Blanca Portillo | Actriz

Blanca Portillo: "No tengo ningún personaje anhelado ni soñado: siempre es el próximo"

Blanca Portillo (Madrid, 1963), en una visita anterior a Málaga.

Blanca Portillo (Madrid, 1963), en una visita anterior a Málaga. / Javier Albiñana (Málaga)

La Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes, el Goya, el Premio Nacional de Teatro, cinco Premios Max a la mejor actriz y el galardón a la mejor interpretación femenina en el Festival Internacional de cine de Cannes bastarían para certificar el talento de Blanca Portillo (Madrid, 1963), pero su talento como intérprete y directora en el teatro, el cine y la televisión va considerablemente más allá. Poder celebrar a Portillo como referente imprescindible de nuestra escena es tal vez la mejor carta de presentación a la que puede atenerse el sector.

Este fin de semana incorporará un reconocimiento en el Festival de Málaga, donde recibirá el Premio Málaga como parte de esta misma celebración. Pero Blanca Portillo es de las artistas que prefieren recibir los halagos trabajando, así que antes, este viernes y el sábado, protagoniza en el Teatro del Soho Caixabank Silencio, el monólogo que adapta el discurso de ingreso en la RAE de Juan Mayorga, con dirección y dramaturgia del mismo autor, otro as fundamental entre cuyos últimos honores destaca el Premio Princesa de Asturias.    

-A menudo se refiere Juan Mayorga al teatro como uno de los últimos lugares favorables al ejercicio de escuchar y escucharse. En cada función de cualquier obra, el público escucha lo que usted dice en su función de intérprete. Pero, ¿cómo escucha usted al público?

-Mi escucha hacia el espectador es absoluta durante toda la función. Como se dice en el propio texto, el silencio de los espectadores es el más importante. Escucho sus silencios, sus reacciones y hasta su respiración. Comparto con ellos la obra todo el tiempo. Son mis compañeros de viaje.

-Entonces, ¿se da por su parte algún vínculo especial con los espectadores en Silencio que no se haya dado antes en otras obras?

-Es distinto en la medida en que ellos forman parte de la obra. Lo cierto es que durante la función dialogo con ellos constantemente. 

-Silencio nació como adaptación de un discurso académico. ¿Cómo fue el trabajo a la hora de convertir el texto original en un espectáculo teatral?

-El trabajo consistió principalmente en transformar un discurso en un hecho teatral. Para ello hubo que dotarlo de conflictos, de personajes y de emociones. Sin eso solo hubiera sido un recitado más o menos brillante. Por eso encarno a un personaje que tiene problemas, que sufre, que goza, que se emociona y comparte todo eso con el público de tú a tú.

-¿Y qué ha sido lo más difícil para usted de este proceso?

-En sí, lo más difícil fue lograr esa conversión del discurso en teatro de la manera más natural. Lo demás vino con cierta facilidad, con mucho ensayo, mucha prueba y error, mucha búsqueda. Lo mejor es que he aprendido a valorar aún más si cabe el silencio.

-Usted ha trabajado en varias obras de Juan Mayorga desde Hamelin. ¿Qué tiene que tener en cuenta siempre un intérprete a la hora de representar una obra de Mayorga? ¿Qué cree que piden sus obras a los actores?

-Piden generosidad, entrega, manejarse en la incertidumbre, porque el suyo no es un teatro que dé respuestas. Más bien al contrario: sobre todo, plantea preguntas.

"En el cine y el teatro se empieza a entender, al fin, que a partir de cierta edad una mujer es un ser humano que vive con más inteligencia sus emociones"

-Por cierto, ¿alguna vez echa de menos la posibilidad de trabajar en un espectáculo sin texto, donde se pongan en juego otros lenguajes escénicos?

-Bueno, ¿por qué no?

- Y, con texto o sin él, ¿qué exige a los proyectos teatrales que le ofrecen para que aceptes trabajar en ellos? ¿Qué tiene que tener un futuro montaje para que dé el sí?

-Una historia que me conmueva, que yo sienta que será útil y nutritiva para quienes lo vean. Una dirección que tenga un enfoque personal de ese texto. Y unos buenos compañeros de viaje.

-Recuerdo unas declaraciones de John Malkovich, hace ya algunos años, en la que lamentaba que siempre lo llamaran del cine para hacer de villano. Que él quería hacer de la reina Isabel II, pero nadie se lo ofrecía. Sin salirnos del teatro, ¿cuál sería su reina Isabel II?

-No tengo ningún personaje anhelado o soñado. Siempre es el próximo. 

-¿Ha percibido en los últimos años algún avance en el cine y en el teatro respecto a la igualdad? ¿Hay más papeles para mujeres, y especialmente para mujeres a partir de cierta edad? 

-Creo que, aunque de forma lenta y quedando mucho por hacer, algo está cambiando. Ya no se considera a una mujer menos interesante que un hombre. Y se empieza a entender que una mujer, a partir de cierta edad, no es un objeto aburrido, sino un ser humano que vive con más inteligencia sus emociones.

-¿Tiene previsto volver a dirigir teatro?

-Tengo muchas ganas de volver a dirigir. Tengo varias ideas en cartera y espero poder hacerlo el año que viene. Necesito mucho tiempo para fraguar un proyecto y espero sacarlo pronto.

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