Pablo Derqui | Actor

“Yo actúo para quien esté ahí delante, en un rodaje o en un teatro”

  • El intérprete protagoniza ‘Dos’, una pesadilla claustrofóbica de Mar Targarona con ecos cronenbergianos que causó sensación este sábado en Zonazine

Pablo Derqui (Barcelona, 1976), este sábado, antes de la entrevista.

Pablo Derqui (Barcelona, 1976), este sábado, antes de la entrevista. / Álvaro Cabrera (Málaga)

Debe Pablo Derqui (Barcelona, 1976) su popularidad a series de televisión como Isabel, aunque el público tiene en este intérprete voraz y de sorprendente registro a uno de los mejores actores del teatro español contemporáneo, un rango del que ha dado buena cuenta en montajes como Calígula, Desde Berlín, Com els grecs y Pedro Páramo. Este sábado presentó en Zonazine, dentro de la programación del Festival de Málaga, Dos, la nueva película de Mar Targarona que protagoniza junto a Marina Gatell: una pesadilla claustrofóbica deudora de Kafka y David Cronenberg en el que un hombre y una mujer que no se conocen despiertan unidos quirúrgicamente por el abdomen en un espacio extraño. El filme causó sensación entre el público.

-El rodaje de Dos no debió ser precisamente fácil. ¿Cómo lograron salir de ahí con vida?

-Cuando me hicieron la propuesta fue bienvenida, ante todo, porque se trataba de curro. Estábamos en plena pandemia, no había muchas opciones y llegó esta película pequeña, que transcurría en un espacio único con pocos personajes. Luego, al profundizar en el guión, no dejaba de preguntarme cómo se iba a hacer, tenía dudas sobre la organicidad y la transmisión de la historia, pero al mismo tiempo todas estas inquietudes me motivaron. Invertimos mucho tiempo en estudiar no sólo el texto, sino cómo nos íbamos a levantar, a desplazar, a ponernos de acuerdo para todo, y eso determinando el rodaje. Lo que también fue una ventaja, porque tenías claro por dónde había que ir.

-De hecho, la interpretación tiene mucho de coreografía.

-Sí, eso es. Llegó un momento en que distribuíamos los días del rodaje no a tenor del texto sino de los movimientos que teníamos que hacer. La suerte es que Marina Gatell y yo somos amigos desde hace mucho y nos habíamos comprometido a remar en la misma dirección. No había otra. Ten en cuenta que para darle la mayor veracidad a la situación estábamos anclados por argollas y pegados con adhesivos. Nos pusieron hasta imanes. En el rodaje había una persona dedicada exclusivamente a garantizar la sujeción de todo esto. Estábamos pegados todo el rato. Cuando cortaban el rodaje, nosotros seguíamos igual, pegados. Así durante tres semanas. Tuvimos que cuidar mucho el uno del otro.

-¿Determinó de alguna manera el plano físico la evolución de la historia? ¿Cambió en algo el guión durante el rodaje?

-No. Es que era todo tan inverosímil desde el principio que necesitábamos aferrarnos al guión para seguir adelante. Limamos algunas cosas para evitar reincidencias inútiles, pero nada mas.

-Con respecto a la posible respuesta del público, ¿se han sentido como kamikazes haciendo esta película?

-Sí. Pero eso para mí no tiene connotaciones negativas. La primera vez que leí el guión me pareció una locura, pero de inmediato una voz me preguntaba “¿Por qué no? ¿Cuándo vas a tener otra oportunidad de hacer algo así?” Hay tesituras en las que no te ves de antemano, pero no dejas de preguntarte si vas a ser capaz de sostenerlo. Ahora tengo mucha expectación por ver lo que piensa el público.

"En el rodaje resultaba todo tan inverosímil que tuvimos que aferrarnos al guión para salir adelante”

-¿Entiende la actuación ante la cámara y ante el público en un teatro como el mismo oficio o más bien como dos distintos?

-Es el mismo oficio. En realidad, en un rodaje estás actuando ante veinte o veinticinco personas que están contigo, muy cerquita. Y a veces ése es el aforo que te puedes encontrar en una sala de teatro. Yo tengo claro que actúo para quien tenga delante, y en el rodaje eso significa actuar para los que están en el set. Luego, si hay más gente que ve la película en una pantalla, eso ya es otra cosa. Pero lo primero es una interpretación teatral ante quienes están ahí. Después, bueno, me siento más en mi casa trabajando en el teatro porque me he formado ahí. Pero me gustaría seguir trabajando en el audiovisual, eso desde luego. Aunque sea el mismo oficio, las técnicas son diferentes, más sutiles en el cine, y quiero seguir explorando eso.

-Pero, ¿qué personajes le calan más hondo, los que interpreta en el cine o en el teatro?

-Me gustaría hacer más cine para responderte a eso con más certeza. La preparación de los personajes en el teatro es más exhaustiva, requiere más documentación y más trabajo en torno al personaje, además de repetir, repetir y volver a repetir para ajustarte a la música con la que ha escrito el dramaturgo. Por no hablar de que cada función es distinta. En el cine hay algo que predeterminas pero sí que hay una sensación de inmediatez, algo que tiene que ver con el momento y que te exige estar muy alerta para darle brillo al personaje.

-¿Qué proyectos relativos a la escena baraja actualmente?

-Seguimos con la gira de Pedro Páramo. Estaremos el próximo mes de julio en el Grec, en Barcelona, donde debíamos haber estado ya el año pasado aunque finalmente no pudo ser por la pandemia. Y en octubre comienzo con Tristán Ulloa los ensayos de True West, la obra de Sam Shepard, en un montaje que dirige Montse Tixé y la traeremos a Málaga en febrero, en el Festival de Teatro.

-¿A qué personaje de los que ha interpretado le debe más?

-Quizá al que hice en Some Voices de Joe Penhall, tal vez porque fue mi primer papel protagonista en el teatro. Fue el que me terminó de abrir la cabeza para comprender en qué consiste el teatro y cómo conectas con el público. Lo sigo teniendo muy presente.

-¿Qué lectura hace de la situación del teatro en el último año, entre la evidencia de que hay un público sediento de funciones y el desmantelamiento del tejido a costa de la pandemia?

-Sí, la impresión real de que la gente necesita el teatro ha sido evidente en la gira de Pedro Páramo. Afortunadamente se trataba de una producción grande, porque quienes más han sufrido han sido las compañías pequeñas. La situación es terrible. No sé qué pasa en este país. Los políticos se llenan la boca con la cultura pero, después, adiós muy buenas y si te he visto no me acuerdo. Somos el único país de Europa que mantiene los teatros abiertos, unos días porque somos así y otros días porque no tenemos subvenciones. Hay teatros que han cerrado por salud gracias a que están cubiertos por el Estado, pero los que hacemos teatro no lo estamos. Estamos en una situación en la que quienes acaban defendiendo los derechos de los trabajadores del teatro son nuestros patrones. Nuestra profesión es una bizarría extrañísima. Pero habría que fraguar esa necesidad real que tiene de la gente de teatro y de cultura hasta protegerlo con leyes y con un pacto de Estado.

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