La ruta de senderismo en Málaga que es "genial para hacer con niños" que atraviesa pasarelas y un río

La ruta por las pasarelas del río Genal es una de las más disfrutables cuando comienza a ser habitual el calor en Málaga

Todos los motivos por los que siempre volver a la Serranía de Ronda

Una de las pasarelas de la ruta.
Una de las pasarelas de la ruta. / gransendademalaga.es

En el corazón de la Serranía de Ronda, una de las comarcas más espectaculares de Andalucía, discurre una de las rutas de senderismo más simpáticas, sencillas e ideales para hacer con niños de toda la provincia de Málaga: el recorrido de las pasarelas del río Genal. Este itinerario, de apenas 3,8 kilómetros de longitud, se ha convertido en uno de los más singulares de la zona no solo por su riqueza paisajística y biodiversidad, sino también por la experiencia que ofrece al caminar sobre pasarelas metálicas suspendidas sobre el cauce del río.

Este sendero circular, de ida y vuelta por el mismo trazado, parte del entorno de la Venta San Juan, junto a la carretera MA-8305 en el término municipal de Jubrique, en la zona conocida como el Bajo Valle del Genal. Desde el inicio, el paisaje se muestra generoso: vegas frondosas, antiguos molinos, pasarelas sobre taludes rocosos y una vegetación exuberante convierten este recorrido en un paseo inolvidable por el interior más verde de Málaga.

Así es uno de los senderos.
Así es uno de los senderos. / gransendademalaga.es

Un camino entre pasarelas, valles y vegetación de ribera

El itinerario arranca por una rampa con vistas al pueblo de Algatocín, encaramado entre los relieves más agrestes de la sierra. Poco después, el sendero se desliza por la trasera del camping San Juan y vadea el río Monardilla a través de un puente de madera. A ambos lados del camino, los restos de vegetación arrastrados por las crecidas del Genal dan testimonio de la fuerza natural del entorno.

En el kilómetro 1,3 se alcanza la primera de las pasarelas metálicas, tras ascender una escalera de piedra sin barandilla. Este primer tramo lleva al caminante a la vega de los Cuarterones, flanqueada por castaños y algarrobos, y al llamado andén en altura, donde se camina ayudado por un cable guía, proporcionando uno de los momentos más emocionantes del recorrido.

Una de las pasarelas.
Una de las pasarelas. / malaga.es

A medida que se avanza, se descubren vestigios del pasado como la venta Ventorriche o el molino de los Cipreses, este último restaurado como vivienda rural. Las vegas se suceden: la de los Tiritones, cubierta por olivos y granados; la de Juan Ruiz, con su pequeña huerta familiar entre chopos, y la zona de la vereda de los Limones, punto en el que se bifurcan los senderos GR-249 (Gran Senda de Málaga) y GR-141 (Gran Senda de la Serranía de Ronda).

Un final entre chopos y piedra: la vega de la Escribana

El último tramo de la ruta transcurre próximo al cauce, antes de alcanzar la tercera pasarela, situada a unos quinientos metros del Prado de la Escribana. Esta zona recreativa, con mesas de piedra y rodeada de chopos, marca el final del trayecto, punto ideal para recobrar fuerzas con algo de comer que llevemos en nuestras mochilas. Justo antes de llegar, se distingue el puente de hormigón que permite cruzar el río Genal y que da paso a las pistas forestales que ascienden hacia Benarrabá.

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A escasos metros del final, se abre la vega de la Escribana, un enclave abierto y llano que pone el broche a una ruta que combina naturaleza, historia y patrimonio. Desde este punto, el regreso se realiza por el mismo camino, ofreciendo una segunda oportunidad para disfrutar de los mismos paisajes, esta vez desde otra perspectiva.

Un entorno conectado con la historia y el territorio

Además del valor paisajístico, esta ruta se integra en dos de los grandes senderos de la provincia de Málaga: el GR-249 y el GR-141. Su trazado conecta pueblos tan emblemáticos como Genalguacil, Benalauría, Benarrabá o Jubrique, todos ellos con un fuerte carácter serrano, caseríos blancos colgados en la ladera y una profunda relación con el río Genal.

La riqueza de este entorno se completa con elementos culturales como molinos antiguos, acequias desvencijadas y vestigios agrícolas que narran el modo de vida tradicional en la zona. Incluso hay constancia de la presencia humana en la Edad de Bronce en puntos cercanos al trazado.

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