'Amos' de su vivienda

La crisis muta en algunos casos los roles tradicionales del hombre y de la mujer

Redacción / Málaga

07 de marzo 2010 - 01:00

La Real Academia Española de la Lengua relaciona la palabra crisis con los significados de "escasez y carestía" y a "situación dificultosa y complicada". Y eso es justamente lo que ocurre con algunas familias en la provincia que ante la imperiosa necesidad del actual contexto ven mutar los roles tradicionales de hombre y mujer. La hasta ahora ama de casa se convierte en sostén laboral y el que durante décadas era pilar económico ha de asumir las tareas propias del hogar.

Francisco Valiente, de 36 años, es gruista de obras de profesión, pero debido al colapso del sector lleva dos años en paro. Ello le obliga estar más tiempo en casa y, en consecuencia, encargarse de las tareas domésticas mientras su mujer, Beatriz González, se va al trabajo. "Ella es auxiliar de enfermería y yo de vez en cuando hago alguna chapucilla de jardinería", cuenta Francisco. El tener que colaborar más en casa no le molesta en absoluto, dado que desde pequeño ha ayudado a su madre en las tareas de la cocina. "Me encargo de todo: de cocinar, lavar, tender la ropa… Excepto planchar, eso lo hace mi mujer porque no me gusta y además no se me da bien", dice entre risas.

Según cuenta, cocinar no se le da "nada mal", ya que durante la crisis de los 90 también tuvo que dejar temporalmente la construcción y buscar otra forma de llegar a final de mes, lo que le llevó a trabajar en un restaurante. "Trabaje yo o no, él se encarga de la cocina; es muy buen cocinero", dice su mujer, que tampoco ve ningún obstáculo en este "cambio de roles". Con respecto a la compra, Francisco indica que la realizan entre los dos, aunque él se encarga de las cosas diarias. "El único problema que hay es que te sientes impotente porque no encuentras trabajo", confiesa.

Pero el caso de este joven mijeño no es único. La vida de Óscar Rodríguez y su familia ha dado un giro de 180 grados desde hace algo más de un año, cuando perdió su empleo. "Siempre he estado trabajando en la construcción, como encofrador y nunca me he visto en esta situación", explica este joven, que desde hace tres años vive en Fuente de Piedra. Ahora le toca saborear la hiel de desempleo, situación a la que no acaba de aconstumbrarse. "Este cambio lo vivo bastante mal porque se ve uno encerrado todo el día en la casa e impotente porque no puedo hacer nada para traer dinero a mi familia", admite.

Acostumbrado a ganar unos 1.800 euros, ahora tiene que hacer números para llegar a final de mes. De hecho, se ven obligados a vivir con la ayuda familiar de 420 euros que recibe y los 1.000 euros que gana su mujer, que realiza un curso en una escuela taller del municipio. La situación se agrava porque además de la hipoteca deben hacer frente a una multa de 8.000 euros impuesta por Hacienda, al vender el piso que tenían en Málaga y no haber declarado el dinero.

Aunque su rutina diaria ha cambiado bastante, afirma que no le pesa hacerse cargo de las tareas domésticas, porque siempre ha ayudado en casa. Pero lo que realmente lleva mal es no tener un empleo. "De estar levantándome muchos años a la misma hora para ir a trabajar y traer dinero a mi casa he pasado a no poder hacer nada y no coger un duro", sentencia.

Muchos temen ser el objeto de las bromas de sus amigos o ser acusados de vagos por algunos familiares. Otros, como es el caso de Rafael, un rondeño de poco más de 40 años que ha estado más de un año parado, recuerda ahora con normalidad el tiempo que estuvo encargado de las tareas de la casa. "He aprendido mucho y ya era una cosa normal. Hasta me iba a tomar café con algunas madres de los compañeros de colegio de mis hijos tras dejarles en clase". Ahora se encuentra de nuevo en el mercado laboral y asegura que comparte muchas más tareas con su pareja. "El almuerzo lo prepara el primero que llega, antes siempre lo hacía ella".

Peor es el caso de Antonio Márquez, un autónomo que ha tenido que cerrar la pequeña empresa que tenía del sector de la construcción. Ahora su pareja trabaja de limpiadora, mientras él se encarga del cuidado de sus dos hijos y de preparar la comida, hacer las tareas de limpieza en la casa y hacer la compra. "Me sigo liando en el supermercado, siempre se me olvida algo".

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último