Quim Gutiérrez: "La comedia tiene una posición privilegiada para plantear determinados temas"

El actor protagoniza la última película de Borja Cobeaga, Los aitas, una "comedia coral" presentada en el Festival de Málaga

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Quim Gutiérrez, uno de los protagonistas de 'Los aitas'. / Mar Bassa

Unos padres "un poco ausentes" que se han quedado sin trabajo no tienen más remedio que acompañar a sus hijas a un campeonato de gimnasia en Berlín. Desde Bilbao, en los años 80. El inicio de cómo cambia su punto de vista, de ser unos padres que no se saben el nombre de las amigas de sus hijas a empezar a interesarse y ver que les puede apartar algo tener una hija de esa edad. Los aitas, una road movie, está dirigida por Borja Cobeaga y uno de sus protagonistas es Quim Gutiérrez. Antes de su estreno del 21 de marzo, han presentado la película en el Festival de Málaga.

Pregunta.¿Cómo le surgió la idea de esta película?

Respuesta.Borja Cobeaga. En realidad es un encargo. Valérie Delpierre, que es la productora de Las niñas o de 20.000 especies de abejas, tenía una idea. Quería hacer comedia, siempre había hecho bastantes dramas y tenía la idea de unos padres que acompañan a sus hijas a un campeonato de gimnasia. Me la propuso primero como guionista, pero como fui llevándome la historia a mi terreno, la situé en el País Vasco, años 80, para hablar de la generación de mis padres que se quedaron en el paro y de repente todo empezaba a tener un carácter más personal. El personaje de Juan Diego Botto está inspirado en mi padre. El género de road movie siempre me había gustado como espectador. Al hacerla me di cuenta lo complicado que es como director, y sobre todo lo coral de tener seis niños y seis adultos en un autobús de época, eso fue complicado. No era de comedia loca, sino que la veía como más una comedia sentimental, con lo cual eso marcó un poco el tono.

P.¿Por qué esa época y no otra?

R.B. C. Pensaba en la época que mi padre se había quedado en el paro y que eso le hizo estar más tiempo en casa, conocernos mejor. Las mujeres siempre habían trabajado, pero entonces a lo mejor eran las que tomaban la iniciativa en cuanto a ser cabezas de familia, de las que llevaban el dinero a casa. Y me parecía que el 89 era una época en que todavía había cierta esperanza de que pudiera volver la industria, pero no lo hizo. Otra cosa que me hacía gracia era que yo en el 89 tenía la edad de las niñas de la película, básicamente son de 11 o 12 años, y quería hablar del momento. Yo vivía en Bilbao, justamente cuando empezaba a construirse el Guggenheim, que es el momento de cambio total de Bilbao, cómo pasa de ser una ciudad industrial a una ciudad de turismo y servicios. Cuando pensé que no era la época actual, porque cuando estuvo la idea, podía ser otra cosa, me decidí centrar en ese momento.

P.Está ambientado en los 80, pero esto podría seguir pasando en la actualidad también.

R.B. C. Sí, hablo mucho del cambio de modelo, pero es verdad que si uno va a las puertas de los colegios o ve los chats de grupos de padres, sigue habiendo una presencia más femenina que masculina. Las madres renuncian a media jornada de trabajo para poder ocuparse de los hijos. Es verdad que la mirada es hacia allá, pero tiene mucho de ahora todavía.

P.¿Cómo juntó a este reparto?

R.B. C. Quería que fuese como una mezcla en cuanto a los padres, que fueran vascos y otros no, porque quería retratar un poco lo que pasaba en la Euskadi de la época. Ibas a Bilbao y había padres que eran inmigrantes, padres que eran originarios de allí, y ahí sí surgió la idea. Con Quim no había trabajado nunca y ha habido un poco de flechazo. A mí me ha gustado mucho currar con él y es un tipo de actor con el que siento muy cómodo. Luego está Ramón Barea, que he hecho ya millones de cosas con él, ha trabajado en muchas cosas mías. Quizás la cosa más llamativa de reparto está Laura Weissmahr, que hace de entrenadora, que acaba de ganar el Goya con Salve María, y que representa a la mujer del futuro. Laura, que es hija de su padre suizo y tiene el alemán muy bien pillado, es la típica que habla siete idiomas, mide 1,80, y yo decía: "Jo, es que si quiero generar un contraste entre ellos, lo de Laura es perfecto".

P.¿Cómo le llega este proyecto a usted?

