El director cubano Alan González ha presentado este viernes en el 27 Festival de Cine de Málaga su ópera prima, La mujer salvaje. Se trata de una producción que compite en la sección oficial del certamen y refleja la batalla de un personaje femenino imperfecto por su dignidad y supervivencia dentro de un país violento.

La protagonista es Yolanda, una mujer de 40 años que sobrevive a una sangrienta pelea en la que su marido casi mata a su amante en un barrio pobre de La Habana. Tendrá que recorrer la ciudad para tratar de encontrar a su hijo mientras que el vídeo del incidente se hace viral y el juicio social hacia ella se recrudece.

El realizador y coguionista del filme, Alan González, ha participado en una rueda de prensa posterior a la exhibición de su obra en el cine Albéniz junto con la actriz Lola Amores y los productores Claudia Calviño y Alfredo Calvino. "Esta película viene a partir de un estado de ánimo que respiramos en una sociedad violenta, patriarcal y machista en todos los niveles", ha afirmado González. Su objetivo era contar "la relación de esta mujer con el mundo en el que vive, que funciona como oposición con sus sistema de valores".

Para ello, la obra cuenta con una infrecuente disociación entre la imagen, que sigue a la protagonista principal, y el sonido, que refleja lo que dice toda la sociedad a su alrededor incluso aunque esté en segundo plano. "La historia viene de esa necesidad de exponer qué pasa cuando no eres lo que los demás esperan que seas", ha reflejado el director.

"Es un mundo en el que, si te caes una vez, corres el riesgo de que te pisoteen toda la vida", ha planteado González: "Cuando hay una sociedad incapaz de tener un sistema de justicia que funcione, las personas tienen que tomar la justicia por su mano y se convierte en un mundo aún más violento".

El cineasta ha asegurado que es "muy difícil" hacer cine en Cuba y que contaron con "muy poco dinero" y "muy pocos días de rodaje", además, "en un momento extremadamente hostil" como era el de la pandemia de la COVID-19. "Hay que trabajar mucho para no enfermarse mentalmente y separar tu estado de ánimo de aquello que quieres contar y cómo lo vas a contar", ha compartido González, en referencia también a los problemas económicos del país.

"La sociedad en la que estamos viviendo es extremadamente conservadora además de violenta, es violenta por conservadora, y el cine recoge eso", ha argumentado el realizador: "Estamos homogeneizando las historias y contando con los mismos recursos éticos. Me parece fundamental ofrecer una experiencia movilizadora y distinta a lo que solemos ver".

Su apuesta pasa porque el cine y el arte "no debería ser un panfleto". "Muchas veces miramos el cine de otros lugares del mundo para confirmar lo que ya sabemos sobre ese lugar del mundo", ha incidido: "Es un estado de espera muy cómodo y muy convencional, porque confirma al otro como un desgraciado. Yo no soy solamente un desgraciado, también puedo ser muchas otras cosas".

La productora Claudia Calviño ha relatado que ya no vive en Cuba por falta de esperanza tras casi quince años sacando adelante películas desde allí y ha profundizado en las dificultades que ha encontrado la cinta para ser financiada, tanto dentro como fuera de las fronteras del país.

"Cargamos con la mochila de lo que se espera del cine cubano por su contexto e historia político-social", ha dicho: "Hay gente que nos ha preguntado hasta dónde está el Ché. Hay una expectativa en torno a cómo tiene que ser una película cubana, y esta no la cumple".

Por su parte, la actriz Lola Amores ha agradecido que su personaje tiene "mucho matices" y se enfrenta a "muchas situaciones" diversas con una importante "entrega física": "Es lo mismo una mujer fuerte que una mujer muy vulnerable, también un poco inconsciente de sus actos", la ha definido.