Patrimonio

La Alameda, cuna de pasado y presente

  • Avalan el “matrimonio” del Metro como infraestructura moderna con los restos arqueológicos. La Junta y el Ayuntamiento trabajan en hacer visible parte del fuerte de San Lorenzo

Imagen de la mesa redonda celebrada ayer.

Imagen de la mesa redonda celebrada ayer. / S. Sánchez

Pocos lugares como la Alameda para mostrar el “matrimonio” de la Málaga presente y pretérita. Este escenario es clave para entender la necesaria relación entre las infraestructuras actuales y el patrimonio histórico. El valor de esa ligazón fue objeto ayer de una mesa redonda organizada por la Fundación Aduana Museo de Málaga, que congregó a las principales voces autorizadas de las dos grandes intervenciones que transforman este emblemático eje: el Metro y la reurbanización de la superficie.

“Las infraestructuras colocan en primera línea el patrimonio”, exponía Ana Arancibia, directora de excavaciones de las obras del suburbano, quien subrayó la necesidad de entender estas grandes obras como “oportunidades” para poner en valor la propia ciudad. Y en este proceso la construcción del ferrocarril urbano ejerce de descubridor desde sus orígenes.

Cada avance del Metro tiene hitos que exceden la faceta ingenieril, cobrando protagonismo la labor del arqueólogo. Callejones del Perchel, La Unión, Renfe... Todos escenarios en los que el tajo sacó a relucir vestigios de civilizaciones antiguas. Y ahora la Alameda, con el Fuerte de San Lorenzo como referente. Los trabajos de conservación y mantenimiento de esta estructura, con la que “se topa de lleno” el túnel, van a suponer un esfuerzo económico a la Junta de Andalucía que se fija en algo más de 5,6 millones de euros.

Traslado del muro este del fuerte de San Lorenzo. Traslado del muro este del fuerte de San Lorenzo.

Traslado del muro este del fuerte de San Lorenzo.

El objetivo, como exponía el director general de Infraestructuras de la Agencia de Obra Pública de Andalucía, Miguel Ángel García Cañizares, “hacer un matrimonio entre la estructura moderna y la antigua”. No fue hasta el inicio de la obra del tramo Guadalmedina-Atarazanas, en mayo de 2015 (la terminación de la fase de infraestructura se espera para “primavera-verano de 2019”) cuando se pudo tomar conocimiento de la envergadura del bien.

En la etapa final de la intervención, la pretensión de la Junta es la de, en el marco del proyecto de reurbanización de la Alameda, “hacer visible desde la superficie parte del muro oeste del fuerte”. Una manera, a juicio de Arancibia, de colaborar para que los ciudadanos “se identifiquen con su patrimonio”.

La presencia de la obra del Metro es trascendental en la apuesta del Ayuntamiento por diseñar la nueva Alameda, en la que las proporciones del espacio pasarán a destinar del orden del 70% del suelo al peatón, reservando el 30% restante al tráfico de paso, prioritariamente el transporte público. “Hasta hace unos años la Alameda era un espacio bastante invisible; los ciudadanos pensaban que era un lugar hostil, por el que había que pasar rápido para llegar a algún sitio”, destacó Javier Pérez de la Fuente, jefe de Arquitectura de Urbanismo.

Uno de los hitos de la transformación ya en desarrollo es el cambio de ubicación de la escultura del Marqués de Larios, hasta ahora situada encima del aparcamiento de La Marina. “Seguro que Benlliure no contemplaba este conjunto en una rotonda y mucho menos en una chimenea de humos”, destacó Pérez de la Fuente para defender el cambio de emplazamiento. Su nueva instalación quedará en el lateral norte de la Alameda, casi en el cruce con la calle Larios. “Es una oportunidad para que todos puedan conocer la escultura; ahora vamos a poder contemplar el conjunto”, insistía.

Hace unas semanas se procedió a trasladar la escultura para su restauración. Rafael Ruiz de la Linde, responsable de la empresa Chapitel, que asume esta delicada tarea, puso de relieve al mal estado del marqués tras su traslado al taller. “Nos encontramos al marqués en una pura chimenea”, expuso, apuntando de manera directa a los daños causados por la contaminación. “El conjunto presenta suciedad, manchas negras...”, comentó.

Por su parte, Guillermo López, responsable del Servicio de Bienes Culturales de la Delegación de Cultura en Málaga, abogó por asumir con “la mayor normalidad” la confluencia de los restos arqueológicos en el marco de las obras públicas. “Como sociedad queremos contar con infraestructuras de transporte y espacios más amables, pero también tiene que ser un objetivo el conseguir un mayor conocimiento y conservación del patrimonio histórico”, defendió.

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