'La cima', nos vemos allá arriba

Mateo (Javier Rey) se enfrenta por primera vez a la montaña más peligrosa del planeta, el Annapurna, con el reto de llegar hasta la cima y cumplir así una antigua promesa. Tropieza en su camino con Ione (Patricia López Arnáiz), en el pasado una montañista de éxito, que se esconde del mundo durante unos meses en un campamento base a los pies de la montaña.

Esta conexión casual da pie, de hecho, a descubrir lo mejor y lo peor de La Cima. De un lado, una cinta angustiosa de aventuras que guarda su mayor interés en la consecución de la gesta. Del otro, una pretendida búsqueda de la trascendencia que no termina de funcionar, y no lo hace principalmente porque al trazo de los personajes le falta finura y les sobra sentimentalismo.

Sirva de ejemplo el diálogo en el que Mateo explica su leit motiv: a la pregunta de Ione “¿quieres morir?” responde categórico: “quiero vivir”. A partir de ahí, el deshielo entre ambos se antoja tan inevitable como la ventisca a la que se van a exponer. “Muere más gente por no aclimatarse que por accidentes”, le aconseja Ione, y algo así sucede a unos personajes que parten de una soledad tan buscada que cuesta entender que cedan la hostilidad de forma tan rápida.

Salva el trance, eso sí, la solvencia de una López Arnáiz de nuevo brillante, cuyo rostro es la brújula de la película literalmente hasta la secuencia final. Lagunas del guión (o quizá de montaje) aparte, Cormenzana rueda con pulso; y aunque el empaque visual es más consistente en calma que en la tormenta, la sensación es de que ha faltado muy poco para sumar un título muy notable a un género de aventuras que, centrado aquí en el alpinismo y supervivencia, no es frecuente encontrar en nuestro cine.