No seas de los que aún no lo conoce: este pequeño pueblo de Málaga parece sacado de una postal otoñal

Enclavado en el Valle del Genal, Cartajima deslumbra con su belleza, su historia y el color del Bosque de Cobre

Calles empedradas, aroma a leña y vistas infinitas: así es el pueblo más bonito del otoño malagueño

Rodeado de los Riscos de Cartajima, este enclave combina arte, naturaleza y calma serrana

A lo lejos, Cartajima.
A lo lejos, Cartajima. / cartajima.es

En pleno corazón de la Serranía de Ronda, a 845 metros de altitud, se alza Cartajima, un pequeño pueblo blanco que parece detenido en el tiempo. Sus calles empedradas, su aire puro de montaña y su entorno natural lo convierten en uno de los enclaves más pintorescos de la provincia de Málaga, especialmente durante el otoño, cuando los bosques del Valle del Genal se tiñen de ocres, dorados y rojizos. Rodeado por los Riscos de Cartajima, un imponente conjunto de formaciones kársticas, este municipio se erige como un auténtico mirador natural de la comarca, dominando paisajes que en noviembre parecen sacados de una pintura.

El clima fresco y la luz suave de esta época del año acentúan la belleza de sus alrededores. Los tonos cobrizos de los castañares y el olor a leña que se escapa de las chimeneas crean una atmósfera que envuelve al visitante y le invita a recorrer sus estrechas callejuelas y a descubrir los secretos que guardan sus fachadas encaladas.

Historia y patrimonio en cada rincón

El nombre de Cartajima tiene raíces árabes. Deriva de la voz Al-Z’jaima, que significa “el lugar de más altura”, una definición que encaja perfectamente con su ubicación. Las primeras referencias escritas lo mencionan como Xaritalxime, evolución lingüística que acabaría dando lugar al nombre actual. Su historia está marcada por distintos periodos, desde la dominación andalusí hasta los tiempos de la Guerra de la Independencia, cuando el guerrillero Andrés García lideró una acción contra el gobernador francés de Ronda, hecho que valió al pueblo el reconocimiento del rey Fernando VII, quien le otorgó el título de villa en 1814.

El siglo XIX fue una etapa de esplendor para Cartajima gracias a la explotación de minas de hierro y la instalación de una fábrica de cañones, lo que llevó a que se la conociera popularmente como el “Cádiz chico”. Hoy, ese pasado industrial contrasta con la calma que caracteriza a un municipio donde el silencio y la naturaleza son protagonistas.

Monumentos que cuentan su historia

El edificio más emblemático de Cartajima es la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, un templo del siglo XVI situado en la parte más alta del pueblo, frente al Ayuntamiento. En su interior se conservan imágenes de la Virgen del Rosario, San José y el Niño Jesús, además de elementos arquitectónicos que reflejan el estilo religioso de la época. Las calles del pueblo están repletas de murales que adornan cada esquina, cada muro, dándole una identidad diferente a la vez que un sentido común donde podemos ver dibujadas sus costumbres y signos de identidad de los cartajimeños.

La Iglesia de Nuestra Señora del Rosario.
La Iglesia de Nuestra Señora del Rosario. / malaga.es

En los alrededores del municipio se localizan vestigios arqueológicos de distintas etapas históricas. De la época romana se conservan las termas de la Cañada del Harife y la necrópolis del Cortijo del Ratón, mientras que de la edad media permanecen los restos del castillo y de los antiguos poblados de Casapalma y Cartabón. También destaca la Fuente de los Peces, de origen andalusí, decorada con motivos moriscos y ubicada en el camino de Arroyo Blanco.

Naturaleza y leyenda en los Riscos de Cartajima

El entorno natural de Cartajima es uno de los más impresionantes de la provincia. A los pies del Oreganal, rodeado de encinas, alcornoques y castaños, el municipio forma parte de un paisaje único que alcanza su máximo esplendor en otoño. El conjunto kárstico de los Riscos de Cartajima es el segundo más importante de Málaga, solo por detrás de El Torcal de Antequera. Las caprichosas formas de la roca caliza han dado origen a leyendas y relatos populares transmitidos de generación en generación. En este entorno se encuentran también cuevas y simas como las de Carrión, Ronda, Umbría, Miguela o Charcón Bajo, auténticos refugios naturales cargados de historia.

Los Riscos de Cartajima.
Los Riscos de Cartajima. / malaga.es

Fiestas, tradición y gastronomía

Cartajima mantiene vivas sus costumbres con un calendario festivo que refleja la identidad serrana del pueblo. En Semana Santa destaca la Fiesta de las Cortesías, en la que los vecinos elaboran un nicho de ramas y un chopo para el Niño Jesús, mientras que el Domingo de Resurrección se celebra una procesión en la que la Virgen del Rosario busca al Niño. En agosto, las fiestas patronales llenan las calles de música y actividades culturales, mientras que en otoño el protagonismo lo asumen la Fiesta del Tostón, durante el Día de Todos los Santos, y la Fiesta del Mosto, que se celebra cada noviembre.

La gastronomía local es otro de los grandes atractivos de Cartajima. Su cocina se caracteriza por los sabores de la Serranía de Ronda, con platos elaborados a partir de productos de temporada. Entre sus recetas más tradicionales se encuentran los guisos de conejo, las ollas serranas, las migas, las sopas de pan y ajo o las setas fritas. En el apartado dulce, destacan las rosquillas al horno y las tostaeras de castaña, elaboradas con canela, anís y café, herencia directa de la repostería árabe.

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