Doña Sofía ha rezado y ha vuelto a besar la imagen del Cristo de Medinaceli, la imagen más venerada de Madrid que en el primer viernes de cada Cuaresma reúne a miles de devotos que llegan a guardar colas de días para ser los primeros en el templo cercano al Congreso de los Diputados.

La madre de Felipe VI, vestida de negro,

ha sido fiel a la tradición de la familia real de acudir al templo para rezar ante el Cautivo y Rescatado, una venerada talla que congrega cada día a miles de fieles que acuden a rezar. Así se ha sumado doña Sofía en una celebración ya sin las limitaciones de los tres años anteriores por la pandemia. En 2019 fue la última Cuaresma en la que se permitió el beso a la imagen.

Doña Sofía fue recibida entre aplausos de los presentes al bajarse del vehículo y ya en el interior de la basílica de los capuchinos, donde sonó el himno nacional al franquear la puerta. La reina emérita fue recibida  por el ministro provincial de la Comunidad de los padres Capuchinos, Carlos Coca, y por el guardián de la Fraternidad de la congregación (la hermandad que procesiona la imagen en el Viernes Santo), Benjamín Echeverría, y Flavia de Hohenlohe-Langenburg, en representación de la Fundación Casa Ducal de Medinaceli, vinculada a la veneración. En la sacristía también se hallaba el arzobispo de Madrid, el cardenal Carlos Osoro, que ofició la misa matinal.

A lo largo de estos años la madre del Rey sólo se ausentó en 2021 por la supresión del culto en esa Cuaresma de la pandemia y Felipe VI ha acudido en una ocasión como monarca, en 2018, y como príncipe estuvo en 2004, en vísperas de su boda, junto a su entonces prometida, doña Letizia.