Festival Cine Málaga

Zapatos de baile para guardar la memoria que el Alzheimer borró

Paco Mora posa frente al Teatro Cervantes.

Paco Mora posa frente al Teatro Cervantes. / Pepe Gómez (Málaga)

En mis zapatos es la historia de un olvido paulatino. De una ola que se va llevando, capa a capa, la superficie de la memoria hasta dejarlo en los mimbres más esenciales. La historia, que sufren muchísimas personas, de un Alzheimer que fue mermando las capacidades de la madre del bailaor malagueño Paco Mora hasta que este tiene que parar su vida para ponerla al servicio de ella. Como tanto otros deben hacer día a día. La historia de una frustración continuada, pero también de una alegría. De conseguir que una madre llegue a ser una gran bailaora antes de morir, de certificar aquello que no le fue posible por crecer en otro tiempo. 

El documental, con el que se estrena rodando Pedro Morato, llega al Festival de Málaga después de haber recorrido media Europa para reencontrarse con sus raíces, "estamos contentísimos de estar aquí, en casa, mi madre nunca olvidó que era de Málaga". Esa fue una de las victorias de Mora, que luchó hasta el último día "por que no olvidara mi nombre, por que siguiera teniendo los recuerdos más fuertes. Yo sabía que la guerra estaba perdida, sabía el final, pero tenía que ganar todas las batallas posibles". 

Muchas de estas batallas se libran en el documental, que trata con respeto la intimidad de una vida que se va rompiendo sin que la anciana sea demasiado consciente de ello. Es en esos pocos instantes de lucidez en los que el metraje se muestra especialmente dramático, "son los momentos en los que ellos se dan cuenta de que pueden ser una carga para ti. Mi madre no me crio para cuidarla, me crio para que fuera libre y tener que pararlo todo por ella es muy duro", relata Mora. 

Estas escenas costumbristas, en color, se contrarrestan con momentos catárquicos en los que Paco y su madre se abren en canal, se cuentan cómo se sienten, "mi relación contigo es buena, pero tienes mucho carácter", le dice su madre en un momento. Cuando Mora recuerda estos diálogos –montados en blanco y negro– los recuerdos le asaltan los lacrimales, "cada vez que lo escucho vuelvo a sentirme en esa situación y le digo: si yo hubiera tenido la capacidad de hacer que esto acabara antes, de verdad que lo hubiera hecho, porque han habido momentos dramáticos y duros, pero a pesar de todo volvería a pasarlo".

A pesar de todo merece la pena "porque mi madre era consciente de que ella hubiera sido una gran bailaora, pero las circunstancias no se lo permitieron y ahí estuvo su hijo para que lo cumpliera", es decir, nada es más importante en este documental –y en la vida de Paco Mora– que hacer feliz a su madre en la medida de sus posibilidades. 

Mora y Morato posan antes de la entrevista. Mora y Morato posan antes de la entrevista.

Mora y Morato posan antes de la entrevista. / Pepe Gómez (Málaga)

Sin embargo, el documental en ningún momento es una hagiografía de Paco y su esfuerzo, "yo lo único que le pedí a Pedro es que hubiera verdad, que también estuvieran los momentos en los que pierdo la paciencia, lo bueno y lo no tan bueno", cuenta el bailaor. 

Porque los bajos también existen y son abundantes, "las emociones que suceden en el proceso del cuidado es una montaña rusa, se junta la frustración que tienes porque tu vida se paraliza, la ira que tienes porque es tu madre y a ella no le puede estar pasando esto", cuenta. 

Pero esta también es una historia de cuidados masculinos y de romper con clichés. También la historia de cómo retomar la vida una vez que has tenido que pararlo todo. "A mí esto me permitió crear el proyecto Flamenco para recordar y abrirme puertas en el mundo laboral, pero no todo el mundo puede hacerlo", dice Mora. 

Es por eso que ahora está escribiendo un libro, Y ahora qué, en el que reflexiona justo en eso, en el qué se puede hacer después. Mora y Morato, ya tienen la puerta abierta a continuar con el proyecto. Aunque también quieren volver a Málaga "y presentarlo cómo se merece, que el María Victoria Atencia está muy bien, pero se quedó pequeño". La ovación al terminar el pase fue cerrada, como viene siéndolo por donde pasa. Ahí están los zapatos de Carmen y los de Paco, para guardar todos los recuerdos que el Alzheimer borró

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