Actos vandálicos que dejan huella
El mobiliario de la ciudad se convierte en el objetivo de hurtos y gamberradas en plena calle Las pintadas o el robo de estatuas son los actos más repetidos
Sin un fin concreto más allá que el de probar la valía del compañero bajo la máxima de "a que no hay...". Bien para llamar la atención, por diversión, o incluso como parte de una performance. Lejos de las pintadas en el mobiliario, los hurtos y gamberradas en plena calle se suman a este vandalismo que busca notoriedad y que se ensaña, sobre todo, con cualquier escultura u objeto voluminoso que se encuentra por el camino. El último caso se dio el pasado lunes en Alhaurín de la Torre, cuando las camareras de la Virgen de la Esperanza encontraron a la imagen con un mechón de pelo cortado, unos pendientes de bisutería, y una estrella de juguete sobre la escultura. Pero la provincia, no obstante, cuenta ya con un largo palmarés de este tipo de actos incívicos, muchos de los cuales se centran en la capital de la Costa del Sol.
Ni siquiera el icono por excelencia de la ciudad, Pablo Picasso, se libra del vandalismo. Hasta en dos ocasiones se atentó contra la escultura de bronce del pintor situada la Plaza de la Merced. En abril de 2013, de madrugada, se arrancó la imagen del banco donde estaba asegurada y se encontró en otro apenas unos metros más alejada. Pero fue tres años antes, en febrero de 2010, cuando los daños trascendieron de forma más grave ya que el lápiz que sujetaba en su mano derecha desapareció junto a varios de los dedos, los cuales fueron arrancados de la escultura.
Las estatuas son uno de los blancos principales de este tipo de fechorías. En 2009 fue el turno del monumento en honor a San Juan Bosco, localizado en la rotonda de Fuente Olletas. Una mañana amaneció mutilado al desaparecer uno de los niños que completaban la obra. Ese mismo año, en enero, la estatua de bronce del poeta Alfonso Canales, en la Avenida Manuel Agustín Heredia, también desapareció y fue encontrada en la zona de El Torcal sin daños importantes; mientras que en el verano de 2008 la escultura dedicada al torero Antonio Ordóñez en los alrededores de La Malagueta apareció pintada de rosa y sin estoque.
No cabe duda de la predilección por los elementos de gran tamaño en estas situaciones. Prueba de ello son las bolas de mármol de calle Larios, que han sido el objetivo de muchos vándalos hasta que quedaron fijadas al suelo. En la misma vía, pero en abril de 2009, a una inmensa máquina de escribir -que servía de reclamo publicitario en el Festival de Cine- le arrancaron la mayoría de las teclas quedando prácticamente sin letras para pulsar.
Ningún ámbito parece salvarse del vandalismo. Hasta el mundo del deporte es objeto de estas acciones vandálicas sin fin alguno. Así, en octubre de 2007 un enorme balón de baloncesto de tres metros de diámetro colocado a los pies de la estatua del Marqués de Larios -y que promocionaba el encuentro entre el Unicaja y los Memphis Grizzlies de la NBA en el Martín Carpena- desapareció y fue encontrado una semana después pinchado en la playa de la Misericordia. O tras el ascenso del Málaga en 2008, cuando La Rosaleda se quedó sin porterías al llevarse los aficionados las redes y largueros. Más de uno, además, habrá despertado alguna mañana con señales de tráfico a los pies de la cama que guarda con recelo como recuerdo de una noche heroica. Conos, placas de calle o incluso los adornos que decoran las calles en Navidad o Feria se vuelven más atractivos con unas copas de más.
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