Más de 13 horas en un tren a Málaga parado en mitad de Toledo: "Mándame a la UME, que hay personas mayores"
Elena Lázaro y Ana Sines describen el calor, los olores o el mal rato por pasar la noche varadas en medio de Toledo
La enésima avería deja a 300 personas paradas durante 14 horas en un tren a Málaga

Pasar más de 13 horas en un tren parado en medio de Toledo es una de esas experiencias que todo el mundo querría evitar. Elena Lázaro y Ana Sines son dos de los 317 pasajeros que han vivido estos momentos de tensión, calor y también un poco, por qué no decirlo, de reforzar la creencia de que lo mejor que tenemos en España es el capital humano: "La gente genial, han estado cantando, tranquilos, lo mejor es la gente, sin duda". Sin embargo, la gestión por parte de las autoridades es cuestionable: "Trece horas atrapados en un tren... mándame a la UME y sácame de allí, hay niños, personas mayores mascotas, si pasa algo… me parece una locura", dice Lázaro, una vez su tren ya ha sido remolcado a la estación de Atocha, en Madrid y espera volver a salir.
El trayecto, cuenta, ya empezó accidentado. El tren que venía desde Murcia y que debía llegar a las 19:35 trajo un pequeño retraso. "Durante el camino había tenido pequeños parones, pero nos ha dicho el personal del tren que la avería no tuvo nada que ver con eso, fue por la catenaria", dice Lázaro. Una vez ya parados, lo peor, fue ver pasar una quincena de trenes por la otra vía, muchos de ellos vacíos: "No entendía por qué no paraban y nos recogían, si iban vacíos. Creo que han querido enfadar mucho a unos pocos para no enfadar un poco a muchos", asevera.
Lázaro es investigadora, trabaja en la Universidad de Córdoba e iba de camino a Granada para presentar un libro, Otra historia de la ciencia, que ha escrito junto a siete divulgadoras andaluzas más. No esperaba una noche medio al raso, medio en el interior de un tren sin luz, ni aire acondicionado y cuyos pocos víveres los trajo la Protección Civil de Castilla La Mancha una vez se acabaron las provisiones en la cafetería de Renfe, "que vendió todo", afirma Lázaro.
En medio, un grupo de jóvenes que cantó "hasta las dos de la mañana, que ya se cansaron, pero dieron muy buen rollo", un rumano que viajaba en el tren "que no entendía cómo lo llevábamos tan bien", pero también varias personas que tuvieron que ser atendidas por servicios médicos, otros que cogieron sus trolleys "y se fueron andando al pueblo más cercano", que estaba a cinco kilómetros o mucho calor.
"Lo peor ha sido a primera hora de la noche, porque empiezas a ver salir un solazo y esperas que empiece a apretar el calor", afirma. Hasta pasadas las 10 de la mañana no han llegado a Madrid, sin saber cuándo podrían recuperar la línea para volver a Andalucía. A esto suma que, cuando ya había llegado la remolcadora que debía devolverlos a Atocha, "parecía que no engachaba, luego nos han dicho que saltaba un freno automático". La del freno no fue la única incidencia, afirma Lázaro que tuvieron que parar la operativa, pasadas las 8 de la mañana, porque a una pasajera tuvieron que atenderla los servicios médicos al estar sufriendo una cardiopatía.
En el mismo tren que Lázaro iba Ana Sines. Ella venía a Málaga a ver a su madre, que la habían operado, "aunque no de gravedad". Como es madrileña, ha decidio no montarse en el tren de vuelta a Málaga, "no me arriesgo a que vuelva a pasar, ahora tengo que ir a que me cambien los billetes, volveré el fin de semana a ver a mi madre".
Sines narra una noche "horrorosa" por "los olores, no había luz, el calor, la organización desastrosa, ha sido pasable por la gente". Aunque disculpa a los trabajadores de Renfe, "han sido muy amables, pero estaban como nosotros", y lamenta que no hayan vuelto a por ellos durante la noche, pero entiende que "el sitio más cercano al que podían llegar los autobuses estaba a 2 kilómetros".
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