El pueblo de Málaga que guarda un secreto de más de 300 años y vio nacer a Fray Leopoldo

Alpandeire es un singular pueblo de la Serranía de Ronda con muchas particularidades que pocos conocen

El pueblo de Málaga con más huellas de las culturas que lo habitaron

Una vista aérea de Alpandeire. / malaga.es

A los pies de la sierra de Jarastepar y en pleno valle del Genal se encuentra Alpandeire, uno de los municipios más singulares de la provincia de Málaga. Su reducido tamaño —apenas 280 habitantes según el último censo— y su localización en la Serranía de Ronda lo han mantenido al margen de los circuitos turísticos más populares. Sin embargo, entre sus estrechas calles blancas se esconde un legado cultural, natural y religioso que lo convierte en un destino único para quienes desean descubrir los rincones más sorprendentes de Málaga.

El elemento más llamativo de Alpandeire es la Iglesia de San Antonio de Padua, conocida como la Catedral de la Serranía de Ronda. Esta iglesia, cuya construcción se remonta al siglo XVI y que fue restaurada en el XVIII, impresiona por su tamaño, desproporcionado si se compara con la escala del pueblo. Su origen está ligado a una leyenda local: el templo habría sido erigido por error en Alpandeire en lugar de en otra localidad más grande.

La Iglesia de San Antonio de Padua. / Alpandeire.es

Lo que ha mantenido a esta iglesia como objeto de curiosidad es lo que se esconde bajo su suelo. En su sótano descansan los cuerpos momificados de un matrimonio que, según la tradición oral, financió parte de las obras del templo. La historia relata que, tras quedarse sin fondos, los constructores recurrieron de nuevo a esta pareja benefactora, quienes les condujeron hasta un escondido pilón de oro. La momificación de los cuerpos, cuya técnica aún no ha podido ser determinada, y su estado de conservación tras más de 300 años han fascinado a expertos y visitantes por igual.

El legado de Fray Leopoldo

Alpandeire también es conocido por ser la cuna de Fray Leopoldo, uno de los santos más venerados de Andalucía. Nacido en 1866, Francisco Tomás de San Juan Bautista Márquez Sánchez fue beatificado en 2010 por la Iglesia Católica. La localidad conserva la Casa Natal de Fray Leopoldo, reconvertida en museo, y una ruta de peregrinación que parte del municipio y recorre varios pueblos del entorno.

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La figura del beato está presente en diversos espacios: una estatua de bronce en el pueblo y otra en el Mirador de Fray Leopoldo, que ofrece vistas espectaculares de la comarca. La devoción hacia su figura continúa muy viva, especialmente cada 24 de junio, día de su nacimiento, cuando Alpandeire celebra una jornada de homenaje con actividades religiosas y culturales.

Patrimonio histórico y enclaves naturales

Alpandeire ha sido habitado desde la prehistoria, como demuestran los dólmenes de Encinas Borrachas y Montero, vestigios megalíticos que indican la importancia estratégica de la zona. Durante la época romana, también existieron asentamientos en las cercanías, evidenciados por restos hallados en los parajes de La Vasija y La Mimbre.

Ya en época musulmana, el pueblo fue fundado en el año 711. Su historia posterior está marcada por la conquista cristiana de Ronda y la posterior expulsión de los moriscos. En 1609, Alpandeire tuvo que ser repoblado por orden de Felipe III con 22 nuevas familias. El Antiguo Pósito del siglo XVIII, hoy reconvertido en centro cultural, y el monolito de Fernando VII son otros de los elementos patrimoniales que enriquecen el paseo por sus calles.

A nivel natural, Alpandeire está rodeado por un entorno privilegiado: cascadas, tajos rocosos, arroyos y miradores lo convierten en un enclave ideal para el turismo activo. Entre los puntos más destacados se encuentran el Chorreón, una cascada de 50 metros; los tajos del Infiernillo y del Canalizo; y las cimas del Jarastepar, el Carnero y el Poancón. Además, el municipio forma parte de la Gran Senda de Málaga, conectando con Ronda a través de una etapa de 18 kilómetros.

Celebraciones y tradición gastronómica

La vida cultural de Alpandeire también se refleja en sus fiestas populares. En agosto se celebran las fiestas patronales en honor a San Roque, con procesiones, verbenas y actividades deportivas. En octubre es el turno de la Virgen del Rosario, y durante la Semana Santa se mantienen tradiciones únicas como el Niño del Huerto y la Quema del Judas.

La gastronomía local destaca por su apego a la tierra y la estacionalidad. Platos como el cordero en salsa de tomate, la olla de hierbas silvestres o los guisos de conejo se alternan con elaboraciones dulces de raíz morisca, como los pestiños, borrachuelos o suspiros. Todo ello con productos de proximidad que reflejan la historia agrícola de la zona.

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