R.Quim Gutiérrez. Es una de esas lecturas que no ofrece muchas dudas sobre la implicación que voy a tener, porque es una historia coral muy bien armada. Cada personaje tiene sus líneas, sus rasgos singulares. Podría parecer que son señores de una fábrica y que todos se parecen y no, hay recorrido, hay arco, y es una película coral y difícil. Tengo la fortuna de leer bastantes guiones y este no ofrecía ninguna duda. Siempre es un alivio pensar que no solo tu personaje te ofrece retos, sino que vas a hacer una película que por sí misma se sostiene y que cada personaje tiene su sentido. Eso es lo que me llamó a meterme en el proyecto. Luego hace tiempo ya que estaba a punto de estar en una película de Borja anteriormente y me apetecía mucho y tuvimos un encuentro para contar el guion. Hubo algo de lo que me dijo que para mí era fundamental y tenía que ver con plantear un retrato realista de la transformación que viven estos señores. No es una transformación como tal, es simplemente una oportunidad de transformación. No empiezan siendo unos gañanes y acaban siendo el padre del año. Había algo del tono realista dentro de esta comedia que Borja pretendía exprimir que a mí me resultaba positivo como definición de pretensiones.

P.Cuénteme un poco sobre su personaje.

R.Q. G. Recordando hoy un poco cosas hablando del personaje, de Óscar, me doy cuenta de que es el único que antes que los demás ya ha tenido la oportunidad de establecer contacto con su hija porque su mujer ha fallecido hace pocos años y ese tema no se ha dado. En su seno familiar no hay una figura femenina como tal, es la abuela. Hay una figura femenina que ha desaparecido y otra ha reemplazado el sitio. Cuando su mujer fallece, ¿él se plantea ocupar el espacio de la madre o directamente lo ocupa la abuela y nadie cuestiona si ese es el rol que debe ocupar? Y eso es algo que a los demás les ocurre por primera vez durante el viaje, pero Óscar ya se ha enfrentado y obvió absolutamente el tema. En ningún momento se ha planteado de verdad que él pueda ocupar el rol de la madre teniendo en cuenta que ha fallecido. Y no le culpo porque es un hombre que pertenece a una generación donde todo lo emocional, todo lo afectivo, pertenecía al terreno de la mujer. Él se esperaba que llevara un sueldo a casa. Él cree que está siendo el padre que debe ser. Está haciendo lo que se espera de él. Sin embargo, la película plantea otra forma. Es una comedia coral con tintes de drama y da una realidad que sigue existiendo todavía.

Borja Cobeaga posa para esta entrevista. / Mar Bassa

P.¿Cómo critica eso desde el humor?

R.B. C. Lo marcaba un poco el tono. Yo sabía que no podía ser una comedia loca, porque en realidad estabas hablando de un contexto histórico preciso y que lo sentimental era fundamental. Hay una parte de la película que es muy clara, el enredo cómico de por qué van. Luego estaba la parte en la que padres e hijas empiezan a conectar. Eso te lleva a un terreno que no es la comedia más evidente, sino que encima estás quizás bordeando un poco el melodrama o algo más melancólico, que a mí siempre me ha interesado mucho. Cuando alguna película que he hecho era así, es una comedia pocha, es una comedia hecha desde la pochez.

P.La comedia muchas veces queda en segundo plano, no se lo toman tan en serio como si es un drama que representa la realidad.

R.Q. G. Para gustos, colores en cuanto a lo que uno espera de las películas que va a ver. Es cierto que la comedia tiene una posición privilegiada para plantear determinados temas, porque la entrada es menos dura que con un drama. Se lo he escuchado decir a Borja, pero me lo voy a aplicar yo: cualquier buena comedia habla de temas muy serios y de conflictos y de personajes que sufren. Lo que pasa es que el punto de vista permite reírnos de ello y con lo cual entrar de una manera probablemente más suave en el propio tema. Y esto es lo que plantea, es una comedia familiar, tierna, que encierra reflexiones.

P.¿Cómo se sienten al presentarlo aquí en el Festival de Málaga y además tan cerca de su estreno?

R.Q. G. Recuerdo la primera vez que estuve aquí en el 2006 y la novedad se ha perdido, pero todo lo demás está. Me refiero a la inquietud, las ganas, la incógnita de cómo un proyecto que presentas aquí será recibido. Los proyectos empiezan aquí y luego tienen su recorrido. Hay esa sensación de ver qué va a ocurrir y aquí empieza la carrera de algo que empezó en la lectura de guion y luego en el rodaje. Con una inquietud positiva, con una emoción. Emocionante y expectante.

R.B. C. Me trae mucha nostalgia porque hace 16 años presenté Pagafantas, que fue mi primera película y que se puso aquí. El festival era otro, era diferente, porque el festival era como más festivo. Ahora mismo es verdad que hay una línea editorial como muy clara. Ha tenido grandes éxitos, como 20.000 especies de abejas. Pero en ese momento en el Festival de Málaga podías encontrar una película de autoridad radical o Fuga de cerebros en la sección oficial. Es curioso ver cómo ha cambiado. Pero tengo más recuerdos aquí. Es la primera vez que puse una película con público, es algo mágico.

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