La farola

'La Casa del perro': refugio aborigen para comer en el centro de Málaga

Fede Ayllón Rodríguez es el cocinero de 'La Casa del perro' restaurante en el centro de Málaga

Fede Ayllón Rodríguez es el cocinero de 'La Casa del perro' restaurante en el centro de Málaga / Javier Albiñana

Está en el centro de Málaga, se diría que casi escondido en un punto histórico de la ciudad, aunque no es así. Su menú depende del sol de Coín, de cómo venga este año y la época en la que estemos; de un puesto de carne en el mercado de El Molinillo y de otro de pescado en Huelin. Agricultura ecológica y productos de temporada y la máxima cercanía posible. Elegir entre las 15 ó 20 opciones de la pizarra no plantea las mismas dudas en un plazo de dos días. "Elegimos un producto y lo cocinamos, la carta es rica y variable. Si nos piden salmorejo y aún no es el tiempo de los tomates, no tenemos", ejemplifica Fede y avisa de que están al llegar. Junto a Ana, Fede cumple al frente de La Casa del perro 18 años en los que han evolucionado y resistido justo en el punto de la ciudad en el que ambos se criaron. Comer en un refugio de aborígenes del centro malacitano no es tan fácil como puede parecer. Este merece la pena.

Ana y Fede son pareja y del centro de Málaga. Se criaron en él, crecieron entre las calles Carretería y Cárcer y ahora en una de las manzanas entre estas vías van a cumplir 18 años al frente de su restaurante. "Abrimos en 2004, somos del centro los dos, es nuestro barrio, aunque ahora vivimos en Huelin. Pensamos en abrir el restaurante en el centro porque es donde nos criamos. En abril cumplimos 18 años y seguimos en una época tan cambiante: hemos cambiado horarios, sistemas de trabajo y de repente nos hemos hecho mayores de edad. Nos mantiene la ilusión, el trabajo es nuestra casa, él es el cocinero y yo atiendo", explica Ana Vicaria.

Verduras ecológicas y vino natural

Verduras ecológicas, productos de proximidad y calidad y vinos naturales. Es decir, cosechado y fermentado sin aditivos, como los sulfitos, el alcohol u otros elementos químicos. Son las propiedades de las uvas y las particularidades de cada cosecha las que marcan la calidad y características del vino. Un aspecto de la enología que no produce tantos litros de vinos como los métodos convencionales pero que poco a poco expande su público. Cuenta con una buena selección con vinos producidos de esa manera en la provincia.

"Sabe más afrutado, notamos una acidez de fruta. No tiene química y puede cambiar mucho de uno a otro. No pesa al estómago, no da dolor de cabeza y hay una amplia gama de variedades. Las producciones son pequeñas, poca cantidad, cuidan la viña y la transforman en este tipo de vino que también puede envejecer", explica Fede Ayllón Rodríguez que también resalta la cerveza hecha en Ardales. Sobre la carta y el origen del género: "Cada vez buscamos más la excelencia y los productos de calidad. Antes íbamos al mercado, ahora las verduras vienen de Coín, de Salvador y Maribel, todo ecológico y verduras de temporada. Las alcachofas estaban riquísimas, pero ya se acabaron. En cuanto a carne, en un puesto de El Molinillo, de toda la vida, él escoge la carne. Por ejemplo, los pollos son de corral y semanalmente se agotan. En cuanto a pescado, vivimos en Huelin y allí una familia de pescaderos nos escoge el género. Ahora, el atún y los calamares son espectaculares", resume el cocinero.

Un menú abierto, cambiante y amplio

En lo referente al menú, rota continuamente y la pasada pandemia les aclaró algunos puntos a los que habían empezado a apuntar: "Ha ido evolucionando. Al principio, teníamos tres pizarras: vegetariana, carne y pescado; ahora seguimos con esa idea de ingredientes claros para todos los públicos, pero pizarra única y super cambiante: buscamos un producto bueno y lo cocinamos. Esa carta cambiante viene de la cuarentena. 15 o 20 platos que varían, porque si llegan cuatro pollos, pues sólo hay cuatro platos de alitas", explica Fede que añade: "La gente se adapta a no tener una carta cerrada, si no hay algo, se ofrece otra cosa y suele gustar".

En 18 años, con la ciudad han evolucionado también los clientes: "La clientela ha cambiado bastante, hay gente que viene desde que abrimos y hemos visto a novios que crecen y tienen hijos y algunos se mantienen. Eso es algo muy fuerte. No hemos estado enfocados al turismo, pero sí notamos al turista curioso, porque no estamos en una calle con mucho turismo de masas. Pero recibimos turistas, últimamente bastantes holandeses".

Entre los secretos de la carta hay uno que no cambia y que el cocinero confiesa: "las croquetas, las hace mi madre". Probablemente sea el sello de calidad que mucha gente aficionada a la croqueta necesita para que sus expectativas se disparen. Cosas de La Casa del perro, restaurante de aborígenes en el centro de Málaga.

Manda tus sugerencias y comentarios a lafarola@malagahoy.es

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