, y la verdad es que estoy muy contento con el resultado. La idea era que el entorno físico que rodea a los personajes, tan duro y abrupto, se convirtiera en un protagonista más. Y la fotografía ha tenido mucho que ver, por supuesto.

-¿Para cuándo está previsto el estreno en salas?

-Teníamos la intención de estrenarla justo ahora, en coincidencia con la presentación en Málaga. Pero el próximo octubre se cumplen 80 años del "Venceréis, pero no convenceréis", y en diciembre otros tantos de la muerte de Unamuno. Así que la productora consideró más pertinente esperar al otoño y aprovechar la efeméride.

-¿Baraja ya algún otro proyecto?

-Sí, si nada se tuerce tendremos rodaje el año que viene. No puedo contar mucho, sólo que habrá un reparto de verdadero lujo.

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