Ezekiel Montes | Director y productor

“El público está harto de maquillajes, quiere ver cosas que sienta que son verdad”

  • El malagueño debuta como realizador de largometrajes con ‘Hombre muerto no sabe vivir’, un violento ‘thriller’ sobre el mundo del narcotráfico que dejó un notable impacto en la Sección Oficial a concurso

Ezekiel Montes, este martes, antes de la entrevista.

Ezekiel Montes, este martes, antes de la entrevista. / Marilú Báez (Málaga)

El director, productor y guionista malagueño Ezekiel Montes debuta en la dirección de largometrajes con Hombre muerto no sabe vivir, un violento thriller que dejó este martes un notable impacto en la Sección Oficial a concurso del Festival de Málaga. Antonio Dechent, Rubén Ochandiano, Elena Martínez, Jesús Castro, Paco Tous y Nancho Novo protagonizan la película, adscrita a la mejor tradición del género y que llegará a las salas el próximo 2 de julio.

-¿Cómo logró ganarse la confianza de los actores para someterlos a un viaje tan intenso como el de su película?

-Eso en parte ha sido gracias a que he sido también el director de fotografía de la película. Para desempeñar esa tarea llegaba al set y lo primero que hacía era hablar con los actores, revisar de dónde veníamos, analizar las secuencias y asentarlo todo bien para seguir rodando. Eso nos ayudó a sentirnos muy libres, a tener la impresión constantemente de que estábamos creando, a nuestro aire. Por supuesto ha ayudado que también sea yo el productor de la película, pero me parecía esencial que la planificación no restara vida a la película. Los actores se han sentido libres todo el tiempo. Por supuesto, dentro de un contexto claro que era el del rodaje y la propia película, pero he querido que se sintiesen capaces de hacer en cada momento lo que quisieran. Ha sido mágico, hemos vivido situaciones muy bonitas en todo el proceso a pesar de que se ha tratado de un rodaje muy difícil.

-¿No ha sido la trama de la película un obstáculo para esa libertad? Da la impresión de que el guión ha estado bien cerrado desde el principio.

-Pues fíjate, lo cierto es que ha habido infinitos cambios del guión durante el rodaje. Por supuesto, partíamos de una arquitectura de tramas muy bien armada que hemos respetado, pero al mismo tiempo hemos ido haciendo las variaciones que hemos estimado oportunas, hasta el punto de que llegué a cambiar el final de la película a mitad del rodaje. El guión ha cambiado en los ensayos y en rodaje, eso es así. Es que en una película como esta no podía imponer a los actores lo que tenían que decir al dedillo. Luego, claro, todo parte de unos mimbres en los que determinados acontecimientos tenían que estar en su tiempo. A veces me han hecho los actores algunas propuestas que he descartado porque vulneraban los cimientos. Pero, salvo por eso, el guión ha estado abierto hasta el final.

-¿También en lo relativo a la construcción de los personajes?

-Sí. Tanto que, en un rodaje de siete semanas, a la tercera semana ya no estaban los actores, estaban los personajes. Un día me dijo Nancho Novo que estaba disfrutando el rodaje enormemente, y saberlo me dio alas para introducir algunos matices en sus textos, elevarlo un poco. Luego, en el montaje, hay que quitar la tierra para buscar el diamante y ahí cambiamos el guión de nuevo.

"Salvo en lo esencial, el guión ha estado siempre abierto. Tanto, que cambié el final a la mitad del rodaje"

-¿Qué sido lo más difícil técnicamente hablando del rodaje, sobre todo en las escenas de violencia?

-Ha habido momentos que directamente no he dirigido, los he salvado. La película tiene diez o quince secuencias muy, muy difíciles de hacer, y enfrentarse a eso era complicado. Sí tenía claro desde el principio que no quería recrearme. Que no quería hacer algo adjetivo, sino sustantivo. Que cada cosa terrible que sucede tuviera una justificación en la cabeza del malo, desde su punto de vista. Escribir eso ha sido muy doloroso, evidentemente, porque meterte en esos personajes, capaces de cometer tales atrocidades, e indagar en sus pensamientos te lleva a lugares nada agradables.

-No se ha cortado sin embargo en la resolución de la escena más violenta del filme, la que más difícil se lo pone al espectador.

-Me dolió escribir eso. Y también me dolió rodarla, y no menos montarla. Quizá fue lo peor, de hecho, resolver eso en la sala de montaje. Pero quería ser honesto con el compromiso que había asumido y con las decisiones que había tomado. Esto no es un todo hecho de partes de las que puedas prescindir, si quitas algo fundamental de la ecuación te quedas sin película.

-¿Cuánto tiene Hombre muerto no sabe vivir de homenaje a la pantalla grande?

-Mucho. Creo si esta película te la pones en casa, la terminas quitando. Pero si te sientas en el cine predispuesto a verla terminas metiéndote en el juego. Es así.

-¿Ha pesado mucho en el proceso de creación de la película la certeza de que iba a llevar al público a situaciones incómodas? ¿En qué medida ha tenido en cuenta al espectador?

-He partido de un absoluto respeto y hasta de una posición de cariño al espectador. Creo que el público está harto de sentirse engañado, de maquillajes, de historias falsas. Quiere ver cosas que sienta que son de verdad. Quiere emocionarse, entender lo que pasa en la película. El espectador es inteligente, siempre. Y a un espectador inteligente no le puedes insultar. Si estás contando una historia de narcotraficantes, tienes que contar su mundo. Y eso es lo que he hecho. Si su mundo no te gusta, siempre puedes ir a ver una comedia. Si este género no te gusta, no te acerques. Pero si yo decido contar esto, no puedo faltar al respeto al espectador. He intentado ser lo más justo posible con lo que estaba haciendo y con el público. Luego, quien la vea encontrará que incluso en los infiernos más oscuros hay posos de humanidad.

-Nada de Tarantino.

-No, nada de Tarantino. Tarantino es adjetivo. Scorsese es sustantivo. La violencia de Tarantino es como una fiesta, la de Scorsese te duele. Y la violencia duele.

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