Macarena Astorga | Directora de cine

“Para hacer esta película era esencial poner la historia por encima de la cámara”

  • La realizadora malagueña presentó este lunes en la sección oficial a concurso su ópera prima, ‘La casa del caracol’, un ‘thriller’ rural con tonos sobrenaturales que protagonizan Paz Vega y Javier Rey

La directora malagueña Macarena Astorga, este lunes, antes de la entrevista.

La directora malagueña Macarena Astorga, este lunes, antes de la entrevista. / Marilú Báez (Málaga)

Después de dos décadas dedicada a la docencia y con una más que interesante trayectoria vertida en cortos y documentales, la directora malagueña Macarena Astorga firma su primer largometraje, La casa del caracol, un thriller rural de tintes sobrenaturales rodado en la provincia de Málaga, protagonizado por Paz Vega, Javier Rey, Pedro Casablanc y Elvira Mínguez y presentado este lunes con buena acogida del público en la sección oficial a concurso del Festival de Málaga. La película llegará a las salas de cine este viernes y poco después, a finales de este mes, Astorga comenzará en Sierra Nevada el rodaje de su segundo largometraje, la comedia El refugio.

-Después de estos años adscrita a la más feroz independencia a la hora de hacer su cine, ¿ha hecho el largometraje que quería hacer, el que tenía en mente?

-Se acerca muchísimo. Lo he luchado y lo he trabajado. Esto tiene mucho de negociación, como la vida misma. Pero había diversas cuestiones para mí irrenunciables que quería que se quedaran y se han quedado en el montaje. Soy muy detallista, me implico mucho en cada decisión y, en este caso, aunque siempre hay que estudiarlo todo con los productores, he mantenido mis razones hasta el final. Estoy contenta con el resultado. Ahora me interesa mucho ver la reacción del público, espero que la disfruten tanto como yo.

-Uno de los elementos más destacados de La casa del caracol es el peso específico de los personajes secundarios. ¿Cómo ha sido el trabajo con los actores?

-Precisamente ha sido una de las cosas que más he disfrutado como directora. Y mira que, como docente, mi mundo tiene más que ver con la parte técnica. Pero he seguido con cada uno de los actores la construcción de todos los perfiles, dándole a cada personaje su background y su verdad, dejando claro a cada intérprete lo que espero de ellos. Te confieso que la idea de trabajar con Paz Vega y Javier Rey me intimada al principio un poco, me preocupaban las expectativas que pudieran tener respecto a mí. Pero han sido enormemente respetuosos todo el tiempo, me han escuchado siempre, han valorado mis decisiones y, sobre todo, han confiado en mí desde el principio. Y eso ha sido lo más importante. Creo que es una exigencia para cualquier director ganarse la confianza de sus actores.

-En cuanto a la parte técnica, no oculta usted su devoción a Hitchcock en cada plano.

-Por supuesto. Me he dejado llevar por gente con la que he crecido como cinéfila con la más firme intención de aprender. Tu percepción es acertada: durante el confinamiento me revisé la filmografía completa de Hitchcock justamente para definir qué película quería hacer. Al ver su obra y la de otros clásicos me reafirmé en mi idea de hacer un cine sin alardes técnicos que pusiera a la historia por encima de la cámara y que centrara toda la atención en los personajes. He querido que todo lo que entrara en juego corriera a favor del trabajo desde esta premisa.

-¿Rodar una ópera prima en plena pandemia convalida el doble?

-Sí, es un aprendizaje extra. Ante una situación así aprendes a tener más paciencia, a confiar todavía más en tu proyecto cuando parece que no hay manera de sacarlo adelante y a escuchar más a tu equipo. En ese sentido, he tenido un particular buen entendimiento con el director de fotografía, Valentín Álvarez: dado que teníamos que tomarnos más tiempo, dedicamos horas a charlar y a abordar distintos aspectos, y eso ha tenido consecuencias directas en la película para bien. Hemos optado por un uso del color sencillo, precisamente más clásico, y creo que esa decisión fue muy acertada.

-Con un rodaje tan dilatado, ¿hubo cambios en el guión?

-Curiosamente, no. Sí hemos introducido, inevitablemente, algunas modificaciones leves, algún retoque en una secuencia que quedaba un poco larga y cosas así. Pero no hemos modificado ni la estructura ni elementos determinantes. Se ha rodado el guión tal cual estaba, sin grandes cambios.

"Me parece que es una exigencia para cualquier director ganarse la confianza de sus actores"

-Además de su estreno en salas, La casa del caracol tiene garantizada su emisión en Amazon, que participa en su proyección. Sin embargo, ¿pensaba usted en la pantalla grande al rodarla?

-Siempre. Ya cuando leí el guión lo hice pensando en una pantalla grande. De hecho, los guiones que me gustan son los que visualizo ya directamente en una sala de cine. La película tendrá luego su vida propia, su porvenir, pero La casa del caracol está hecha de principio a fin para ser vista y disfrutada en pantalla grande. Soy una defensora a ultranza de las salas, es ahí donde hay que ver el cine, donde compartes emociones, donde te dejas conquistar por la historia. Eso no hay que perderlo nunca.

-¿Y qué expectativas tiene respecto al estreno en cines?

-Voy partido a partido. Procuro tomar todavía distancias. Quiero que la gente la disfrute y, de hecho, estoy convencida de que la película va a gustar a un público amplio. Claro que esto no es una ciencia exacta, pero en la película están los ingredientes precisos para enganchar al espectador.

-Entre ellos, el paisaje, que funciona como un personaje más.

-Sí. Nos costó dar con el pueblo perfecto con el rodaje hasta que dimos con Villanueva de Cauche, donde tanto los vecinos como las instituciones nos abrieron las puertas con la mayor generosidad. La ermita que aparece en la película se encuentra a cinco kilómetros de mi casa, cerca de Archidona. Rodar ahí, donde he pasado momentos inolvidables, ha sido muy especial y de alguna forma ha compensando las dificultades de rodar con niños, animales, insectos y no pocos imprevistos.

-¿Fue difícil rodar con niños?

-Bueno, por deformación profesional me llevo muy bien con los niños. En el instituto me gustaba hacer guardias en primero de ESO, así que ya me dirás. He hecho buenas migas con las niñas de la película y eso lo ha hecho todo muy fácil. También han confiado en mí desde el principio.

-Su siguiente proyecto es la comedia El refugio. ¿Se siente cómoda con el cambio de registro?

-Tengo como 235 wasaps pendientes de contestar. El equipo está ya instalado en Sierra Nevada con la preproducción. Va a ser una comedia muy alocada, muy divertida. Me estoy revisando la filmografía completa de Billy Wilder, ya te digo. Es curioso, porque mi corto Tránsito era de una alguna forma un thriller como lo es La casa del caracol, y luego mi siguiente corto, Marta no viene a cenar, estaba mucho más pegado a la comedia. Es como si estuviera reproduciendo ahora en mis largometrajes lo que hice antes con los cortos. Espero, de todas formas, que mi tercera película sea más personal.

-¿Ha valido la pena este salto adelante?

-Totalmente. Por muy mal que lo haya pasado en algunos momentos, firmaría para repetirlo una y mil veces. Mucho antes del Festival de Málaga, mucho antes del estreno, hacer La casa del caracol ha sido para mí un regalo. Ha sido como tener dos vidas, y no todo el mundo puede decir eso.

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